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lunes, 25 de marzo de 2019

Observando la Ira

 Todo el mundo experimenta ira en un momento u otro. ¿Se puede hacer algo acerca de la ira?

 ¿Qué debo hacer con toda esta energía? ¡A veces tengo ganas de gritar! ¿Está bien gritar?

Es una buena pregunta, qué hacer con energía poderosa como la ira. La respuesta que más me resuena es…Convertirla en Consciente “¡Que sea conciencia! ¡La conciencia es energía!

Cuando una emoción poderosa conduce a la simple conciencia, lo que surge no será gritos, sino perspicacia.

Las teorías sobre qué hacer con la ira abundan y cambian con el tiempo. No sé si la ira debe ser expresada o no debería ser. El hecho es que nos enojamos, y se expresa de manera instantánea, verbal y no verbal, en todo el cuerpo. Entonces, ¿qué es esta ira? ¿Podemos ir más allá de la pregunta, "¿Qué debo hacer con esto?" Y más allá de las respuestas como: "Debería sentirlo en mi cuerpo o expresarlo verbalmente, físicamente, o debería controlarlo".

Hay mucho que sentir cuando estamos enojados. Moviliza a todo el organismo, mental y físicamente, sin que una sola célula deje de ser afectada. Las historias mentales corren desenfrenadamente, manteniendo la agitación en marcha. ¿Podemos sentir todas estas manifestaciones físicas y mentales sin resistencia? 

No es fácil, pero lo que me digo a mí misma es :”Si hay resistencia, entonces siéntela, mírala. No intentes apagarla diciéndote que es peligroso experimentar enojo, ni trates de justificarte sobre lo que estás sintiendo”. Cada pensamiento, cada juicio al respecto intensifica la confusión y la agitación.

¿Puede la simple conciencia arrojar luz, crear espacio? Sinceramente no solo lo creo sino que lo he experimentado cuando en lugar de reaccionar observo, lo que no resulta al principio fácil con ese poder de reacción que tenemos.

Rastreo la ira mientras sucede. ¿Por qué me estoy enojando? ¿Qué hay en la base de esto? ¿Puedo disolverla con atención? Al mirarla, cuestionarla, observarla a la luz de la pregunta, lo que se revela es que funcionamos bajo patrones de energía que forman cadenas de reacciones. Lo que ha sido programado en el cerebro y en todo el cuerpo acerca de cómo somos, cómo deben ser las cosas, qué está bien y qué está mal funcionan automáticamente, pero cuando se interfieren, aparece la ira.

Estas estructuras se programan desde el primer día de vida.  Lo que aporta satisfacción, calidez y protección es bueno, es correcto, vale la pena repetirlo una y otra vez. Lo que produce tristeza, displacer o el dolor es malo, debe ser evitado. Así que, desde el principio, esos programas nos dicen lo que está bien y lo que está mal hacer, estar, sentir, pensar, decir. La sociedad los sigue reforzando luego. Lo que queremos y lo que nos ha dado placer se convierte en lo que debe aceptarse y experimentarse incesantemente y defenderse.

Cuando lo que queremos se iobstaculiza o  frustra, o cuando alguien transgrede lo que creemos que es correcto, la energía que mantiene el sistema en piloto automático explota. “¡Lo que hicieron estuvo mal! ¡Cómo se atreven! ”

 La ira es el resultado de falta de aceptación y apertura. Observar a alguien hacer lo que nuestro cerebro ha etiquetado como incorrecto provoca una erupción de energía. Se siente como si hubiéramos sido heridos personalmente.

Me he estado preguntando acerca de esto por mucho tiempo: ¿por qué nos enojamos cuando alguien más actúa de una manera “estúpida”? Sentimos una ira que creemos justa hacia aquellos cuyos caminos chocan con los nuestros.

¿Por qué nos enojamos? No nos demos explicaciones o excusas ni hagamos  acusaciones, sino observemos directamente lo que realmente está sucediendo. ¿Por qué seguimos enojados?¿Qué mantiene el fuego después de la explosión?

Podemos pensar que continuamos enojados debido a la rabia acumulada dentro de nosotros que solo puede agotarse con el tiempo. Pero en realidad he observado que la ira se disipa increíblemente rápido si la historia de lo que nos ha sucedido se ve claramente como eso: una historia y se entiende que es ella la que nos mantiene encendidos. Con una visión renovada podemos dejar de crear escenarios violentos y de imaginarnos  víctimas de la estupidez o la maldad de otras personas. Sin una visión clara, las historias del enojo siguen  alimentando la ira una y otra vez.

 Afortunadamente, las emociones pueden disiparse cuando se ve la historia y se transforma en  observación profunda. 

 ¡Observa las historias y déjalas ir! El cuerpo tiene una habilidad sorprendente para reestablecer la armonía cuando se le deja tranquilo.

Pero…"¿No hay situaciones en las que deberíamos defender lo que es correcto, sentirnos indignados contra la explotación o el abuso? ¿Qué sucede cuando somos explotados, maltratados, humillados, burlados, o cuando vemos que le sucede a otros?

No sé qué deberíamos sentir o debemos hacer. 

Nunca hemos aprendido una manera sabia de lidiar profundamente con esto porque estamos acostumbrados a soportarlo, a sufrirlo, a combatirlo o a explotar. O continuamos oscuramente en nuestros patrones condicionados, o hay un despertar sobre lo que está sucediendo para todos nosotros: el abusador y el maltratado. Esto no tiene nada que ver con sancionar el comportamiento hiriente, disculparlo o permitir que continúe.

¿Podemos simplemente contemplarnos como somos de momento en momento? ¿Nos vemos,  y vemos a todos, como resultados de patrones condicionados de milenios que han gobernado nuestro comportamiento aunque no lo queramos conscientemente? No solo tener una comprensión intelectual de esto, sino una visión directa del poder de nuestro condicionamiento.

 Entonces, tal vez, podemos comenzar a cuestionar las cosas juntos y comunicarnos unos con otros de una manera nueva, inteligente y compasiva. La ira, con sus toxinas químicas, no es propicia para examinar e investigar claramente. Por el contrario, produce confusión en la mente.

Lo que se necesitamos es no estar contaminados al observar lo que está sucediendo. De una visión clara surge la energía para actuar de manera clara.  Puede haber una conciencia cada vez mayor de cómo reaccionamos y cómo reaccionan los demás ante nosotros. ¡Todos estamos enredados en reacciones en cadena! ¡Saquémoslas a la luz! Tengamos en cuenta que cuando hablamos con alguien enojados es probable que responda de la misma manera, provocando una mayor irritación.

La mayoría de nosotros tiene miedo de las personas irascibles, a las que vemos gritando, atacando, culpando. Por miedo, respondemos con enojo. Un momento de claridad y comprensión trae una sensibilidad y un cuidado asombrosos. Observación, atención, comprensión.

Entonces, ¿podemos tener infinita paciencia con nuestra propia ira y la ira de los demás? ¿Pueden nuestras reacciones ser reemplazadas por conciencia? ¿Podemos tratar de entendernos en el nivel más profundo?

 Somos los únicos laboratorios para desarrollar esta comprensión.

 La ira brota en todos nosotros. ¿Por qué? 

Dejemos que se revele plenamente en la conciencia más allá de la limitación de los juicios o los conceptos psicológicos cambiantes.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

martes, 19 de marzo de 2019

Un despertar sin pretensiones


Estuve a punto de traducir un artículo sobre las etapas del despertar cuando “desperté” al verdadero sentir de que no deseaba  sumarme a los recitadores de ítems que clasifican, delimitan y etiquetan un proceso que para mí y para muchos de los maestros que me han inspirado es “sin fin”…o sea que no acaba nunca mientras estamos en éstos vehículos.

La mayoría sueña con un  espontaneo e ideal suceso de despertar, pero siento decirles que eso no existe, ni aún en los que dicen haberlo vivido, sino que es un proceso de ilimitada extensión en el tiempo. Por más que nos deslumbren las descripciones de despertares  instantáneos, sinceramente pienso que, por debajo de los niveles conscientes, ese echo estuvo precedido por una orquestación desapercibida o empujado por circunstancias que jalaron con fuerza de la consciencia hasta que tuvo que estallar por absoluta necesidad.

Aun en quienes sí aceptan el despertar como un proceso largo, encuentro delimitaciones que están de más…por ejemplo decir que pasamos de una vida mundana a un cuestionarnos, luego a un alejamiento de las creencias, después a considerar y responder preguntas como… ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?...en la siguiente etapa abrazar la introspección y la soledad…hasta que el YO verdadero triunfa y ya no hay dudas, ni creencias limitantes, ni preguntas ni desconexión con el Ser.

La mayoría de nosotros no pasamos de una a otra etapa, generalmente y en lo que a mí concierne, las experimento todas  trabajando con cada uno de esos aspectos y sin llegar a ese punto que creo aún lejano de: nada que cuestionamiento, sabiduría absoluta…y la verdad ni siquiera aspiro a él, porque mientras estamos en ésta dualidad, me enfoco en el viaje, no el destino, y ese destino es misterioso y formalmente inaccesible por lo pronto (fuera de las formas, no). Fuera del tiempo…YA ES, pero en éste sistema de aprendizaje, la mejor respuesta a la que adhiero es: NO SÉ.

Sí es cierto que gradualmente dejan de atarnos tanto las actividades mundanas, pero siguen tironeándonos porque deseamos cosas, estados, realizaciones, relaciones o lo que sea. Y aunque sabemos que la clave es el desapego, eso se muele muy fino y muy lento.

Después, dejamos las creencias en religiones estereotipadas…pero caemos en prácticas, talleres, cursos y lecturas que son también PROGRAMAS, y necesarios claro, porque nos punzan por todos lados hasta que nos vamos sacudiendo de ellos, pero tranquilos si vuelven de una manera u otra, porque, por algo será.

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?...son preguntas que muchos creen que ya develaron. Con humildad bajo la cabeza cada vez que me doy cuenta de que las respondo de distinta manera según el proceso se arma y desarma, así que mucho de mí responde, como ya dije…NO SÉ…y no pasa nada. Está bien soltarse de la necesidad de tener las respuestas o de ufanarse de tenerlas y decir…SOY UN ESPIRITU TENIENDO UNA EXPRIENCIA HUMANA. Pues yo ya me borro de eso que también hemos leído, no porque no sea cierto, sino porque está prefabricado por otros y quisiera llegar internamente a responder, sin basarme en clichés. Para saber si es cierto, tengo que tener claro lo que es un espíritu, o espíritu sin identidad, etc…por lo tanto, la no-dualidad diría que "no hay ningún yo en ningún camino, esperando por ningún despertar", y eso tampoco lo acepto, solo lo observo y trato de abrirme, pues es que nunca nos salimos de esta etapa de duda, al menos en el espacio-tiempo.

Hace mucho que he abrazo el silencio y la soledad y en mi caso, no abandonamos nunca esa potencialidad sanadora. No se pasa de esta etapa, y sin embargo, escribo, hablo a veces demasiado y tengo sí o sí que tener trato con otras personas.

En cuanto a alcanzar una pretendida etapa de conexión total con la fuente: soy parte de la fuente, del Campo, eso Soy, aunque estoy aquí  también…NUNCA PUEDO DESCONETARME DE LO QUE SOY…NUNCA PUEDO ESTAR MÁS QUE AQUÍ Y AHORA…sin embargo, me enojo desde mi ego con quien me fastidia olvidando lo que Soy y suelo tener que arrinconar al egoísmo y enfrentar el desánimo que atraviesan ese Campo…así que SÍ…solemos sentirnos y actuar como desconectados del Campo que somos…pero no podemos tener como fin unificarnos a LO QUE YA SOMOS…ni pretender actuar desde lo máximo si aún  estamos atados a esta pequeña identidad inexistente para el Espíritu que nos hemos permitido crear…y que gira aún en la danza del sentirnos separados. POR ALGO ES QUE ES COMO ES.

TRES PASOS ADELANTE DOS ATRÁS…así suele ser  el proceso que al menos yo experimento: abrazo la soledad y la amo y al silencio, pero me embarco en la locuacidad y la compañía. Suelo experimentar la omniabarcante e infinita inconmensurabilidad del Espíritu, y retorcerme entre las emociones más debilitantes. Porque somos duales en nuestra manifestación humana, que es la que estamos aquí y ahora procesando, aunque en el trasfondo el Espíritu sea nuestra esencialidad.

Y esa esencialidad es  LO QUE SOMOS…que seguramente ha decidido experimentarse en lo que erróneamente llamamos mundano, en las dudas, en la incertidumbre, en la red de las creencias limitantes, los apegos, las demandas de compañía o de soledad, la aspiración, la negación, la represión, la libración…y cuanta cosa estemos viviendo.

Por eso, no me preocupo demasiado si vuelvo a desear algo, si no puedo responder ya a casi nada, aunque me puedan tildar de simplista, si caigo aún en la creencia de que solté las creencias cuando no es cierto al cien por cien, si veo a mi sombra caminando a mi lado y acaricio al ego tratando siempre de que vaya por detrás, para no olvidarme de esa esencialidad que está permitiéndole el juego.

El juego, tal vez sea como Conny Mendez decía… “una de cal una de arena” aunque en otro contexto, yo le llamo tres adelante dos atrás, cuatro adelante uno atrás, o como sea que venga…porque lo más cautivante de éste proceso es que no puede delimitarse ni etiquetarse en etapas, ni en pretendidas realizaciones que supuestamente ya debiéramos haber  tocado y disfrutado…lo inédito y sorprendente nos acompaña siempre sin juzgar siquiera lo que es adelante, atrás, evolutivo, involutivo, bueno o malo…porque: hay que estar muy dormido como para pensar que la mente puede programar algo llamado Despertar y establecerlo como algo predeterminado y mensurable.

Si existe un Despertar definitivo…les cuento cuando lo experimente.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

lunes, 11 de marzo de 2019

Siendo Agentes de cambio

La cosa más importante en la que podemos trabajar para aportar al Cambio es, por mucho, nuestro propio estado mental y la forma de manifestarnos a través de los vehículos que  temporariamente poseemos. La consciencia es nuestra herramienta más valiosa, no solo para nuestro cambio, sino para inspirar o motivar el cambio colectivo.

 Tratar de cambiar de manera rápida y contundente puede hacer que las personas se sientan vulnerables y asustadas. Solemos alejarnos de lo que prevemos como inseguro y desconocido. Presuponemos siempre ante la posibilidad de cambiar algo, que corremos el riesgo de perder la comodidad, el amor, la posición social, el equilibrio, el sentido de uno mismo, el control. Por eso se necesita  habilidad para generar un sentido de cuidado, respeto y dignidad.

Como agentes de cambio, es esencial cultivar la humildad y  el conocimiento de que no podemos controlar el resultado del proceso. Solo podemos proporcionar tantas condiciones ideales como podamos para que ocurra ese proceso natural de cambio. Utilizando la metáfora del jardín, promover el cambio es cultivar con esmero un ambiente más propicio para que ocurra un proceso natural de crecimiento. No abrimos las semillas para sacar los retoños, sino que proporcionamos el entorno ideal para que tenga lugar la germinación. Si alguna vez has tratado de hacer que alguien (por fuerza brusca o pura voluntad) sea diferente, incluyéndote a ti mismo, sabrás que es una pérdida de tiempo y energía.

Si  damos espacio para que se creen las condiciones adecuadas, la mayoría de las personas crecen y avanzan porque hay un impulso que está presente en todos hacia la realización de nuestros talentos y potencialidades. Cuando queremos cambiar las creencias y acciones de las personas por la fuerza, chocamos con un efecto de péndulo, en el que las personas suelen recaer y retroceder. Las oscilaciones de hecho, son indicadores positivos para el verdadero cambio, pero tratar de forzarlo o empujar a las personas demasiado lejos de su actual estado de conciencia y capacidades garantiza rechazo y  agotamiento considerables.

Muchos quisieran forzar a que todos, por ejemplo, cuidáramos la  naturaleza, dejáramos de matar animales, descontamináramos los alimentos y la Tierra toda…pero realmente atacar a la multitud de almas que no practican ese tipo de respeto que ansiamos nunca dará resultado y solo crea malestar y divisiones. Siempre el primer paso será el ejemplo en nuestra Vida, porque somos parte de un Campo energético en el que el mínimo cambio se expande y potencia y actúa por contagio…así que esa es la más efectiva forma de  llegar a un cambio colectivo.

Otra forma es tener nuestra mente puesta, no en los medios de comunicación que nos traen lo que no queremos para este planeta o universo, sino elegir lo que vemos, lo que leemos, ya que eso nos nutre…y nutre a todos a través de las ondas energéticas…por supuesto podemos inspirar con charlas, espacios reflexivos, libros o lo que podamos aportar…pero siempre será nuestra propia energía la mayor herramienta.

Y recordemos que somos agentes de cambio, inspirando, no tratando de controlar el proceso  de vida de otra alma .De hecho, el deseo de controlar a otras personas y situaciones (lo que incluye emplear esfuerzos directos y enérgicos para cambiarlos, incluso con las mejores intenciones) paradójicamente conduce a menos resultados, oposición y al  efecto contrario.

Centrarnos  en lo que podemos hacer para proporcionar las condiciones ideales bajo las cuales puede florecer lo nuevo, nos deja en nuestros corazones la certeza de que hemos hecho lo que pudimos y  deja a los demás sintiéndose respetados en lugar de hostigados, y abiertos para futuros cambios . Algunas semillas que se siembran tardan en germinar sin signos aparentes de que haya ocurrido algo, hasta que eventualmente lo hacen. Nunca, como agentes de cambio podemos medir el impacto que causa nuestro ejemplo e inspiración.

Dos cosas cruciales son… confiar en el proceso de cambio en sí mismo, y  no estar apegados al resultado de nuestra tarea inspiracional. 

En esa tarea, por más que nos apasionemos por ver cambiar para bien lo que amamos, esa pasión debe siempre ser sobrepasada por la compasión y la comprensión. La gente no cambia al ser insultada, acosada, avergonzada o en respuesta a la indignación. De hecho, cuando las personas sienten esto, es poco probable que se abran. Cuando nos sentimos degradados o amenazados, percibimos un entorno inseguro y peligroso que promueve cerarns más.. 

 Como dijo Abraham Lincoln, “Juzgue a un hombre, ordénele qué hacer o márquelo como despreciable, y él se retirará dentro de sí mismo, cerrando  todas las avenidas a su cabeza y su corazón ".

Si no le brindamos a la otra persona respeto, dignidad y compasión, transmitiendo lo que es esencialmente una invitación a probar otra forma de ser y ver por sí mismo cómo funciona, entonces cualquier cambio que haga será  frágil y no permanente.

Inspirar y promover, es invitar a las personas a moverse hacia algo, en lugar de quitarles aprecio, seguridad, creencia o lo que sea en lo que se apoyen.

 Es acogerles como son y ofrecer experiencias directas, evidencia, herramientas reales.

Esa sería la palabra más adecuada…INVITAR al cambio…sin que sienta nadie que está perdiendo con ello su sentido de identidad, sino expandiéndolo y alineándose con sus valores más profundos.

Este espacio que compartimos, sin juicios hacia ninguna forma de vida, invita a todos a expandirse y expandir un campo energético de Amor y respeto a la Vida.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

sábado, 9 de marzo de 2019

INEVITABLE PRESENCIA

Cansada ya de todos los enunciados que pretenden casi obligarnos a que estemos más presentes…me doy cuenta de que cualquier pretensión al respecto es imposible.

 

 Aunque te carguen con ese “deber”…No puedes estar más presente.

 No puedes practicar la presencia, ni tratar de estar más presente, ni aprender a estar presente.

 No puedes perder presencia, alejarte de ella, encontrarla o avanzar hacia ella.

La presencia no es una cosa, un bien que puedes poseer o un estado mental.

Sin embargo, podemos  darnos cuenta de que la presencia siempre está aquí, que siempre estamos aquí, que no puede haber otra cosa que no sea la presencia; que estamos siempre  presentes en ella porque todo está contenido en la presencia.

Podemos observar cada pensamiento de ira y cada suspiro de arrepentimiento, cada expectativa de un futuro más brillante y cada dolor de nuestro corazón, cada tormenta mental y cada río de emoción, cada lágrima de dolor y cada sonrisa de alegría. Inevitablemente todo está aquí, donde estamos. Y aún distraídos en la mente, esa distracción se procesa aquí y ahora en Presencia.

Finalmente, lo más sabio, relajado y amable es… dejar de buscar presencia, dejar de intentar practicar la presencia, dejar de dividirnos en dos, definiendo un "estar presente" y separándolo de un "no estar presente”. Porque es imposible…aunque estemos distraídos, aprisionados por la mente,  la ira, o lo que sea…SOMOS  PRESENCIA…consciente o inconscientemente habitando en ella, siempre.

Podemos sí elegir experimentar lo que esté sucediendo, sin rechazarlo como algo que no debería estar sucediendo. Reconocer lo que está sucediendo, simplemente. Sin embellecer ni medir la experiencia con un…"No debería sentir esto" o "si solo pudiera hacer que este sentimiento desaparezca" o cualquier otro deseo de cambiar o corregir la desnudez de nuestra experiencia.

Cuando estemos listos para encontrarnos con lo que ES, indefensos, vulnerables, inermes, sin necesidad de defendernos o de justificarnos, sin interpretar nada… la presencia ya no será un estado codiciado que borre nuestro dolor o eleve nuestra  conciencia, sino que será  simplemente la esencia de la propia existencia.

 Cuando nada nos etiquete como alguien que puede perder o ganar presencia, cuando tiremos a la basura o soltemos al viento esas exigencias…solo la presencia será lo que permanezca.

Porque es imposible que algo exista  fuera de lo que llamamos PRESENCIA.


Aquí, ahora... y siempre.

Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

domingo, 3 de marzo de 2019

El poder de la humildad en un mundo presuntuoso

“Fue el orgullo lo que convirtió a los ángeles en demonios; es la humildad la que hace a los hombres como los  ángeles ". - San Agustín

¿Por qué cuanto más acumulamos y más logramos, menos humildes somos y más permitimos que el orgullo se apodere de nosotros? ¿Y por qué tantas personas asocian la humildad con la pobreza, cuando en realidad la humildad no tiene nada que ver con nuestras posesiones materiales?

Si me preguntas, la humildad es una de las joyas más preciosas de la vida, y aquellos que poseen esta joya son luminosos.

La humildad es lo que nos da poder.

Humildad, no el orgullo.

Y aquellos que viven alineados con su núcleo y conectados con la Fuente de todas las cosas, saben que esto es verdad. El resto asume que la humildad es para los débiles y para los pobres.

Parece que no sabemos mucho sobre el poder de la humildad, y el efecto que la humildad puede tener sobre nosotros. Pero por lo que he experimentado puedo decir honestamente que al abrazar la humildad y al convertirnos en UNO con ella, abrimos nuestros corazones para dar la bienvenida a todas las cosas y todos los seres. Y una vez que hacemos esto, la ilusión de la separación que una vez gobernó nuestras mentes, nuestros corazones y nuestras vidas, se disuelve.

La humildad nos ayuda a regresar a la Fuente de todo, recordándonos nuestra belleza, pureza y perfecciones, y nos ayuda a conectarnos con la verdad de quiénes somos, de quiénes son todos los demás, y la verdad de quién es Dios, el Campo, el Espíritu.

Nunca me percibí como una persona orgullosa y jactanciosa. De hecho, siempre me he considerado alguien que era bastante humilde. Pero a través de las muchas experiencias intensas e interacciones dolorosas que la vida me envió, me di cuenta de que había mucho orgullo y vanidad en mí y que esto me hacía daño, me consumía y me hacía distanciarme de mi propia Alma y del mundo que me rodeaba.

Tuve que pasar por mi propia noche oscura del alma. Y mientras la transitaba, fui capaz de sentir y percibir lo doloroso que es para nosotros aferrarnos a orgullo, poniendo la humildad a un lado, y pensando que somos más valiosos y más especiales que otros seres humanos. En esos momentos en que la oscuridad te acorrala para que pongas en alto las prioridades, solo quieres despojarte y deshacerte de todo lo que te separa de los demás…para unificar tus energías con las de ellos y así salir a la Luz.

El orgullo nos separa unos de otros. Nos hace pensar que somos mejores. Y cuando eso sucede, menospreciamos a la gente. Acabamos al fin dándonos cuenta de que lo que hacemos a uno, se lo hacemos a todos, incluyéndonos.

Parece que no entendemos cuánto nos estamos lastimando al aferrarnos al orgullo, y cuánto nos estamos distanciando de nuestra propia Verdad y Esencia Divina al tratar de demostrar nuestra "especialidad", y ser mejores que los que nos rodean.

Con acierto se ha dicho que el orgullo es el cáncer espiritual: consume el amor, la satisfacción e incluso el sentido común.

Pero después de mucho transitar y escribir, me doy cuenta de que las palabras solas no enseñan, las experiencias sí. Y siento que podría escribir muchísimo sobre el poder de la humildad pero si no te haces uno con humildad, y si no la abrazas y permites que se convierta en parte de ti, nunca experimentarás su belleza y su poder.

La humildad, como el agua, es vida, y es poder. Pero no por el nombre que lleva, sino por su esencia. Y para experimentar su poder, tienes que fusionarte con ella, y permitir que te muestre el camino de regreso a ti mismo, de regreso a la Luz y a la Vida.

La cultura en la que vivimos nos ha hecho creer que tenemos que competir entre nosotros y que tenemos que trabajar duro para demostrar nuestro valor. Que tenemos que ser el número 1 en todo, brillar más que los que están a nuestro lado y asegurarnos de que los demás lo sepan. Pero me pregunto si alguna vez nos detenemos a pensar si esto es cierto. Me pregunto si alguna vez nos detenemos a pensar si vale la pena gastar tanto tiempo y energía tratando de mostrarle al mundo que somos “especiales” e importantes.

El que trata de brillar atenúa su propia luz, nos recuerda Lao Tze

Lo creas o no, no necesitamos demostrar nuestra valía al mundo. Solo necesitamos abrazar todo lo que somos. Al hacerlo nuestra Luz brillará más que nunca. Y ahí es cuando nos damos cuenta del poder de la Humildad

Si  nos hemos dando cuenta de nuestra interrelación absoluta, sabemos que nos influenciamos unos a otros a través de nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestra energía, nuestras acciones y nuestras vidas. Y podemos influir en el mundo a través de nuestra gracia, amor, compasión y humildad.

Sinceramente, espero que lo hagas. Espero que dejes de hacer lo que todos los demás piensan que es correcto, y comiences a hacer lo que tu corazón te dicte, en voz baja, con humildad

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta