DONACIÓN AMOROSA

 

DONACIÓN AMOROSA

 

GRACIAS

GRACIASSSS...Por todo vuestro amoroso apoyo tanto presencial como financiero, los que han podido, a través de tantos años. Porque ayuda el que dona dinero...pero ayuda inconmensurablemente quien expande su amor y su Presencia en el Infinito Campo de Conciencia en el que estamos entrelazados♥

Buscar este blog

domingo, 30 de septiembre de 2018

Amor en nuestro Trabajo Diario


"No hay mayor poder que la percepción espiritual, porque es en la comprensión de quiénes somos donde reside nuestro verdadero poder”.

Marianne Williamson

 

 

Se escribe y dice mucho acerca del éxito profesional, un área donde el "poder" típicamente se define por factores externos como la autoridad, el dinero y la influencia, y aunque no hay dudas de que estas son formas de poder, el problema es que a menudo los confundimos con nuestra verdadera fuente de poder.

Nuestra verdadera Fuente no está fuera de nosotros, sino que es una energía inmutable de amor perfecto que está, y siempre ha estado, en todas las cosas, interconectándolas, interpenetrándolas  y rodeándolas, incluyéndonos. Ya sea que llamemos a esta fuente: espíritu, amor, Dios, Universo o lo que sea, ese no es el punto; el punto es que realmente la experimentemos, no solo en la meditación sino en nuestro día a día.

Y la forma de experimentar  el Amor en nuestro trabajo, ya sea en casa o en un empleo, como en todas las áreas de nuestra  vida, es borrando de nuestro pensamiento  todo lo que lo bloquea, especialmente la influencia más gruesa del ego. Y aunque esto puede sonarnos familiar desde una perspectiva espiritual, lo que no es tan obvio es cómo muchas de las lecciones que aprendemos en un camino espiritual no las hacemos parte de nuestro éxito en el trabajo, aunque son esenciales.

No creamos que practicar el "amor" en la oficina es ser ingenuo, inapropiadamente afectuoso o no poniendo los  límites necesarios. En cambio, lo practicamos cuando el amor está siempre alineando nuestro pensamiento con la energía de la gracia y el perdón, o salvando la distancia que va de la cabeza hasta el corazón. Así se pueden tomar decisiones asertivas  y correctas y a la vez amorosas.

Esta práctica es importante para mantener la paz y la compostura, pero es especialmente útil en roles de liderazgo porque el liderazgo se trata de influencia, y no puedes influenciar a nadie que consciente o inconscientemente sienta que lo juzgas. También incluye a nuestros hijos si la labor es en casa.

Esta es también la razón por la que nuestro trabajo más importante, independientemente de lo que diga nuestra tarjeta de presentación laboral es una vuelta  a la Luz de nuestra mente, desluciendo  lo más posible la perspectiva del ego, que cree en dominación, agresividad, competencia y dureza como medios de alcanzar el éxito y el respeto. Cuando realmente entendemos cómo hacer esto, no nos sentimos menos efectivos en el mundo; más bien todo lo contrario: el fundamento amoroso del espíritu nos hace más efectivos porque estamos trabajando desde el Ser Superior.

Una cosa a tener en cuenta es que tratar de expandir la  Luz no significa  imponer nuestras creencias Tengamos conciencia de no impulsar creencias y prácticas espirituales en otras personas, especialmente en el trabajo .Podemos mantenernos comprometidos con nuestra fe, sea la que sea  y el Universo se encargará del resto. Confiemos  en que nuestros cambios energéticos elevarán a todos en donde trabajamos.

No es fácil en un ambiente  mundano sostenernos en la calma, el amor, la paciencia y la compasión, pero la base será  prepararnos de la manera que lo sintamos antes de afrontar ese desafío…ya sea orando diariamente, meditando  o simplemente disponiendo  de nuestros momentos de silencio o de caminar a solas.

Somos apoyados por una corriente de amor siempre presente. Todas las mañanas podemos pedir guía. Diciendo por ejemplo…: "Gracias, Universo, por mostrarme cómo ser Luz". ”Espíritu Santo, inspírame en cada momento hoy” Tratamos luego de permanecer abiertos a recibir orientación intuitiva durante todo el día.

Asimismo, cuando debamos afrontar algo difícil o tomar decisiones poco agradables, recordemos RENDIRNOS. Entreguemos nuestros miedos y nuestras expectativas, invitando al espíritu a tomar el mando. Esto aporta espiritualidad a nuestro trabajo y nos reconecta con el campo de posibilidades  ilimitadas desde donde llegan todas las soluciones.

La próxima vez que estemos ante una gran reunión o algún otro evento de alto riesgo, una decisión difícil o una tarea que presente desafíos, todo lo que necesitamos recordar es…RENDIRNOS. Podemos  hacerlo en el tren, en el automóvil, en una cafetería o en nuestro escritorio, limpiando la casa, cocinando o duchándonos. Lo que sea, lo dejamos ir, sabiendo que siempre somos  completamente respaldados y guiados.

En cualquier descanso que tengamos podemos meditar durante unos minutos. Esto es realmente poderoso y aporta nuevas energías. Trabajar con otras personas puede ser tanto una bendición como un desafío. Es probable que tengamos compañeros de trabajo agradables y otros no tanto.

La práctica de la bendición y el amor compasivo extendido ilimitadamente son buenas herramientas. Llevar la espiritualidad al trabajo es algo a practicar todos los días. Antes de comenzar a trabajar, y cuando lo recordemos, incluyamos en nuestro corazón y bendigamos a todas las personas con las que trabajamos, sin excluir a nadie.

No olvidemos la atención plena para poder responder y no reaccionar ante eventos imprevistos estresantes, y el no juicio. Recordemos que si nos sentimos enojados, resentidos o molestos con otra persona, en última instancia, lo que estamos haciendo es juzgarlos. Dejémoslo ir también. Las personas responderán a esto de diferentes maneras, pero su respuesta no es lo que importa. Lo que importa es nuestro compromiso con el amor. Al reconocer la parte que nos corresponde con responsabilidad, cumplimos con el profundo acto espiritual de limpiar la energía. Limpiando energías e intenciones, la energía de la situación se clarifica.

Y sobre todo…el no juicio y la compasión son un viento del alma que lo limpia todo, en especial si podemos aplicarlo a nosotros mismo, porque las tormentas del día a día seguirán aconteciendo, y lo importante es remontarnos con éste viento hacia las zonas más radiantes de nuestro Ser, para traer desde allí las energías más luminosas disponibles  y volcarlas en cada situación dejando a la Vida que se desarrolle con profunda aceptación, reverencia y hasta alegría.

Con esa alegría reverencia y aceptación también podemos hermosear nuestros espacios de trabajos con plantas, sahumerios si se nos permite, o cualquier objeto que nos retrotraiga a la belleza esencial de la tarea cotidiana…y si no podemos hacerlo, poner cerca de nuestra nariz el aceite esencial de nuestra preferencia, o  lo que sea que nos inspire, será usado por nuestro Ángel Solar, espíritu, o maestro interno, como recordatorio de la reverencia con que cada relación, sitio o circunstancia están revestidos, desde el Amor.

Después de todo el Amor, solo se trata de Amar. De amarlo todo.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Dejando que la Ansiedad  Llegue




Muchas veces hablamos de la necesidad del desarrollo de la percepción a través del cultivo de la atención plena. A medida que nos entendemos mucho más, a medida que vemos nuestras vidas con más claridad, comprendemos muchas cosas en un nivel más profundo: cuán cambiante es todo; cómo todos estamos indefectiblemente interconectados, no importa lo solos que a veces nos sintamos; cómo algunas de nuestras actitudes nos hacen felices o fuertes y cómo otras no; cómo algunos de las cualidades que la mayoría de las personas consideran cursi o estúpidas (como la compasión o la generosidad) constituyen, en realidad, las mejores a cultivar en nuestras vidas. Cuanto más desarrollamos la comprensión, más descubrimos que ya no estamos tan esclavizados por aspectos como la ansiedad. Sin embargo, ¿y si sigo con ansiedad?

Algunos creen que la ansiedad, en cierta etapa evolutiva, ya no debería surgir. No creo que sea así, aunque después de mucho tiempo de padecerla, podemos sí comenzar a enfrentarla y poco a poco ir experimentándola de otra manera, ocasionalmente puede desaparecer en algunas personas, pero si o es así, no es una “marca” de que seamos inútiles, o menos aptos.

En mis años en diversos caminos he escuchado interminables debates sobre si, en una persona considerada “despierta” o “más iluminada”, los estados mentales como la ansiedad, la codicia, el miedo o la ira no surgen en absoluto. Algunas escuelas dicen que esas cualidades pueden surgir, pero son como susurros en lugar de gritos en nuestra mente, como redes vaporosas y sutiles  en lugar de muros fortificados. Considero más importante poder por delante la compasión y la paciencia, ya sea para con otros, como para con nosotros mismos.

No devela que haya personas despiertas más que otras, o más o menos iluminadas. Confío en un proceso continuo e inteligente que independientemente de cómo lo veamos, es perfecto.

La mayoría de los caminos dicen que, después de un cierto punto de avance espiritual, esos estados dolorosos y confusos no surgirán en absoluto. Digo, tendré que llegar a ese lugar de avance espiritual para saberlo, porque la ansiedad sigue acompañándome, aunque mucho más amistosamente que cuando era niña. En este momento, mi actitud es "¿Quién sabe realmente qué rasgo desaparece o no y por qué?" No estoy segura de que realmente importe. Estamos y avanzamos con lo que sea que surja sin enjuiciar el proceso.

También creo que si nos juzgamos porque la ansiedad surge, probablemente nos olvidamos de la práctica del amor incondicional. Las causas y las condiciones para que surja algo suelen ser de distinta índole: lo que podemos saber y lo que podemos sentir, o solo adivinar, todo está entrelazado y en movimiento, lo que nos lleva a los cambios caleidoscópicos de la vida.

Si surgen fuerzas como la ansiedad o el miedo, ya no tienen que gobernar nuestras elecciones, nuestras relaciones y nuestros momentos. No las reprimimos, no la tapamos o tratamos de disfrazarlas o de huir. Simplemente la tomamos como manifestación de esa amorosa energía de la Fuente que es perfecta para el aquí y ahora…y la atravesamos.

 La atención plena no se trata de lo que surge. Se trata de cómo respondemos o nos sentimos cuando surge algo: cuánta presencia, equilibrio y compasión estamos generando en relación con esa ansiedad o rabia o lo que sea que nos esté causando dolor.
Vivimos tiempos cada vez más ansiosos. Podemos encontrar  una serie de técnicas para aliviar la ansiedad, pero lo importarte es tener un entendimiento y comprensión de cada estado que atravesamos.
Cuando capto la ansiedad en aumento, tomo una respiración profunda, algo que no es tan difícil de hacer, y me aseguro de que la exhalación sea más larga que la inhalación. Si la inhalación toma cuatro conteos, la exhalación puede tomarme seis u ocho. Respirar de esta manera  actúa sobre el sistema nervioso parasimpático, la red del cuerpo que gobierna las actividades que tienen lugar en reposo, como la digestión y el sueño. Al respirar de esa manera se estimula la calma.

También suelo practicar ante la ansiedad o la ira el enraizarme. Imagino que crecen raíces en mis pies, las  que me mantienen firme en la tierra mientras el cielo del acontecer ,sea el que sea,se abre a mi alrededor. Sigo respirando ralentizando el sacar el aire fuera mientras me mantengo enraizada…funciona muy bien para que no nos saque de la conciencia corporal ninguna emoción arrasadora. Lo genial de estas prácticas simple de atención plena es que…si el que es arrasado por esa emoción es tu compañero, hijo, etc…puedes ayudarle  y ayudarte al enraizarte y respirar profundo y lento en la exhalación.

Cada uno puede, observándose y conociéndose, emplear cualquier táctica que le funcione…asegurándose de que aporte consciencia al momento, que es lo que va diluyendo la fuerza que nos arrasa, porque si en lugar de concientizarlo, nos ponemos un auricular, nos tratamos de distraer, o negamos lo que sentimos…esto queda como “materia pendiente“ y volverá fortificado.
Lo principal es dejar que suceda y nada más sin “esconderle el bulto”, sintientes, enraizados, respirando…como sea.

Dejemos que truene y llueva. Así es el proceso de la Vida  al que ayudamos abriéndonos y dejándolo ser.

Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

El equinoccio y la Invitación al Equilibrio



Los equinoccios ocurren dos veces al año y en ellos, las horas de luz y oscuridad se equilibran. Aquí hay un rico simbolismo que hace que el Equinoccio sea un momento maravilloso para celebrar la dualidad de la vida.

En este ámbito físico, en este mundo 3D hay dualidad. En los reinos energéticos, sin embargo, solo hay Uno. Es fácil para nosotros racionalizar y comprender la separación y la dualidad con nuestras mentes lógicas, pero cuando ingresamos a los reinos superiores, entendemos  que todo está conectado y que todos somos Uno y lo mismo.

Todos nosotros aquí en este planeta estamos simplemente en un viaje. Aunque nuestros viajes pueden parecer diferentes, probablemente sean más similares y conectados de lo que creemos. El equinoccio es el momento perfecto para traer aceptación a nuestra vida sin importar las circunstancias o los juicios sobre lo que es bueno y lo que es malo, y en cambio honrar el viaje.

También es el momento perfecto para honrar el crecimiento y el dolor, la luz y la oscuridad y todas las experiencias que nos han hecho tal como somos hoy. Es el momento perfecto para amarnos  y aprender a encontrar la gratitud y la paz con el viaje en que estamos embarcados.

En la tradición yóguica, el equinoccio es visto como un día en el que se tienen las mejores posibilidades de trascender las limitaciones y compulsiones. Las culturas y tradiciones antiguas de todo el mundo honraron el ciclo de las estaciones, poniendo un énfasis clave en estos puntos de inflexión de los solsticios y los equinoccios.

La energía del equinoccio es un disparador de la ascensión. Con cada Equinoccio emerge una nueva ola de equilibrio, luz y una oportunidad para trascender la ilusión.

Este es un momento poderoso y sagrado para que identifiquemos las intenciones que realmente deseamos manifestar en nuestra vida física en la Tierra y en nuestro  camino interior.



Así como en el hemisferio norte de nuestro planeta se preparan para los vientos del otoño, nosotros, los del hemisferio sur estamos encarnando la experiencia exactamente opuesta, ya que estamos esperando el regreso de la luz y la luz del sol de la primavera.

El hermoso reflejo de las experiencias opuestas encarnadas en el conjunto de nuestro planeta es algo para meditar y apreciar.

Porque a medida que todos avanzamos hacia un reequilibrio de los opuestos dentro y fuera, vemos que esta dualidad dentro del todo es una parte intrínseca de la Realidad. Uno no puede existir sin el otro, y las estaciones y el flujo y reflujo de la vida nos reflejan esta sabiduría elemental.

Dondequiera que nos encontremos en el espectro, es el momento de equilibrar la oscuridad y la luz. En el hemisferio norte, a medida que los días se acortan y la luz exterior retrocede, se mueven hacia adentro para encender su luz interior. En el Hemisferio Sur, a medida que los días se hacen más largos, nos movemos de regreso al mundo y sacamos nuestra luz interior para compartir con el mundo.

Todo en la naturaleza es constantemente dar y recibir. Este equilibrio es esencial, y es parte de las energías expresivas del yin y el yang que estamos reequilibrando como colectivo.
Entonces, este Equinoccio de septiembre, que todos recordemos este BALANCE intrínseco y lo ACTIVAMOS dentro de nosotros.

Cuando damos de nuestro corazón, no le estamos dando a una persona o causa aislada, sino que le estamos dando a la mayor fuerza de Vida que anima a todo el Universo. Estamos participando en el intercambio, en el dar y recibir que es una parte intrínseca y esencial de los armónicos del Universo.
Somos parte de eso Somos parte de este flujo de Vida. No estamos separados, y al participar activamente en este dar y recibir, nos estamos abriendo al flujo y restableciendo el equilibrio de nuestro planeta.

Al igual que todos nuestros antepasados ​​lo han hecho desde el principio de los tiempos, honramos los ciclos y las estaciones que nos recuerdan el flujo de vida en constante cambio del que somos parte. Ya permanecimos demasiado tiempo desconectados de la naturaleza así que en cada cambio de estación podemos recordar reconectarnos y agradecer.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA
El significado profundo del equinoccio de primavera es que la luz del día comienza a aumentar, por lo que la Tierra está a punto de volcarse a más LUZ, como un recordatorio iluminador y sublime de que la luz está regresando y siempre lo hace. Por lo tanto, representa nueva luz y vida, nuevos comienzos, semillas y caminos.

Así como la duración del día y la noche es igual, esta vez representa nuestra propia necesidad de equilibrar las energías yin / yang y masculina / femenina.

Es un momento de renovación, nuevos comienzos de vida y crecimiento floreciendo gloriosamente y anunciando una renovada sensación de energía traída para ayudarnos a enfocarnos y avanzar en formas nuevas, frescas y positivas.


EQUINOCCIO DE OTOÑO

Cuando nos dirigimos al otoño nos vamos preparando para el largo período de oscuridad que trae el invierno, cuando las noches son más largas que los días, debido al sol decreciente.

Se trata de nosotros enfrentando nuestra propia oscuridad. Así que este es el tiempo perfectamente manifestado para echar un vistazo a la oscuridad que se esconde dentro de nosotros, la sombra.
Es un momento de reflexión interna y preparación (antes de que lleguen los meses más fríos). Se trata de trabajo interno, ir dentro y hacer un inventario de nuestras vidas, honrando el viaje.
 Momento de enfrentar esa sombra interior sin temor, aceptando e integrando.



Ya sea en primavera o en otoño, el tiempo del Equinoccio tiene como objetivo ayudarnos  a equilibrar nuestra propia vida. Ahora se nos sostiene para liberarnos de cualquier cadena restante que haya obstaculizado o bloqueado nuestro crecimiento.

Este ciclo completo de las estaciones también nos trae a la mente el sentido de la vida como continuo e interminable, la noción eterna de renacimiento (reencarnación). Hay una profunda metáfora espiritual y resonancia en ello si lo consideramos internamente.

Les deseo a todos, una bendita transición a medida que nos levantamos para participar activamente en el restablecimiento del equilibrio. Interior y Exterior, Recibir y Dar, Micro y Macro, Inhalar y Exhalar.

Gratitud Infinita

Y las Bendiciones fluyen!

Tahíta

lunes, 10 de septiembre de 2018

Volviendo a la Mente Natural…dejar de "Tener que"

 Debajo de todos nuestros esfuerzos, todos queremos estar en paz, sentirnos satisfechos, realizados, a gusto. Ninguno de nosotros quiere sentir dolor o sufrir innecesariamente.

Podemos decidir cambiar de trabajo, comenzar una nueva relación o emprender un nuevo pasatiempo porque creemos que seremos más felices. 

Pensamos que buscamos un objetivo externo, pero estamos buscando ese objetivo con la esperanza de que, de una forma u otra, nos sintamos mejor…y eso conlleva cierta interioridad nada material.

¿Por qué entonces rara vez encontramos paz mental? Después de todo, somos seres inteligentes, podemos mirar hacia adelante y planificar para el futuro. Además, tenemos muchas herramientas y tecnologías con las cuales crear un mundo mejor para nosotros mismos. Uno podría pensar que, de todas las criaturas, seríamos los que podríamos estar más contentos y a gusto. Sin embargo, parece ser todo lo contrario.

Un perro pasa más tiempo a gusto que su dueño que está ocupado buscando las diversas cosas que cree que le proporcionará satisfacción. Si dejamos a un perro sin nada que hacer, probablemente se tumbará, apoyará la barbilla en el suelo y verá pasar el mundo. Déjennos a los seres humanos sin nada que hacer, y no pasará mucho tiempo hasta que nos quejemos de aburrirnos, nos inquietemos y empecemos a buscar cosas para llenar el tiempo. Nos preocupa lo que nos podemos perder y cómo podemos mejorar las cosas, o nos ponemos a marcar una cosa más en esa lista interminable de "cosas por hacer".

Paradójicamente, es nuestra notable capacidad de cambiar nuestro mundo lo que nos ha llevado a este lamentable estado. Hemos caído en la creencia de que si no estamos en paz, entonces debemos hacer algo al respecto. Creemos que debemos obtener algo que todavía no tenemos, hacer que otros respondan como nos gustaría, disfrutar de una nueva experiencia o, a la inversa, evitar alguna circunstancia o persona que nos cause angustia. Suponemos que, si pudiéramos conseguir que nuestro mundo  fuera de otra manera, finalmente seríamos felices.

Desde el momento en que nacemos, nuestra cultura refuerza esta suposición, alentándonos a creer que el bienestar externo es la fuente de la realización interna. Cuando niños pequeños aprendemos del ejemplo de nuestros mayores que es importante tener el control de las cosas, que las posesiones materiales ofrecen seguridad. A medida que crecemos, gran parte de nuestra educación se centra en conocer cómo administrar mejor nuestros asuntos y así encontrar una mayor satisfacción. Como adultos, el diluvio diario de televisión, radio, periódicos, revistas y anuncios refuerza la creencia de que la felicidad proviene de lo que nos sucede. El resultado neto es que nos volvemos adictos a las cosas y las circunstancias.

Nuestra  adicción al materialismo puede no parecer una adicción a las drogas, pero el patrón subyacente es el mismo. A las drogas, ya sea alcohol, tabaco, café, tranquilizantes, cocaína o heroína, las personas las toman por una simple razón. Quieren sentirse mejor. Quieren sentirse felices, relajados, en control, menos ansiosos, temporalmente libres de algún sufrimiento. En este sentido, los consumidores de drogas no buscan nada diferente a los demás; es solo la forma en que lo están haciendo lo que la mayoría de las sociedades considera inaceptable.

De manera similar con nuestra adicción al tener y hacer, estamos buscando un mejor estado de ánimo. Y, en el corto plazo, puede parecer que funciona. Pero cualquier placer, felicidad o satisfacción que encontremos es solo temporal. Nos volvemos psicológicamente dependientes de nuestras fuentes favoritas de placer: comida, música, conducción, debates, fútbol, ​​televisión, compras, lo que sea.

Cuando esto no produce una satisfacción duradera, no cuestionamos si nuestro enfoque puede ser erróneo. En cambio, tratamos aún más de conseguir que el mundo nos dé lo que queremos. Compramos más ropa, asistimos a más fiestas, comemos más alimentos e intentamos ganar más dinero. O nos damos por vencidos con esto y probamos cosas diferentes.

Sin embargo, la verdadera paz mental sigue siendo tan elusiva como siempre.

Vivimos en lo que las filosofías indias llaman el mundo del samsara , que significa "deambular". Deambulamos, buscando la plenitud en un mundo que proporciona respiros temporales del descontento, un placer momentáneo seguido de más deambular en busca de ese objetivo siempre elusivo.

A lo largo de la historia, ha habido quienes han despertado del sueño de que nuestro estado de ánimo depende de lo que tenemos o hacemos. Son los "sabios" que han visto la ilusión de que, si pudiésemos conseguir que el mundo fuera como lo deseamos, finalmente seríamos felices. Cada uno, a su manera, redescubrió la misma verdad intemporal sobre la conciencia humana: la mente en su estado natural ya está en paz.

Por "natural" se refieren al estado de la mente antes de que se empañe con preocupación, deseo, análisis y planificación. Una y otra vez nos han recordado que no necesitamos hacer nada, o ir a cualquier lugar para estar a gusto. Por el contrario, todo nuestro hacer, todo nuestro esfuerzo por cambiar las cosas, nos lleva en la dirección opuesta. 

 Esta fue una de las realizaciones clave de Buda. Vio que todos experimentamos lo que él llama dukka. La palabra a menudo se traduce como "sufrimiento", lo que lleva a la idea errónea de que Buda enseñó que la vida era sufrimiento Pero no es así…. La palabra dukka es en realidad una negación de la palabra sukha, que tiene el significado de facilidad (originalmente, una rueda que funciona sin problemas). Así que dukka significa no estar a gusto, y probablemente se traduzca mejor como descontento o insatisfacción. No un sufrimiento extremo sino lisa y llanamente el descontento que proviene de desear que las cosas fueran diferentes, preocuparse por lo que sucedió antes o esperar un futuro mejor. Buda se dio cuenta de que la causa raíz de este descontento era nuestro apego a nuestras ideas de cómo deberían o no deberían ser las cosas.

Por lo tanto, para volver a un estado de paz, solo tenemos que dejar de crearnos un descontento innecesario. Eso significa dejar ir nuestras ideas sobre cómo deberían o no deberían ser las cosas.

Dejar ir nunca parece fácil. Esto es porque tratamos "dejar ir" como otra tarea que hacer. Nos hemos enredado tanto en el hábito de hacer que nos acercamos erróneamente a dejarlo ir de la misma manera. Pero no puedes "dejar" ir, sin importar lo duro que lo intentes.  Para dejar ir tenemos que dejar de "hacer", de esperar. Incluso tenemos que dejar de tratar de dejar ir!!!

Dejar ir es dejar que la mente se relaje, aceptando el momento presente tal como es, sin resistencia ni juicio.

Esto a veces se malinterpreta como aceptar el mundo tal como es, lo que puede conducir a una actitud  de "todo está bien"; el mundo es perfecto tal como es. Pero hay una distinción sutil y crucial entre aceptar nuestra experiencia de una situación y aceptar la situación misma. Tristemente, el mundo que nos rodea está plagado de injusticia, egocentrismo y sufrimiento innecesario. Nadie, espero, está proponiendo el tipo de aceptación que dice que podemos simplemente dejar que surjan tales males. Aceptar nuestra experiencia de la situación, por otro lado, significa no resistirnos a lo que realmente percibimos y sentimos en el momentoNo hay nada que podamos hacer para cambiar nuestra experiencia actual. Desearlo de otra manera es una pérdida inútil de tiempo y energía. Todo lo que hace es crear descontento adicional.

La forma más comúnmente recomendada para estar más presente es devolver nuestra atención a nuestra experiencia física, notando cómo se siente ser un ser vivo: los sentimientos en nuestro cuerpo, las sensaciones de respirar, el viento contra la piel, los sonidos alrededor nos. Nuestra experiencia sensorial inmediata siempre está en el momento presente. Cuando comenzamos a pensar en nuestra experiencia, en lo que significa y adónde nos lleva, nuestra atención se ve atraída hacia el pasado o hacia el futuro.

Cuanto más a menudo podamos regresar al momento presente, más podrá la mente relajarse. Cuando está completamente relajada, totalmente a gusto, redescubrimos la mente en su estado natural e inalterado.

En la filosofía india, la facilidad profunda y deliciosa de la mente natural se llama Nirvana. Para muchos, la palabra evoca imágenes de un estado de consciencia eufórico y exaltado. Pero su significado original es muy diferente, y mucho más instructivo. La palabra "nirvana" literalmente significa "exhalar", como al extinguir una llama. Cuando aceptamos nuestra experiencia del momento, tal como es, sin lamentos ni resistencias, las llamas de la codicia, el odio, los celos y las muchas otras ramificaciones inoportunas de nuestro descontento se apagan; extinguidas por la falta de combustible.

Ya no cegados por la preocupación propia, estamos en mejores condiciones de ver una situación por lo que es. Estamos libres de carencias y necesidades imaginadas y somos capaces de actuar de acuerdo con lo que la situación requiere. Ya sea ayudando a otros, enmendando injusticias, trabajando por alguna causa social, cuidando nuestra salud, criando niños, lo que sea que elijamos para enfocar nuestras energías, podemos hacerlo con un mayor compromiso y una compasión más profunda.

Gastamos tanta energía tratando de encontrar satisfacción en el mundo que nos rodea.

 Si empleáramos una fracción de esta energía permitiendo que la mente se relaje y soltando algunos de nuestros apegos, encontraríamos más paz mental que, al fin, es lo que todos estamos buscando. 

Dejémosla de buscar. Llega sola si le permitimos a la mente su estado natural…uno que no se fuerza…solo se permite exhalando todo cuanto sea una carga antinatural, aún las llamadas expectativas “espirituales”…tales como…”tengo  que estar en el ahora, tengo que dejar ir, tengo que ser más espiritual…

¡SUELTA EL “TENGO QUE”!...si quieres y puedes

¡Deja que la mente natural se encargue!

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta


En Viaje de Autodescubrirnos


Como almas que residimos temporalmente en cuerpos densos, estamos en una especie de  viaje sagrado de autodescubrimiento. Un volver a concebirnos como lo que somos más allá de las formas, y a la vez, actuar aquí, en éstos planos, recordando esa “Seidad” enorme e infinita.

 Este viaje requiere cambiar nuestro enfoque desde  el mundo exterior al mundo interno: el reino subjetivo invisible de energía, percepción sutil, intuición, conocimiento directo y Unicidad. Dirigir la atención hacia adentro, nos permite aprender sobre nosotros mismos más allá del velo formal humano y sobre la Fuente sagrada con la que somos Uno.

Autoobservar… significa mirar con visión interna todo lo que sucede, como si le sucediera a otro, sin personalizar. Significa mirar sin conectarnos, relacionarnos ni identificarnos.

El arte de la autoobservación consiste en  tomar la perspectiva de un observador neutral,  objetivo. Si reflexionamos sobre nosotros mismos y nuestras experiencias  desde el juicio o con la intención de arreglar las cosas, modificar lo que sucede, entrometernos en la realidad que fluye, entonces no podemos ser objetivos. Para permanecer separados, tenemos que mirar a través de la lente de la comprensión, el amor incondicional y la aceptación. En otras palabras, tenemos que acercarnos al yo interior con la bondad amorosa que un maestro iluminado tendría para con un niño inocente.

A medida que nuestra conciencia se expande, veremos a través de las ilusiones, permitiendo que caigan una a una y podremos reconectarnos con la belleza, la luz y la fuerza del Ser auténtico. Por supuesto, eso cambiará la forma en que caminamos por el mundo y experimentaremos  cambios energéticos profundos y duraderos que elevarán toda conciencia.

Aun así, no aceptemos ninguna promesa de despertar instantáneo. Necesitamos una generosa cantidad de paciencia y persistencia para este viaje porque la transformación es un proceso. La mentalidad de tener prisa por "llegar a algún lado" solo lo hará más lento. 

"Ahí" no existe. Se trata de estar "aquí" totalmente arraigados en el presente; el eterno ahora. 

El destino es el viaje en sí. Y el viaje de cada alma tiene su propio ritmo y flujo guiados divinamente.

Sin embargo, el flujo puede bloquearse si oponemos resistencia. Una razón por la cual las personas luchan es porque el "ser" no es tan valorado como el "hacer". Muchas personas se identifican fuertemente con lo que hacen y logran y obtienen de ello un sentido de sí mismas. 

Este prejuicio cultural nos  es inculcado a una edad temprana. Recuerden si su  padre decía: "El hombre fue hecho para trabajar". Así decía el mío. También recuerdo que, cuando mi abuela  no tenía su energía habitual para hacer las cosas, decía, " No sirvo para nada”. Los oídos infantiles absorben  el mensaje de" debes actuar para ser valorado y amado”.

 Si las tienes,  es importante erradicar tales creencias limitantes. De lo contrario, esas creencias te gobernarán desde el inconsciente. Y dejaremos la experiencia del ser para luego del mucho “hacer” que nos imponen.

No pongas el hacer siempre por delante de tu auto-exploración…no la dejes al final de la lista.

Has del viaje sagrado del autodescubrimiento una prioridad. Elige honrar tu alma. Crea un espacio sagrado y ve dentro. Este es tu tiempo para ser (y no hacer). Úsalo para la contemplación tranquila, la reflexión, la meditación y la oración; para entrar en un espacio sanador y creativo en el que puedas digerir las experiencias, procesar emociones, desarrollar ideas, conectarte con la Energía de la Creación, cambiar el nivel energético y recibir inspiración. Estas brechas conscienciales  en la actividad externa proporcionan el marco para desarrollar la autoconciencia y la transformación esencial. 

Como el físico cuántico, Amit Gotswamy dice:

“Estar con Dios algunas veces, estar en el ego algunas veces, y dejar que el baile genere actos creativos de transformación . . . No es solo hacer, hacer, hacer. No es solo ser, ser, ser. Es hacer, ser, hacer, ser, hacer”.

Gotswamy llama a esto el proceso cuántico. Podría llamarlo una receta para lograr el balance esencial. Como sea que lo llamemos, es oportuno recordarnos que cuando honramos el camino del alma, honramos la Divinidad en nosotros, y en Todo.

 

¡Y las bendiciones siguen fluyendo!

Tahíta