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jueves, 30 de agosto de 2018

Perfeccionismo Epiritual


Desde niña, debido a un enorme caudal de falta de autoestima, navegué ego abajo, la corriente sutil del perfeccionismo.

Todo debía hacerlo perfecto. Ningún error me perdonaba.

Solía estar mucho tiempo en galpones o arboledas ocultando mi cuerpo, con el que estaba, por supuesto, descontenta y solo comenzó a aflojar ese sentido de “algo en mí está muy mal” cundo comencé la escuela y me fui dando cuenta de que era muy inteligente.

Allí surgió el disfraz a la medida de ese sentimiento de carencia y me convertí en …”la mejor”, en la escuela elemental, en la intermedia a y hasta en la Universidad…hasta que dejé ese sistema.

Para entonces ya había probado mi inteligencia…así que no me fue difícil largar lo que no me interesaba…pero entonces rugió con más fuerza la búsqueda espiritual, y sin querer comencé de nuevo a auto exigirme:“ser espiritual”.

Fue un largo camino dejar esa necesidad, jirón a jirón, hasta desnudarme de  necesitar sentirme elevada, buena, “espiritual”.

Hay algunas cosas de las que hoy disfruto, y antes no.

Sé que no hay nadie esperando que yo sea mejor, que los otros sean mejores.

La voz del perfeccionismo, que siempre trató de detenerme en lugar de impulsarme, se ha acallado. Y no porque haya llegado a un nivel de perfección aceptable, sino porque he descubierto que, humanamente,  puedo amarme aun en mi imperfección.

El adagio "lo perfecto es enemigo de lo bueno" ha existido por mucho tiempo. Muchos de nosotros nos dejamos de hacer lo que podemos hacer por temor a no hacerlo a la perfección. 

Nuestro término cultural para esto es "perfeccionismo".

Lo que llamamos perfeccionismo no es lo mismo que la búsqueda de la excelencia, aunque a veces las líneas se pueden desdibujar. Cuando buscamos la excelencia, estamos decididos a hacer algo lo mejor posible dentro de un conjunto determinado de talentos, recursos y límites de tiempo. Pero el perfeccionismo es una compulsión basada en el orgullo o el miedo que alimenta nuestra obsesiva obsesión por hacer algo perfectamente o nos paraliza de actuar en absoluto, los cual a menudo resulta en el descuido de otras cosas necesarias o buenas.

¿Qué hay detrás de nuestras tendencias perfeccionistas? Somos seres complejos, por lo que rara vez es una sola cosa. Como regla, el perfeccionismo casi siempre tiene sus raíces en nuestro deseo de aceptación y miedo al rechazo. Puede ser el temor generalizado por el orgullo de lo que la gente pensará de nosotros, o puede ser un miedo paralizante y condicionado a fallar instilado en nosotros por un pasado abusivo o una figura de autoridad abusiva. Y si somos honestos, a veces es una excusa conveniente para no hacer algo difícil. En otras palabras, no es realmente perfeccionismo, sino indulgencia usando un disfraz.

Hoy quise recordarme y recordarles que no tenemos que ser tan duros con nosotros mismos.

 En el ámbito de lo espiritual se habla tanto sobre el silencio de la mente, la paz, la positividad, la no negatividad, que podemos deducir que sí o sí tenemos que lograr esos estados, e iniciamos una lucha denodada para conseguirlos, como si no experimentarlos fuera una marca de que “no tenemos un nivel alto de espiritualidad”.

A menudo solemos tener una idea de cómo debe ser una persona espiritual. Podemos creer que sabemos cómo se sienten en ciertas situaciones, cómo actúan, qué harían o no harían.

Pero no lo sabemos. Incluso los más pacíficos han tenido estallidos de ira. Ya sea Ramana Maharshi regañando a alguien, o incluso Jesús arrojando al suelo  las mesas de los comerciantes en el templo. Sean o no ciertas estas historias, sí sabemos de otros maestros que eran tachados de tener mal carácter, o ser irascibles o dados a comer mucho, etc…y es que en el nivel humano, no podemos alcanzar la perfección , ni pasar por alto las experiencias que tejimos en cualquier nivel evolutivo. Ser conscientes, en el nivel que sea, no significa ser humanamente perfectos. Eso no existe.

Observemos entonces si todavía estamos obsesionados con ser “más” de algo: más pacíficos, más espirituales, más silenciosos…o lo que sea. Por supuesto que tener aspiraciones es parte del trayecto, pero aspirar no significa estar siempre en tensión, desaprobación o negación, constituyéndonos en nuestro peor crítico, y nuestro más grande escollo en el camino, que nos pide estar sueltos, relajados, confiados…entregados. Tratar de rechazar nuestro lado oscuro y desear estar “más en la luz” no funciona. En cambio, podemos abrazar ese lado oscuro que tanto tratamos de esconder o ignorar, y dejar que poco a poco se ilumine.

Juzgar nuestros propios pensamientos y emociones solo conduce a sentirnos más atrapados. Para liberarnos, comencemos dejando de preocuparnos acerca de cómo debemos sentirnos, pensar, actuar, dejando de necesitar comparar nuestros estados conscientes con los de los demás.

La mente puede presentarnos una versión perfecta a lograr, y lo mejor es no caer en la trampa de seguir tras esa quimera, y solo  alcanzar la excelencia, si así lo anhelamos, pero nunca perseguir la perfección absoluta.

De repente, podremos volvernos más naturales, más auténticos y podremos también acceder más fácilmente a la fuente de toda acción útil y compasiva.

Cuanto más nos adentramos en la bondad amorosa y la compasión hacia nosotros mismos, más plenos e íntegros nos descubriremos, más en quietud.

Para estar más en quietud, simplemente dejemos de luchar contra la personalidad a través de la cual nos manifestamos en aprendizaje; dejemos de esperar ser una persona perfecta con una experiencia perfecta, y permitamos soltarnos, relajándonos en el Amor, que no pide perfección.

Tratándonos amorosamente comenzará a disolverse cualquier pesadumbre de tratar de controlar nuestro estado interno, y algo más profundo se hará cargo, de manera más efectiva de cualquier asunto .Permitir  que algo superior se haga cargo es…RENDICIÓN.

No hay ninguna actitud que nos abra tanto a la paz interna y la compasión que la de RENDIRNOS a nuestros aspectos superiores que son perfectos, sin necesidad de probarnos continuamente o exigirnos en el plano humano en donde siempre hallaremos un escalón más al que acceder, sin prisa, presiones, culpa, juicio ni regla espiritual alguna.

Por eso suele decírsenos… “Deja de luchar y permite que la vida se mueva a través de ti”

¡Y las Bendiciones Fluyen!

Tahíta

No siempre necesitamos tenerlo todo resuelto


A lo largo de los tiempos, los sabios, los santos y los sabios han dicho: "Las respuestas que estamos buscando llegarán en el momento correcto, ni un minuto antes".

 No sé ustedes, pero a veces, cuando estoy atrapada en una momentánea crisis, quiero la respuesta y la quiero AHORA.

El proceso de la vida es un sistema autosuficiente que funciona dentro del marco del orden y el caos. Lo que observamos como caos, es parte del orden universal. Para resaltar esta idea, piensen en una situación en la que trataron de controlar el resultado y todo se volvió en contra. El punto que vale la pena enfatizar es que, cuando intentamos forzar algo, nunca funciona como se planeó. Hay muchas escuelas de pensamiento explicando por qué esto es así. Algunos dicen que el Universo comprende el lenguaje de las matemáticas, otros, que el universo se basa en leyes universales que es inútil contradecir. Independientemente de a qué escuela de pensamiento adhiramos, el tema común es que: la vida sabe lo que está haciendo, tratemos o no de forzarla o controlarla.

 Desear que la vida sea de cierta manera es como tratar de empujar una roca cuesta arriba: inútil debido al peso de la roca. Sin embargo, si empujamos la roca cuesta abajo, es más fácil dado que nos unimos a las leyes de la gravedad.

El psicoterapeuta y autor David Richo, dice en su libro Las cinco cosas que no podemos cambiar: “ La preocupación por los resultados nos impide alcanzar la paz interior: "No nos soltamos. Controlamos; dejemos ir la creencia de que tenemos el control. El resto es gracia.  La preocupación está directamente relacionada con el control. Parece que nos preocupamos por el futuro, las finanzas, las relaciones, los trabajos y todos los demás impredecibles en nuestras vidas. En realidad, solo hay una preocupación: la de no tener el control total de lo que sucederá”.

No siempre necesitamos tenerlo todo resuelto ya que muchas veces, las respuestas no están a la vista. Lo que quiero decir es que la vida se puede comparar con un rompecabezas gigante que funciona detrás de escena de tal forma que la imagen mayor se completa a su propio tiempo. A menudo, lo que experimentamos se basa en las primeras impresiones y sigue habiendo una pieza faltante del rompecabezas. Como somos impacientes, a menudo llegamos a conclusiones demasiado pronto, cuando en realidad, el proceso aún se está desarrollando y se completará si suspendemos nuestro juicio sobre lo que está sucediendo.

 ¿Recuerdan alguna experiencia reciente que inicialmente parecía desagradable, pero que resultó ser una bendición disfrazada? Un amigo me comentaba su experiencia hace muchos años en la que constantemente recibía infracciones de tráfico por exceso de velocidad. Mientras se debatía en la angustia, se dio cuenta de que siempre tenía prisa por llegar de un punto a otro debido a la apretada agenda que tenía. Lo consideró una llamada de atención del Universo, invitándole a reducir la velocidad. Si bien este incidente ocurrió hace mucho tiempo, apreció la lección y ha aprendido a disminuir la velocidad en su vida. Puede que no hubiera aprendido la lección sin las numerosas infracciones por exceso de velocidad.

Del mismo modo, ¿a qué áreas de nuestras  vidas nos estamos resistiendo? ¿Qué estamos tratando de controlar? ¿Podría haber otra manera? ¿Qué lecciones están contenidas dentro de las experiencias si estamos dispuestos a notarlas? 

Cualquiera que sea la forma en que lo miremos, nos daremos cuenta de que no hay nada que descubrir porque siempre habrá algo dispuesto por el Universo, Campo o como e llamemos, sucediendo exactamente a su tiempo, y  que tratar de controlar la realidad es un juego que rara vez ganaremos, como dice Byron Katie "Soy un amante de lo que es, no porque sea un persona espiritual, pero porque me lastimo cuando voy contra la realidad”.

Oponernos a la Vida es un concurso que estamos destinados a perder ya que la realidad triunfará cada vez. Esto no significa que debemos rendirnos, sino aprender a co-crear con las fuerzas de la Vida. Como dice el adagio: "Cuando la vida te da limones, haz limonada".

 Trabajar con las fuerzas de la vida nos ayuda a darnos cuenta de que es inútil tratar de tenerlo todo resuelto porque todo se desarrolla en un proceso continuo, independientemente de la línea de tiempo que pretendemos forzar. Además, aprendemos a soltar la frustración, la resistencia y el disgusto de pensar que la vida nos perjudica, cuando de hecho la Vida hace su trabajo independientemente y es más fácil si cooperamos en lugar de oponernos.

 De cualquier forma, las opciones dependen de nosotros, así que elijamos consciente y sabiamente.

Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

 

 

domingo, 19 de agosto de 2018

Silencio y Escucha


Nos movemos en un mundo de ruido. Hay ruidos mecánicos: autos, aviones, máquinas que arreglan las calles, desmalezadoras, ruidos considerados necesarios, al menos para la consciencia común. También están los sonidos que a algunos aún entretienen  como el de la radio, televisión o discotecas. Aparte de todo esto, la propaganda y los anuncios utilizan el ruido para influenciar a las personas. Algunos, si no todos  de éstos últimos podemos apartarlos definitivamente de nuestras vidas o disminuirlos. Muchos de ellos ya vienen cargados de sublimidad peligrosa e impoderante.

Las ideas se infiltran en el subconsciente y pueden causar ciertas reacciones automáticas que nos asustarían si estuviésemos conscientes de ellas.

La voz humana también puede constituirse en “ruido” cuando hablamos demasiado alto, o sin necesidad, quizás para esconder insatisfacción interior, para vencer el aburrimiento o para compensar ciertas necesidades emocionales o velar traumas y complejos de los cuales nadie está eximido.

Nuestras palabras suelen ser muchas veces agresivas, egoístas, poco amorosas o innecesarias. No tenemos conciencia de ello cuando hablamos sin pensar o estamos alterados, nerviosos, apresurados, o lastimados.

Se ha dicho que cuando estamos alterados, antes de hablar deberíamos contar hasta diez. También se ha dicho que deberíamos preguntarnos si lo que queremos decir es verdadero, amoroso y necesario. A  esto se lo suele llamar la práctica de los tres filtros. Lo verdadero, amoroso y necesario pasarían por el cernidor de la mente y del corazón y lo demás se desecharía.

A veces se afirma que lo que es verdadero, muchas veces no es amoroso sino cruel y viceversa, y  lo que es amoroso no siempre es verdadero. Mas desde un punto de vista elevado, podemos hallar verdades amorosas y amabilidad verdadera. El criterio de necesidad es quizás el más estricto. Si lo aplicásemos siempre, hablaríamos mucho menos. Es importante distinguir entre lo necesario y lo innecesario, lo útil y lo inútil, porque las palabras inútiles son una pérdida de energía. Agotan no solo a quien las dice sino también al que escucha.

¿Por qué es tan importante permanecer en silencio? ¿Por qué razón el silencio es tan necesario y tan valioso?

En primer lugar, debemos investigar por qué hablamos tanto sobre lo que hablamos. Frecuentemente proviene de la necesidad que sentimos de afirmarnos, de justificarnos o de descargar tensiones o ansiedad. Muchas veces hablamos de nosotros, directa o indirectamente. Contemos cuántas veces al día otras personas, o nosotros mismos, usamos palabras como “yo” “mi” o “mío“.

El silencio espontáneo, no forzado, en el que el pequeño “yo” es menos predominante nos ayuda a disminuir la presión y pretensión del ego, y a situarnos por encima del personaje humano. Aquí reside, en primer lugar, la importancia del silencio en la vida espiritual.

En segundo lugar, lo que es realmente profundo, no puede ser expresado con palabras. Si así fuera, los grandes iluminados lo hubieran volcado en manuales en lugar de decirnos que les era imposible transcribir las verdades en palabras. Lo realmente necesario es que quien quiere recibir las verdades esté preparado…y allí reside la tercera razón para guardar silencio…Aquel que habla continuamente, no escucha. Quien parlotea interiormente, quien está constantemente cavilando en sus pensamientos, imaginaciones y sentimientos, no está abierto a nada. Donde todo está lleno no hay espacio para nada nuevo.

“Silencio” no significa tan sólo evitar la palabra hablada. En el misticismo de habla de tres tipos de silencio: silencio de los labios, de la mente y de la voluntad o silencio de deseos.

Con el silencio de los labios evitamos pérdida de energía a nivel físico. El silencio de la mente es el apaciguamiento de las ondas de la mente ¿Con qué se ocupan las ondas de nuestros pensamientos? Con el pasado y el futuro, con recuerdos y fantasías. Raramente nuestra consciencia reside en el presente, tal vez porque el pequeño “yo” no encuentra lugar en el presente, nada que alimente su identidad plagada de historias que nos contamos una y otra vez.

En cuanto al silencio de la voluntad: el parloteo de la voluntad o deseos conforman el trasfondo inconsciente para el habla de la mente. El silencio de la voluntad se refiere a la cesación de nuestras aspiraciones o deseos y de nuestras aversiones. Soltar los juicios mentales sobre lo deseable o indeseable. Sería un primer paso en dirección al silencio interior.

El silencio significa, en cierto modo, el estar vacío o abierto. Hemos de estar abiertos antes de poder recibir cualquier cosa. Pero la apertura no es todo, pudiendo en ciertas circunstancias, ser peligroso. Un médium está abierto a influencias ilusorias e incluso peligrosas. Nuestro silencio debe basarse en la pureza de intención…y en la atención plena a toda influencia que pudiera someternos aun inconscientemente

Hemos de estar abiertos a lo que se encuentra dentro. Esto no significa la apertura a las influencias astrales, a las influencias de nuestra propia imaginación, tendencias y aversiones. Debemos estar abiertos a los niveles más profundos de nuestra naturaleza espiritual, que es nuestro verdadero ser. Esto es muy difícil, porque nuestros sentimientos muchas veces se disfrazan de elevadas inspiraciones e intuiciones. Por eso la vigilancia, la atención y la observación son tan importantes…y ellas no son posibles sin silencio…conforman un círculo de poder interior. Apertura al poder interior, interno, a lo que es amoroso, a lo más elevado, a lo que está siempre más allá de lo trivial. La apertura para lo que está fuera también es necesaria, mas no se trata de aceptar todo lo que nos encontramos, todo lo que entusiasma a los demás. Se ha dicho: “examina todas las cosas y guarda lo esencial”. Para saber lo que es esencial precisamos del discernimiento, no del juicio

Sepamos discernir también que el silencio genuino y profundo no es pasividad, no es un estado de adormecimiento. Es quietud y sosiego. Donde reina el vacío o silencio, hay energía y una tremenda actividad. Así, nuestra fuerza ya no es desperdiciada en palabras, pensamientos, sentimientos y deseos innecesarios.

Si bien el silencio exterior ayuda a un estado de silencio interior,  es sabido que con la práctica a muchos les es posible el silencio interno aún en medio del ruido de las grandes ciudades y otros sitios. A eso aspiraremos en un mundo en que hay tanto ruido…y a la vez, poco a poco esa aspiración sutil se encamina también , no a la sofocación de los deseos como ruido de la voluntad, sino a la gestión de los mismos para convertirlos en aspiración profunda y consciente que nos nutra en lugar de restarnos energía y poder interior.

Cuando el exterior está silencioso, podemos oír la voz del silencio con más facilidad, mas solo si permanecemos abiertos, conscientes y atentos…y aún en el ruido lo conseguiremos.

Porque…cuando lo inferior está en silencio, lo superior puede hablar.

¡Y las bendiciones fluyen!

 

Siendo Amor…

Tahíta

 

viernes, 17 de agosto de 2018

Una oración al amanecer




Muchos de nosotros luchamos por mantener nuestro sentido de cordura en medio del caos, sufrimiento e inquietud que son parte de  la vida.
Lo que ya no encaja es ese “luchar” que es hora de apartar, no solo del lenguaje, sino de la vivencia cotidiana. Si bien muchas personas creen que aún tienen que estar informados de lo que pasa y a la vez es “deformado” por los medios… nos merecemos  darnos el espacio (y el permiso) para simplemente estar vivos y atentos a la danza cósmica que se desarrolla a nuestro alrededor.
Encontré esta oración, que me ha parecido muy inspiradora, en Internet, la traduje del inglés, y la comparto con todos.
La oración del Amanecer
Todo lo que necesitamos es la mañana. 
Mientras haya un amanecer, 
existe la posibilidad de 
que podamos enfrentar todas nuestras desgracias, 
celebrar todas nuestras bendiciones 
y vivir todos nuestros esfuerzos como seres humanos. 
La espiritualidad es algo que se ha vuelto 
necesaria en estos tiempos difíciles. 
Sin embargo, es inherentemente superflua. 
Lo que más necesitamos es recordarnos a nosotros mismos, 
para fortalecernos, 
para integrarnos, 
para realizarnos.
Si pudiéramos simplemente reconocer 
el misterio de la noche 
y la gloria de la mañana, 
no necesitaríamos ni civilización ni espiritualidad. 
En su forma más simple, la vida comienza con el amanecer. 
Eso es una bendición suficiente. 
Todo lo demás se convierte en plenitud inconmensurable.
Al amanecer, arrodíllense y den gracias 
por este maravilloso evento. 
Podemos pensar que las mañanas son tan comunes 
que son indignas de veneración, 
pero ¿te das cuenta de que la mayoría de los lugares en el cosmos 
no tienen mañanas? 

Este evento diario es nuestra bendición suprema.
Saluda al amanecer 
Ese es tu milagro a presenciar. 
es la máxima belleza. 
es sagrado. 
Ese es un regalo del cielo. 
es presagio y profecía. 
es el reconocimiento de que la vida no es inútil. 
Eso es iluminación. 
es tu significado en la vida. 
es su dirección. 
es dicha. 
es la solemnidad del deber. 
es la inspiración para la compasión. 
Esa es la luz de lo Último”.
- Deng Ming-Dao

Me llamó mucho la atención la línea: "Podemos pensar que las mañanas son tan comunes que no son dignas de veneración, pero ¿te das cuenta de que la mayoría de los lugares del cosmos no tienen mañanas?"
¿Cuándo fue la última vez que te levantaste temprano para ver salir el sol?
Saludar el día con una mente tranquila y una clara intención es una manera poderosa de comenzar tu día y recibir una nueva perspectiva de cualquier desafío que enfrentes.
Y LAS BENDICIONES FLUYEN!
Tahíta

viernes, 3 de agosto de 2018

LA TECNOLOGÍA NOS DESCONECTA DE NOSOTROS MISMOS


Cuando nos enganchamos al celular, internet o los medios, en gran  parte estamos renunciando a algo invaluable: nuestro espacio de tranquilidad y profundidad de pensamiento en soledad.

En la década de 1980, el futurista Alvin Toffler acuñó el término "Sobrecarga de información" prediciendo hacia dónde se dirigía la tecnología en nuestra sociedad. Según estudios, somos  bombardeados hoy con más de cien mil palabras y digerimos alrededor de 12 horas de información y medios de comunicación cada día, aun haciendo otras tareas.

Y 12 horas no es tanto una exageración. Con notificaciones, correos electrónicos, mensajes de texto, correos de voz, "me gusta", fotos y tweets de Instagram, comentarios, etiquetas y publicaciones, así como, fotos, videos, titulares, blogs, suscripciones, descargas, cargas, anuncios, tonos de llamada, mp3, aplicaciones, juegos, nombres de usuario, contraseñas, captchas, carpetas, archivos, feeds, y búsquedas ... no es sorprendente que siempre estemos tan ocupados.

Siempre he sido tachada de introspectiva…y me alegra haberlo sido, porque he aprendido a observar y observarme, a sentir y sentirme, a darme cuenta energéticamente de que “hay algo raro” antes de que saltaran los tapones emocionales o una llamada interna el apaciguamiento se hiciera más evidente. Vivimos en una sociedad extrospectiva , una que piensa que la felicidad se encuentra en el mundo exterior. Tendemos a creer de todo corazón que cuanto más nos enganchamos con fuentes externas de disfrute, emoción y placer, más estamos viviendo.

La vida a menudo se piensa en términos externos, como una serie de eventos que se desarrollan en el mundo físico en el que todos habitamos. Sin embargo, experimentamos todos estos eventos que suceden en la vida interiormente a través de nuestros pensamientos y sentimientos. No nos damos cuenta que aún lo más hermoso de la experiencia externa queda relegada por el automatismo y la prisa.

 Un paseo por el parque ya no es solo un paseo, es un concierto de música con el iPod, mientras se aplaca el hambre con una hamburguesa y se hace ejercicio con los monitores electrónicos, todo mientras se admira el carnaval de noticias con el que los medios nos llenan la cabeza.

Sigo saliendo a caminar con mi perra, mi caña tallada y mi sombrero camuflado…me detengo a observar un árbol que pierde sus hojas o a escuchar a un pájaro carpintero  en su sinfonía de toc-tocs en cualquier tronco…pero si viviera en la ciudad, como alguna vez lo hice,  prestaría atención a las personas con las que me cruzo, percibiría los olores a comida en un mediodía tórrido o me dejaría atrapar por la vidriera de una librería o una colección de antigüedades, o los niños jugando en un parque…porque siempre podemos “estar sintiendo adentro” sea cual sea el escenario…cosa de la que nos priva la tecnología mal usada…que es la más.

La creatividad y el pensamiento se han subordinado a la singular ambición de saturar nuestros sentidos. La estimulación se ha convertido en el nuevo orden mundial.  La profundidad de enfocarnos en algo profunda y conscientemente se ha vuelto obsoleta.

Nos sumergimos superficialmente en todo lo que hacemos.

Cuando salgo a caminar ¿siento la paz y la emoción de la soledad?  Me encuentro con un hermoso pájaro ¿lo disfruto o compulsivamente lo hago virtual sacando el teléfono o la cámara para tomar una foto? ¿Renuncio a la posibilidad de estar completa y absolutamente presente en ese momento, a cambio de la ansiedad de admirar una foto de el en el futuro? Me ha pasado…tal vez por eso la Vida que es sabia ha hecho que Gatiña orinara sobre mi cámara digital haciéndola inservible…y como no uso teléfono celular…disfruto la realidad sensorial sin hacerla virtual.

Tal vez estés caminando y sientas que tu teléfono vibra. Es una notificación de que alguien te recomendó una película, o recibiste un comentario o "me gusta" en línea, tienes una factura vencida, alguien acaba de tener un bebé, un tsunami acaba de matar a cientos en el sur de Asia, o tu tío se está haciendo un examen de colon. Todas estas distracciones son impedimentos para la capacidad de sumergirnos en cada lugar en el que nos encontramos, de estar en PRESENCIA en la Vida.

Pero lo peor de todo es que la tecnología nos quita lo que más necesitamos para la profundidad del pensamiento y la creatividad: la soledad. ¿No sientes como si cargaras con todo el mundo encima cuando llevas tu teléfono?...Pues si no lo sientes aun así LO ES

Sigues tal vez actualizando el software y buscando formas más rápidas de descargar. Sin saberlo, a medida que aumenta la intensidad de nuestros lazos con otras personas, estamos consolidando los barrotes de nuestras propias prisiones tecnológicas. Cuanto más conectados estamos, más dependemos del mundo exterior a nosotros mismos para decirnos cómo pensar y vivir.

Cuanto más dependemos de la tecnología y vivamos nuestras vidas absortas en pantallas brillantes y atractivas, más temerosos nos volveremos también. Solo piensa en los cientos de historias de asesinatos, suicidios, violaciones, bajas masivas, abusos, torturas y otras historias horribles con las que solemos cargarnos a diario. Toda esta violencia nos afecta.

No estoy tratando de decir que la tecnología es el engendro de Satanás: la tecnología hace que nuestras vidas sean mucho más cómodas y placenteras. No es la tecnología la culpable, en cambio, todo comenzó con el simple objetivo de mantenerse "en contacto" con todo y con todos todo el tiempo. Con nuestro deseo constante de estimulación extrospectiva, hemos convertido eso en "nunca estar fuera de contacto", haciendo que todos los días nos sintamos más frenéticos y apresurados.

Esta necesidad de "nunca estar fuera de contacto" ha sido atribuida por los psicólogos a condiciones como el trastorno por déficit de atención. Ha sido la causa de la Nomofobia, que es "el miedo a perder el contacto con el teléfono móvil". La necesidad de nunca estar fuera de contacto es tan grande, que en todo el mundo se han abierto centros de rehabilitación para niños tecnológicamente adictos .

En mi opinión, la creatividad y la profundidad del pensamiento se han visto muy afectadas por la necesidad de nunca estar fuera de contacto. Solo observemos a los niños modernos, supuestamente más creativos que los de antes…. Raramente salen de aventuras imaginarias o se sientan a hacer figuritas con palitos de paleta, o hacen sus propios cómics dibujados a mano. Cuando era niña…surcaba los caminos con mi caballo de caña, construíamos con  creatividad verdadera los juguetes que no teníamos, y disfrutábamos de los que sí teníamos…y que nunca consistían en pantallas que nos sacaran de las experiencias de relación absolutamente necesarias.

Para los niños de hoy, Como seguramente para sus padres, la realidad parece demasiado silenciosa, aburrida…demasiado frustrante  y no interactiva. La sensación de asombro y misterio se está perdiendo. Y lastimosamente para ellos…esa realidad es lo único que vinimos a experimentar para no ser robots manejables. Cuanto más nos conectamos a través de la tecnología, más nuestros pensamientos se inclinan hacia afuera. 

Lo que hace que la vida tenga sentido son nuestros sentimientos internos, nuestras pasiones, nuestros  sueños. Y cultivarlos requiere introspección, un profundo enfoque mental y autodescubrimiento.

La tecnología trae la carga de que cualquier persona, cualquier información, en cualquier lugar siempre está a nuestro alcance. Esto nos hace sentir que deberíamos aprovechar toda la información, y nos sobre estimula.

Espero que algunos de ustedes sientan el deseo de alejarse del tumulto de la multitud tecnológica de la misma manera que yo. Para poder disfrutar plenamente de la tecnología, sería una buena idea aprender a cultivar el tiempo desconectado del eterno zumbido cibernético que nos rodea.

Solo cuando aprendamos a estar cómodos en soledad, sin la necesidad de estimulación, nos podremos sentir interiormente plenos. Cuando dejemos de lado la necesidad de otros y otras cosas para estimularnos, podremos  desarrollar la capacidad de pensar en otras personas y otros seres con más cuidado e interés. 

Intentemos tomarnos un tiempo para poner algo de espacio entre nuestro invalorable AHORA  y la multitud cibernética, para recuperar la atención, la presencia creativa, la interioridad que nos  diferencia de las máquinas, el amor presente, la admiración, aprecio y guardianaje de la naturaleza, el verdadero cuidado de nuestros niños y animales, el gozo de cultivar o ver un jardín, la atención que merece nuestro trabajo, sea el que sea.

SALGAMOS DE LAS TRAMPAS SIBERNÉTICAS LO QUE PODAMOS…A LA VIDA

Y LAS BENDICIONES FLUYEN!

Tahíta