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lunes, 10 de septiembre de 2018

En Viaje de Autodescubrirnos


Como almas que residimos temporalmente en cuerpos densos, estamos en una especie de  viaje sagrado de autodescubrimiento. Un volver a concebirnos como lo que somos más allá de las formas, y a la vez, actuar aquí, en éstos planos, recordando esa “Seidad” enorme e infinita.

 Este viaje requiere cambiar nuestro enfoque desde  el mundo exterior al mundo interno: el reino subjetivo invisible de energía, percepción sutil, intuición, conocimiento directo y Unicidad. Dirigir la atención hacia adentro, nos permite aprender sobre nosotros mismos más allá del velo formal humano y sobre la Fuente sagrada con la que somos Uno.

Autoobservar… significa mirar con visión interna todo lo que sucede, como si le sucediera a otro, sin personalizar. Significa mirar sin conectarnos, relacionarnos ni identificarnos.

El arte de la autoobservación consiste en  tomar la perspectiva de un observador neutral,  objetivo. Si reflexionamos sobre nosotros mismos y nuestras experiencias  desde el juicio o con la intención de arreglar las cosas, modificar lo que sucede, entrometernos en la realidad que fluye, entonces no podemos ser objetivos. Para permanecer separados, tenemos que mirar a través de la lente de la comprensión, el amor incondicional y la aceptación. En otras palabras, tenemos que acercarnos al yo interior con la bondad amorosa que un maestro iluminado tendría para con un niño inocente.

A medida que nuestra conciencia se expande, veremos a través de las ilusiones, permitiendo que caigan una a una y podremos reconectarnos con la belleza, la luz y la fuerza del Ser auténtico. Por supuesto, eso cambiará la forma en que caminamos por el mundo y experimentaremos  cambios energéticos profundos y duraderos que elevarán toda conciencia.

Aun así, no aceptemos ninguna promesa de despertar instantáneo. Necesitamos una generosa cantidad de paciencia y persistencia para este viaje porque la transformación es un proceso. La mentalidad de tener prisa por "llegar a algún lado" solo lo hará más lento. 

"Ahí" no existe. Se trata de estar "aquí" totalmente arraigados en el presente; el eterno ahora. 

El destino es el viaje en sí. Y el viaje de cada alma tiene su propio ritmo y flujo guiados divinamente.

Sin embargo, el flujo puede bloquearse si oponemos resistencia. Una razón por la cual las personas luchan es porque el "ser" no es tan valorado como el "hacer". Muchas personas se identifican fuertemente con lo que hacen y logran y obtienen de ello un sentido de sí mismas. 

Este prejuicio cultural nos  es inculcado a una edad temprana. Recuerden si su  padre decía: "El hombre fue hecho para trabajar". Así decía el mío. También recuerdo que, cuando mi abuela  no tenía su energía habitual para hacer las cosas, decía, " No sirvo para nada”. Los oídos infantiles absorben  el mensaje de" debes actuar para ser valorado y amado”.

 Si las tienes,  es importante erradicar tales creencias limitantes. De lo contrario, esas creencias te gobernarán desde el inconsciente. Y dejaremos la experiencia del ser para luego del mucho “hacer” que nos imponen.

No pongas el hacer siempre por delante de tu auto-exploración…no la dejes al final de la lista.

Has del viaje sagrado del autodescubrimiento una prioridad. Elige honrar tu alma. Crea un espacio sagrado y ve dentro. Este es tu tiempo para ser (y no hacer). Úsalo para la contemplación tranquila, la reflexión, la meditación y la oración; para entrar en un espacio sanador y creativo en el que puedas digerir las experiencias, procesar emociones, desarrollar ideas, conectarte con la Energía de la Creación, cambiar el nivel energético y recibir inspiración. Estas brechas conscienciales  en la actividad externa proporcionan el marco para desarrollar la autoconciencia y la transformación esencial. 

Como el físico cuántico, Amit Gotswamy dice:

“Estar con Dios algunas veces, estar en el ego algunas veces, y dejar que el baile genere actos creativos de transformación . . . No es solo hacer, hacer, hacer. No es solo ser, ser, ser. Es hacer, ser, hacer, ser, hacer”.

Gotswamy llama a esto el proceso cuántico. Podría llamarlo una receta para lograr el balance esencial. Como sea que lo llamemos, es oportuno recordarnos que cuando honramos el camino del alma, honramos la Divinidad en nosotros, y en Todo.

 

¡Y las bendiciones siguen fluyendo!

Tahíta

 

 

 

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