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domingo, 30 de abril de 2023

El Momento de la Verdad

 


El anhelo inocente de volver a casa, lo que llamamos la búsqueda espiritual, a menudo es alimentada por el deseo de terminar con el sufrimiento creado por las historias del ego, y por la esperanza (ufffff) de que este final signifique que ya no tenemos que sentir lo que no nos gusta sentir.

Lo que no nos gusta sentir es miedo, es incertidumbre y tristeza, angustia, desesperación. Sentimientos demasiado incómodos. Muy dolorosos. Muy aterradores. Casi insoportables.

No queremos sentirlos. No queremos que nos visiten. Simplemente no los queremos.

 Hacemos cualquier cosa para deshacernos de ellos.

 Estos sentimientos se convierten en nuestros enemigos, al menos en nuestra mente, y gastamos mucha energía combatiéndolos. Los tapamos. Nos alejamos. Los adormecemos. O pretendemos sentir algo diferente, algo que percibimos como más cómodo.

Cuando la batalla nos agota, buscamos al maestro espiritual o la enseñanza espiritual o la práctica espiritual que borrará todos estos sentimientos no deseados y nos dará lo que queremos.

 Lo que queremos, incluso si no somos plenamente conscientes de este deseo, es la dicha. La paz sin fin. La conciencia ilimitada. La trascendencia de la desordenada experiencia humana. Y cuando no recibimos la recompensa imaginaria, tachamos a este maestro o enseñanza o práctica como “incorrecto” y nos vamos a buscar el maestro, la enseñanza o la práctica “correcta”.

Cuando buscamos y fallamos en encontrar lo que pensamos que estamos buscando, cuando buscamos y fallamos, buscamos y fallamos, y buscamos y fallamos un poco más, llegamos a un punto de bifurcación. La elección aquí es colapsar en la historia de “pobre de mí”, o levantarnos en conciencia.

¡Este es el momento de la verdad!

Ahora que hemos fallado lo suficiente, nos han roto lo suficiente, nos han desgastado lo suficiente, nos han humillado lo suficiente... ahora que nos han despojado de poder imaginar cómo se siente la libertad, ahora que perdemos la fantasía a la que aferrarnos como un salvavidas, ningún santo a quien seguir, ninguna idea de lo que significa ser espiritual... bueno, ahora tal vez podamos volver a descansar en los hechos desnudos de lo que ES.

La cuestión es ¿Cómo dejar de huir y simplemente estar aquí?

Si somos lo suficientemente honestos con nosotros mismos, si podemos VER lo que se interpone en el camino de simplemente estar aquí con lo que es, volvemos a nosotros mismos. Esto no es una regresión a la inconsciencia, sino una transformación en amor. Cuando ya no hay más intentos de evitar o escapar de ningún sentimiento o experiencia, descubrimos que no hay ningún enemigo. Descubrimos que la verdad no es un estado perfecto de comprensión. Tampoco es un estado perfecto de no sentimiento. Es la seidad misma de este momento, sin importar cómo se manifieste. Y esta aceptación de lo que está aquí, esta intimidad con lo que está aquí, es la libertad misma que buscamos.

Ahora, en lugar de un subidón espiritual, hay una madurez espiritual.

 Dejamos de rechazar y enojarnos, y comenzamos a abrirnos y dar la bienvenida a todo, sin resistencia a lo que es.

Todo el espectro de la experiencia humana es profundamente aceptado.

Dejamos de intentar ser espirituales, dejamos de ceder la autoridad a nuestra imaginación de cómo debería ser y descansamos en nuestra apertura más íntima.

Y cuando parece que caemos, cuando parece que fallamos, cuando nos encontramos de rodillas abiertos por las vicisitudes de la vida, recordamos que no necesitamos encogernos de vergüenza o mejorar o buscar la salvación en la espiritualidad.

Recordamos estar aquí mismo, desnudos en nuestra humanidad, enamorados ante cada experiencia que ES.

 

Gracias. Gracias. Gracias


4 comentarios:

  1. Bellisimo!!!!! GRACIASSS Amada Tahita!!!! Abrazos infinitos!!!!!

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  2. Gracias Tahita, como siempre llegan tus palabras en el momento justo, Cariños y bendiciones !!!

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  3. Gracias amada Tahita gracias siempre por tanto abracitos de luz

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