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domingo, 11 de marzo de 2018

CAER…ABANDONARNOS…DESAPRENDER-


11 de Marzo de 2018



Nos enseñaron a no sentir, a no notar nuestra respiración, a distraernos de mil formas para no experimentar conscientemente el momento, la Vida manifestándose de infinitas maneras delante nuestro. Porque la mayoría lo hace, nos volvamos a la televisión, la tecnología en sí, los conflictos ajenos amplificados por los medios…y los miedos.

Nuestra desconexión del aquí y el ahora creó la adicción de escapar de todo. ..De la vida, del momento presente, de lo que nos duele, y por dualidad, de lo que podríamos gozar.

Nos crecieron garras por ese loco afán de huir o atacar…de luchar con todo lo que se presenta.

 Y en esa lucha dejamos de escuchar la voz del viento, de detenernos a observar y oler una flor, de cuidar no envenenar las aguas, de prevenir no  terminar hundiéndonos en un mar de plástico, o lo peor, hundiéndonos en la indiferencia, en el “qué me importa”, en una esquizofrénica manía de encerrarnos en el ego…que es tan sutil y a la vez tan temporal.

De esa manía surge en algunos la avidez por la marihuana, las pastillas mágicas, el alcohol, la religión o la espiritualidad, los gurúes o los enamoramientos, el egoísmo o el olvido total del amor propio verdadero, ese que se expresa hacia nosotros y hacia los demás…y en lugar de expandirlo, lo buscamos en todos los lugares, menos donde abunda: dentro.

Somos buscadores eternos de lo que nunca vamos a encontrar fuera, pero algún día nos daremos cuenta más que con palabras que lo de “afuera” es lo de adentro reflejado, y comenzaremos a crear mejores reflejos.

Es hora de salir del cascarón de esa clase de vida…al menos para mí.

Darnos cuenta que la vida sucede aquí y ahora, volver a enamorarnos  profundamente de la Presencia que nos contiene como expresión humana temporal recreando la interrelación que tenemos, en ella, con TODO. Los nativos norteamericanos lo expresaban diciendo… “Mitakuye Oyasín”…que significa TODOS ESTAMOS RELACIONADOS.

Se nos ha puesto tanto de moda la palabra “desaprender”…y sin embargo nos quedamos ahí, en  leerla, pronunciarla, sin atrevernos a echar mano a todo lo que aprendimos, que  ya no es incuestionable, porque tenemos que someter a “consciencia” no a juicio, todas esas supuestas verdades y a través del discernimiento y la intuición combinados, tirar fuera lo que no queremos y no nos sirve.

Des-aprender todo lo que hemos aprendido de otros es enamorarnos nuevamente de la vida sintente:  sentir el cuerpo,  escuchar nuestra respiración, ver nuevos  colores desplegándose frente a nosotros, a los que no les prestábamos ATENCIÓN…que fue algo que se nos olvidó por el ajetreado camino en que fuimos RESISTIENDO, huyendo o atacando, no pudiendo gozar de cada movimiento, de cada sensación yendo y viniendo, de observar cada pensamiento surgiendo y disolviéndose de nuevo en la infinita Presencia que ignorantemente llamamos NADA.

El juego de la vida no es algo fijo. Por eso lo que nos grabaron, etiquetaron y sellaron, podemos soltarlo, borrarlo, reescribirlo, desaprenderlo.

Todo el aprendizaje del pasado puede decirnos que las cosas son fijas y estables, preestablecidas, estáticas, dadas…eso no es VIDA…es programación muerta…pero la cargamos, nos aferramos a ella con miedo de que al soltarla perderemos nuestra identidad. Y es al contrario…no podemos llegar a lo que SOMOS sin soltarla.

Soltando  todo ese bagaje descubrimos que hay fluidez en todo lo que surge, que lo nuevo no es nuevo sino un reciclar continuo de energías que juegan con nosotros, y con las que podemos jugar magistralmente.

Quién soy, quién eres, qué es la vida, qué es la verdad, en dónde hemos estado, hacia dónde vamos…Ante tantos cuestionamientos no hay ningún lugar donde podamos beber de la certeza. Pero podemos renunciar a ella para ver qué se siente estar despiertos a LO QUE ES…sin certeza alguna, abriéndonos a lo inédito, a lo no pre establecido y dado por cierto…es lo bello de la VIDA, lo bello de CAER en la Vida, como caemos en el AMOR.

 En esta caída, la certeza es olvidada, dejada de lado por la urgencia de vivenciar cada instante.

 Es una caída en la paz y la aceptación, una caída sin lucha…y por eso es imprescindible desaprender…porque cuando le preguntamos a otro o nos preguntan ¿Cómo andas?, lo común es escuchar “En la lucha”…””Resistiendo”…”Sin bajar la guardia”.

BAJEMOS LA GUARDIA.

No hay atacantes, salvo esa actitud que el miedo nos alimenta al verlo todo como lucha, resistencia y cuidarnos del otro.

La paz no florece en donde regamos y alimentamos el miedo.

Alguna vez saboreemos la dulzura de abandonarnos con confianza. Permitámonos el resplandor de la RENDICIÓN…soltemos las resistencias y  dejemos al cuerpo sanar en la flexibilidad  y aún en la vulnerabilidad.

La paz y la aceptación siempre están aquí. Esta caída no se puede aprender. Es el des-aprendizaje lo que la permite.

Después de ella, dejamos que las olas de la vida nos lleven hacia el siguiente momento.

Tras ella podemos levantarnos y relacionarnos con todo de forma diferente, porque deja espacio para lo nuevo. Las certezas indiscutidas nunca dejan espacio para lo nuevo. Sólo dejan espacio para más especulaciones, más búsqueda, más cansancio. Un círculo de los tantos preestablecidos por patrones mentales “indiscutidos”.

Ya es hora de permitir esa caída fuera de lo aprendido, sin escuchar a los miedos, ni a la sociedad, ni a lo establecido. Solo escuchar al corazón…ese que quiere abrirse, palparse vulnerable y aun así aceptar el juego de esa vulnerabilidad encubierta, porque sin ella ni siquiera se atrevería a SENTIR LA VIDA.

Permitámonos esa caída que nos dejará  finalmente VIVIR.

Sin ella, seguiremos solo sobreviviendo en el tapiz del tiempo, fuera de la Vida que es Eterno presente.



Miro en este instante por la ventana, y veo, con gozo, cientos y cientos de semillas de diente de león volando empujadas  por el viento, entregadas, dóciles, sin lucha, dejándose llevar a donde se las siembre para continuar el eterno fluir de la Vida.

Algo aparentemente tan pequeño  me muestra en un instante consciente, todo lo que intentado expresar. Si estuviéramos atentos a esas señales, no necesitaríamos libros, ni palabras, ni certezas.



Tahíta-