DONACIÓN AMOROSA

 

DONACIÓN AMOROSA

 

GRACIAS

GRACIASSSS...Por todo vuestro amoroso apoyo tanto presencial como financiero, los que han podido, a través de tantos años. Porque ayuda el que dona dinero...pero ayuda inconmensurablemente quien expande su amor y su Presencia en el Infinito Campo de Conciencia en el que estamos entrelazados♥

Buscar este blog

sábado, 28 de mayo de 2022

Escucha activa…escucha espiritual- Tahíta

  


 

El mejor regalo que le puedes dar a alguien es escucharlo atentamente.

 

La escucha activa es una habilidad muy importante para comunicar empatía y comprensión.  Requiere que prestemos atención no solo al contenido de las palabras que la persona está hablando, sino también al contenido emocional transmitido por el tono de voz, la expresión facial, el lenguaje corporal, etc.  Este es un tipo de escucha que busca comprender profundamente a la otra persona.

No está distante del escuchar como parte de la práctica espiritual, o de la vida misma de quien se mueve en presencia y amor.

Tal vez la única diferencia sea que en la escucha activa se presta atención a la persona humana, y en la espiritual se trata de conectarse con el Alma o ánima, con la Presencia de quien escucha.

Escuchar es un arte sagrado y una práctica espiritual.

La escucha espiritual está en el corazón de todas las relaciones: es el antídoto para esa pieza faltante, ese anhelo de conexión, pertenencia y comunión que parece ser tan común en nuestra cultura actual. 

Este tipo de escucha crea un sentido de comunidad. 

Cuando somos abiertos, curiosos y atentos a los demás de esta manera, descubrimos una conexión sagrada más profunda; somos conscientes de que…ESTAMOS RELACIONADOS.

 “Presencia que escucha” es otra forma de describir la espiritualidad de escuchar. Es una forma de ser en la que la quietud y la atención brindan un espacio en el que una persona puede hablar y saber que está siendo escuchada. Es desde este espacio que podemos escuchar a través de nuestras diferencias y nos encontramos capaces de entendernos unos a otros, incluso a otros cuyos antecedentes u opiniones son diferentes a los nuestros.

La escucha espiritual está en el corazón de todas las relaciones.

Es lo que experimentamos cuando nos convertimos en un contenedor silencioso y seguro en el que el hablante es capaz de expresar su voz más genuina.

Hay una comunión de almas.

 La forma en que nos escuchamos establece un tono para todo lo que sigue.

 A menudo pensamos que nuestro hablar, las palabras que usamos, es la parte más importante de nuestra comunicación. Sin embargo, es la calidad de nuestra escucha lo que tiene el mayor impacto en cualquier conversación.

Se ha dicho que escuchar el alma de otro puede ser el servicio más grande que un ser humano jamás realiza por otro.

¿Qué hace que escuchar sea espiritual?

En esa escucha nos convertimos en “la presencia que escucha sin juzgar”. Para escuchar sin juzgar, abiertos, expectantes, no podemos estar pensando en nuestra respuesta, o en lo que vamos a hacer a continuación.

Escuchar es mucho más que permitir que otro hable mientras espera la oportunidad de responder. Escuchar es prestar total atención a los demás, abiertos a nuestro propio ser. La belleza de escuchar es que aquellos que son escuchados descubren a su vez, su verdadero SER.

Hay un sentido de unidad, unidad sin dualidad.

Entramos en el espacio con todo nuestro ser, corazones, mentes, cuerpos, almas. Empezamos a recordar lo que somos.

El acceso a este espacio pasa por la práctica del silencio y la quietud.

Es desde este espacio que nos convertimos en testigos de cada uno; nuestras almas se conectan.

La escucha espiritual encarna todos nuestros sentidos cuando nos ofrecemos a los demás libremente y sin expectativas, proporcionando la apertura para una comunión profunda. 

Es un intercambio desde el nivel más profundo, nos sentimos como en casa unos con otros, descansando en la gracia de nuestra relación.

Lo que es llamado “escucha activa”, que muchas veces es presentada como una capacitación laboral, o más íntimamente como un recurso para relacionarnos con “los otros” …es un método con algunas prácticas que pueden estar incluidas en la escucha espiritual…sin embargo, esta última no es un método: surge de la apertura de nuestra consciencia y corazón, del empleo de la bondad morosa, y no persigue un fin, sino solo SER PRESENCIA. 

Es la forma en que nuestra Presencia se abre a incluir en la Unidad Original las otras Presencias…que en realidad son Una con la nuestra en el Espacio Infinito que está más allá aun de las palabras.

Por lo tanto, es  ESCUCHARNOS AMOROSA COMPASIVA Y PACIENTEMENTE...A NOSOTROS MISMOS.


Grcias. Gracias. Gracias




miércoles, 25 de mayo de 2022

Tomando té con tu Sombra- Tahíta

 




A veces, nuestra sombra, sin que lo sospechemos…dirige el espectáculo de nuestras vidas.

El trabajo con la sombra, como se suele llamar, no es atacarla o seguir negándola.

Consiste en encontrar las fuerzas internas e inconscientes que con demasiada frecuencia nos controlan. Son fuerzas indeseadas que nos llevan a estados de adormecimiento, que nos hacen actuar de manera cruel o inapropiada hacia los demás y, a menudo, son lo suficientemente fuertes como para quitarnos nuestra propia fuerza de voluntad y nos hacen sentir vacíos y sin perspectivas luminosas.

Ahí es cuando sabes que tu sombra está actuando.

Pero, recordemos… ¿Qué es la sombra, exactamente?

Básicamente, la sombra es esa parte de nosotros que nuestra propia identidad consciente, o ego, no puede tolerar. Por la razón que sea, la sombra no encaja con la forma en que queremos presentarnos al mundo, por lo que esa parte queda desterrada bajo tierra. Por ejemplo, nuestra sombra podría ser algo que a nuestros padres avergonzaba o consideraron no deseado, como nuestro cuerpo, algún comportamiento salvaje o nuestra particular creatividad. Y así, esa parte de nosotros a la que no se le dio voz o no se consideró adecuada fue escondida.

La cuestión es que la sombra nunca desaparece realmente. Puede estar fuera de la vista de la mente consciente y el ego, pero no se esconde en silencio.

¿Quién sabe lo que se esconde en el corazón de los hombres? 

Nuestra sombra lo sabe, porque la sombra inconsciente nunca olvida. No solo eso, sino que la sombra desterrada exige ser escuchada, incluso si eso significa sabotear nuestra vida, nuestra carrera y relaciones. Para algunos, la sombra se hace cargo a través de la adicción, adormeciendo el dolor que no pueden tolerar. Puede aplastarlos con depresión, destruyendo su capacidad de ser productivos. Podría sabotearlos con ansiedad, impidiéndoles disfrutar de la vida. En cada caso, hay una parte oculta de nosotros que necesita ser abordada e integrada a la vida.

La sombra puede venir de la familia o de la cultura, y el problema viene cuando no se reconoce y se reprime. Cuando eso sucede, la sombra actúa a nivel individual y colectivo.

Pero la sombra, en realidad puede despertarnos, o incitarnos sí o sí a que abordemos lo que debiéramos haber abordado antes, y patearnos el trasero hasta que despertemos el poder interno para solucionar situaciones que evadimos. 

 Al entrar en contacto con nuestro lado oscuro, experimentamos todo nuestro Yo personal. Eso incluye lo que consideramos lo bueno, lo malo y lo neutro. Desde este punto de conciencia despierta, se puede comenzar a integrar estas partes exiliadas con compasión y aceptación reduciendo así la necesidad de comportamientos que desembocan en emociones incontrolables.

La atención plena nos permite sintonizarnos con lo que podríamos llamar "susurros mentales", los patrones arraigados de sombras que nos hablan, que ordenan o sugieren que nos comportemos o nos movamos en una dirección particular.

 Tomar conciencia de estos susurros mentales fugaces a veces puede ayudarnos a captar la sombra en el trabajo o cualquier otra situación. En otras ocasiones, podemos identificar la sombra por una sensación en el cuerpo, una sensación de malestar o incomodidad.

En lugar de obedecer sin pensar la orden de esos susurros inconscientes la mente o tratar de evitar la sensación incómoda, permitámonos descansar con ella. Tomar un respiro y re-conocerla. 

La sombra tiene un mensaje para todos y cada uno, y meditar en ello puede ayudarnos a entablar amistad con ella y conocerla mejor. Además, en lugar de pensar en la sombra como una parte nuestra no deseada o mala, podemos considerarla como un mensajero sorprendentemente revelador.

Invita a tu inconsciente más profundo a tomar una taza de té

No disminuyas el papel del inconsciente en el universo. Los procesos inconscientes son inteligentes y adaptables a todo ser vivo.

Entonces, después de notar nuestra sombra, es posible que deseemos invitarla a dialogar con nosotros. Hagámosle preguntas, tales como, "¿Por qué actúas de esta manera?" o "¿Cómo estás tratando de protegerme?"

 Recordemos que la sombra es una parte nuestra que no fue escuchada. Ahora, al sentarnos y escucharla, estamos dejando que vea la luz. 

Incluso si no estamos seguros de lo que quiere o por qué está aquí, el hecho de que reconozcamos y aceptemos esta parte nuestra rechazada puede marcar la diferencia.

La próxima vez notemos que nuestra sombra nos está impulsando a actuar, hagamos una pausa. 

Tomemos una taza de té con esa parte rechazada que una vez conocimos tan bien e incluso tal vez amamos...hasta que un patrón establecido resolvió que le soltemos la mano y le cerráramos la puerta consciente para no tenerla en cuenta más.

Sin embargo…allí ella esperará siempre la oportunidad de colarse por donde sea, hasta que le abramos mente y corazón para integrarla y así darle voz y voto.

Para reconocer que está allí por algo…y actuemos en consecuencia.

 

Gracias. Gracias. Gracias


 [L1]

domingo, 22 de mayo de 2022

Solo en La oscuridad pueden verse las estrellas- Tahíta

 


La oscuridad y las dificultades son maestros disfrazados, enviados por la Vida para enseñarnos el arte de transformar el dolor en conocimiento, la oscuridad en iluminación.

Los ritos de iniciación de todo el mundo confirman esta relación sagrada entre la oscuridad y la sabiduría, o lo que los nativos americanos llamaban "segunda visión".

Como dijo el poeta Theodore Roethke: "En una época oscura, el ojo comienza a ver". Solo exponiéndonos a la verdad en toda su inquietante incertidumbre y cambiando nuestra perspectiva para trascender las predicciones negativas, podemos obtener el tipo de conocimiento a través de la desgracia que no podríamos haber alcanzado de otra manera.

Esto es importante de entender. Las lecciones más duraderas y transformadoras de la vida llegan la mayoría de las veces en paquetes no deseados, a través de la pérdida, la inseguridad, el sufrimiento, el dolor y la desilusión.

No podemos madurar como seres humanos sin antes haber aprendido a negociar con la oscuridad y lo desconocido.

Esto No quiere decir que haya que propiciar o buscar el dolor, sino que podemos cambiar siempre la perspectiva de las situaciones dolorosas para un enriquecimiento o resiliencia.

Aceptar que la adversidad es combustible para el crecimiento y esencial para la realización personal nos vacuna contra la desesperación al recordarnos que la vida nunca tuvo fama de ser fácil.

Cuando Marco Aurelio nos aconsejaba. “Cuando te despiertes por la mañana, dite a ti mismo: Tal vez las personas con las que trato hoy sean entrometidas, ingratas, arrogantes, deshonestas, celosas y hoscas.” …nos daba a entender que cuando dejamos de esperar que los humanos no sean humanos, y que la existencia no sea dura, nos liberamos de la decepción. Evitamos la expectativa de que la vida será diferente de lo que ES. Entonces, cuando sucede algo grato, lo tomamos como algo a disfrutar a fondo.

Enfrentar la vida tal cual ES, se torna un antídoto contra la autocompasión, que es una trampa tendida por la ignorancia que presupone que debemos ser especiales, no vulnerables al dolor como todos los demás.

La gratitud cambia todo esto. Estar dispuesto a estar agradecidos por la vida con todas sus infinitas imperfecciones ennoblece la mente y abre el corazón a la compasión, permitiendo la comprensión y una conexión más profunda.

El dolor nos iguala. Todos somos hilos de una trama que es sacudida fuertemente por las fluctuaciones de la dualidad.

La resistencia y la no aceptación, entonces, son el corazón de nuestro dolor: la fantasía de que esto no debería estar sucediendo, sea lo que sea, que las cosas deberían ser diferentes de lo que son.

Debería nunca es el camino a la verdad. Sólo a través de la aceptación llega la sabiduría. Esto no es lo mismo que la resignación. Significa que lo que es ES y desde allí podemos accionar si así lo sentimos.

El ego escucha esto como una bofetada, pero estos principios son indiscutiblemente ciertos cuando se ven desde una perspectiva espiritual como una la gracia.

Lo que sea necesario para despertarnos es una forma de gracia. Cualquier cosa que se requiera para sacudirnos de nuestra complacencia o vacilación es una forma de gracia.

A medida que envejecemos, aprendemos a dar la bienvenida a la gracia en su "disfraz angustioso", como la Madre Teresa describió su trabajo con el sufrimiento humano mientras veía el cuerpo de Jesús en todos.

No estoy hablando en absoluto religiosamente. Estoy definiendo la gracia como la alquimia entre la pérdida y la revelación, la oscuridad y la luz, cuyos efectos hacen que sea improbable no estar agradecidos aun por las cosas que consideramos personalmente terribles, cuando sirven para encender un fuego en nosotros.

Los tiempos de incertidumbre suelen ser los más maduros para la transformación, lo sabemos por la ciencia inclusive.

Por ejemplo, el crecimiento postraumático es el resultado de reordenar nuestras historias sobre la pérdida y el dolor, y sobre quiénes creemos que se supone que debemos ser. Significa sacarnos del asiento de la víctima y responder a las dificultades de manera más creativa y eficaz.

Llamémoslo intencionalidad o profecía auto cumplida, se reduce a lo mismo: podemos usar el dolor para despertarnos o como excusa para seguir durmiendo.

Cuando nos aferramos a nuestras historias egoicas y nos resistimos a movernos a través de nuestro dolor, interferimos con el flujo de la Vida que siempre está cambiando, descubriendo nuevas salidas y soluciones, cambiando de forma, sorprendiéndonos.

De hecho, es más fácil rendirse a las cosas tal como son que luchar contra la realidad.

Eso no significa resignarnos a circunstancias que podríamos mejorar. Tampoco significa volvernos milagrosamente agradecidos por la angustia, el trauma y la pérdida.

Más bien, recuperamos la energía necesaria para hacer frente a la realidad.

Usamos la llama oculta en la oscuridad para iluminar nuestro propio camino.

El Buda nos enseñó a ser lámparas para nosotros mismos: Contenemos el poder del despertar dentro de nosotros. 

Para revelarlo, necesitamos la voluntad de enfrentar las cosas exactamente como son.

Plantarnos firmemente en la oscuridad y contemplar las estrellas luminosas que surgen, y que si no fuera al oscuro…no veríamos

 

Gracias. Gracias. Gracias


sábado, 21 de mayo de 2022

Impermanencia…algo que puede resultar difícil de Aceptar- Tahíta

 



 

La mayoría de nosotros nos sentimos incómodos con el cambio.

Con la impermanencia.

Con la incertidumbre.

Al menos hasta cierto punto.

Nos gusta lo conocido, lo familiar; nos gusta poder predecir, planificar y decidir.

Pero también conocemos la verdad inherente de la impermanencia: que todo cambia. Que nada sigue igual. Y, sin embargo, es una verdad que puede resultarnos difícil de aceptar.

Es algo muy humano a afrontar.

Es fácil decir "el cambio es la única constante" o citar una frase sobre la impermanencia y escribir “es verdad”. Otra cosa es encarnar completamente la verdad de esa sabiduría. Para moverse y fluir con su esencia.

No podemos forzarnos a “estar bien” con el cambio o “fluir” o “dejar ir”. Estas cosas no suceden conscientemente. Simplemente suceden.

Parte de nuestra incomodidad proviene de que formamos vínculos emocionales con las cosas, desarrollamos sentimientos y formamos recuerdos, algo que sucede inconscientemente. Las cosas empiezan a significar algo para nosotros.

Es natural sentir esta incomodidad con el cambio.

Por ejemplo, si nos vamos a mudar, no solo dejaremos un lugar, un espacio, una casa física. Esa casa, ese espacio, ese lugar guarda recuerdos para nosotros. Podemos tener ciertos sentimientos o apegos asociados con él. Ese lugar significa algo para nosotros.

Puede sentirse bien irse, incluso puede que estemos emocionados por lo que está por venir, pero también podemos notar que nos sentimos tristes, asustados o resistentes a dejar ir por lo que estamos dejando atrás.

Una vez más, no podemos obligarnos a no sentir la incomodidad. Pero podemos tomar conciencia. Podemos observar lo que sucede dentro de nosotros y reservar espacio para ello. Podemos sentir “lo correcto" de ello y también observar las partes de nosotros que están apegadas, las que se aferran, las partes que se sienten resistentes o incómodas.

Podemos observar cómo podemos sentir tantas cosas diferentes a la vez y cómo suceden todas estas cosas diferentes a la vez.

Podemos verlo.

Estar con eso. No escapar.

Reservar espacio para ello.

Y comprenderlo.

Hace años, luché por aceptar que ya no era amiga de alguien a quien en un momento consideré uno de mis amigos más cercanos. No había pasado nada malo, simplemente nos alejamos.

Pero me costaba aceptarlo. Me di cuenta de que pensaba cosas como, ¿cómo pude dejar que esto sucediera?

Entonces, cuando salí a caminar, estas palabras surgieron dentro de mí:

“Soy tan diferente de lo que era, ¿cómo podría esperar que la naturaleza de esas relaciones siguiera siendo la misma?”

Instantáneamente me relajé. No dejé de sentirme triste por completo, pero estas palabras me trajeron una profunda comprensión. Porque eran verdad. Era tan diferente de lo que había sido, ¿cómo podía esperar que esas amistades siguieran siendo las mismas?

El cambio sucede.

Nosotros cambiamos.

Es natural.

Nos pasa a todos.

Luchamos con el cambio, con la impermanencia, porque nos sentimos cómodos con lo que sabemos y porque formamos vínculos emocionales con las cosas. A personas, lugares, ideas y formas de ver el mundo, incluso a formas de vernos a nosotros mismos.

Y eso sucede. Es natural.

Esto también es natural.

No podemos obligarnos a nosotros mismos a estar bien, a fluir sin esfuerzo o a no tener ningún apego.

Pero podemos mirar. Podemos observar.

Podemos tomar conciencia.

Y podemos querer entender.

Es algo tan natural que nos sintamos incómodos con la impermanencia, aunque sabemos la verdad de ella.

Es, creo, una experiencia humana, una lección, todos estamos en proceso de aprendizaje. Algo que todos estamos destinados a aprender.

Lo mejor que podemos hacer es tomar conciencia. Sentir lo que estamos sintiendo y simplemente volvernos conscientes.

Tomar conciencia de lo que estamos pensando y sintiendo y experimentando.

Vigilar.Observar. Permitir.

Reservar espacio para todo.

Y mantener una  amorosa voluntad de comprender.

 

Gracias. Gracias Gracias