Desmoronarse.
Suena aterrador.
Suena como el fin del mundo. El final de nosotros.
Hacemos todo lo que está a nuestro alcance para no
desmoronarnos.
Mantenemos nuestras emociones bajo control.
Mantenemos nuestros sentimientos ocultos, incluso para
nosotros mismos.
Nos llevamos a rajatablas por reglas familiares. Esas que
nos dicen…” No escuches tu verdad, simplemente cumple con nuestras expectativas
y estarás bien”.
Nos ajustamos a las normas de la sociedad. “Trabaja duro,
gasta, ahorra, forma una familia, asegura tu futuro y vivirás una buena vida”.
Hacemos usos de estratagemas mentales para convencernos de
que “estamos realizados”.
Hacemos cualquier
cosa para no desmoronarnos.
Porque desmoronarse evoca imágenes de devastación.
Depresión. Desesperación. Y lo que es peor, un gran vacío que amenaza tragarnos
y que no quede nada de nosotros.
Desmoronarse despierta un terror existencial.
No hay suelo debajo nuestro, y nos imaginamos cayendo en
una eternidad de vacío.
Pero, …¿y si el esfuerzo de mantener todo junto se vuelve
demasiado? ¿Qué pasa si estamos tan agobiados, tan constreñidos, tan sofocados
por tratar de mantenernos de una pieza, que un día una pequeña grieta en nuestra
armadura deja entrar un rayo de luz?
Aunque es aterrador, una parte nuestra, profunda, lo
celebra. Sí, celebra. Porque finalmente podemos dejarlo ir.
Finalmente podemos
dejar de intentar mantenerlo todo armado, organizado.
Pero... ¡da tanto miedo!
Tenemos miedo de morir. Tememos que sea el fin. Y entonces
titubeamos entre aferrarnos y soltar, dejar ir. Nos
tambaleamos de un lado a otro, atrapados en la resistencia a lo inevitable.
Pero …realmente está bien dejarse llevar, desmoronarse.
No tenemos otra opción.
Eventualmente, nos veremos obligados a dejarlo todo, cuando
tomemos ese último aliento antes de dejar este cuerpo terrenal. También podríamos
hacerlo ahora, también podríamos experimentar y ver qué sucede cuando nos damos
permiso para desmoronarnos.
Es posible que descubramos que desmoronarse no es lo que
parece.
Es posible que descubramos que lo que se desmorona es el
arsenal de defensas que hemos estado acumulando para protegernos de la
angustia, el dolor y la pérdida.
Quizá descubramos que lo que se desmorona es nuestro ideal
de estar separados de la plenitud del flujo de la vida, de la
gracia de la experiencia terrenal, del santo quebrantamiento de este viaje de
ser humanos.
Y es posible que descubramos que todo lo que imaginamos que nos
mantuvo unidos no tiene una validez real. Es posible que descubramos que lo que
realmente nos mantiene unidos es el aliento que nos teje en la existencia. Es
posible que descubramos que al desmoronarnos resucitamos en este momento
sagrado.
Es posible que descubramos que somos sostenidos por la
mano del Ser.
Así que:… sí, está bien desmoronarse.
Son nuestros sentimientos lo que nos asustan, nuestra
vulnerabilidad, nuestra vergüenza, nuestro quebrantamiento, nuestra impotencia.
Pero los sentimientos no pueden extinguir quienes somos
realmente.
Una vez que la tempestad nos envuelve y atraviesa, quedamos limpios
y desnudos, despojados de la carga de pretender ser lo que no somos.
En realidad… desmoronarse es abrirse a lo que somos.
Gracias. Gracias. Gracias
MUCHAS GRACOAS POR CONJUNTAR TANTO SENTIR Y SABIDURIA 🌺🌐🌱🙌💓💥
ResponderEliminarTiene tanta Sabiduría y Verdad este escrito...que me emociona!!!!!
ResponderEliminarGRACIASSS x Siempre Amada!!!!!
gracias amada Tahita gracias. desmoronarse es abrirse a lo que somos. gran enseñanza abracitos de luz
ResponderEliminarNamasté. ¡¡Gracias!!
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