Tanto tiempo dedicado a huir de donde estamos.
Correr hacia un futuro imaginado, una vida mejor que la que vivimos
ahora. Una vida en la que estemos realizados, felices, en paz. Una vida que nos
traiga más cosas buenas, más cosas especiales, más cosas deseadas, más
reconocimiento, más aprobación, más comodidad, más seguridad.
De alguna manera, ni siquiera podemos decir qué es este algo
más, es solo una sensación persistente de que hay algo más, que de alguna
manera lo que hay no es suficiente, sea lo que sea, en este
momento.
Tanta energía gastada corriendo hacia un yo imaginado, un yo
que es mejor que el yo que ya somos en escena. Un yo que es más seguro, más
capaz, más exitoso, más amado, más digno que sucedan cosas buenas, más cómodo
consigo mismo. De alguna manera, no podemos precisar exactamente cómo seríamos
mejores, pero sin duda tiene algo que ver con estar más presentes, ser más
ecuánimes, sentirnos más vivos... más aquí.
Pero…ya estamos aquí.
Tanto tiempo dedicado a huir de donde estamos.
Huir de un sentimiento aparentemente oscuro, de una emoción
no deseada, de un recuerdo doloroso, de la incomodidad del dolor.
Escapar de un pasado imaginario que amenaza con mancharnos
de alguna manera, como si el hecho de que sucedieron circunstancias difíciles o
traumáticas en la vida pudieran hacer menos perfecto el ahora.
Escapar de quedarnos quietos y encontrarnos con todo lo que
corre hacia nosotros, los sentimientos que han sido rechazados y evitados y anhelan
volver a casa, en la aceptación más profunda.
Huir de estar aquí en
nuestra plenitud, en nuestra vitalidad, en nuestra presencia... para llegar a
un lugar mítico de perfecta seguridad en el que ya no sintamos la agridulce
experiencia humana de quebrantamiento, pérdida y miedo.
Pero… estamos aquí.
Ojalá todo el tiempo y la energía gastados corriendo,
huyendo, se canalizarán hacia la plenitud de donde estamos ahora.
Si pudiéramos sentir,
solo por un momento, la increíble vitalidad de este Ser.
Si pudiéramos dejar
de correr, dejar de buscar, dejar de evitar, dejar de rechazar... y estar justo
donde estamos.
Justo aquí donde estamos, es donde realmente está todo lo
que anhelamos. No puede estar en otro tiempo u otro lugar.
La inmensidad de la existencia está aquí.
La exquisita riqueza
de la vida está aquí.
La profundidad de nuestro ser más íntimo está aquí.
Y nada de esto tiene que ver con la seguridad, la comodidad,
el éxito, la confianza o la valía. Tiene que ver con la capacidad de soportar en
su totalidad la experiencia humana, de permanecer amorosamente ante lo
que duele, de dejar de ser fiel a una realidad imaginada y permanecer donde estamos.
Dejar de perseguirlo imaginario, dejar de perseguir el
futuro, dejar de evitar la molesta sensación de impermanencia que forma parte
de la naturaleza cambiante de la vida, dejar de buscar la certeza porque nada
es seguro.
La respuesta a todo nuestro malestar, todo nuestro
conflicto, todo miedo… está en caer en este momento, y el otro, y el otro. Es
una caída hacia lo desconocido, porque esta plenitud no puede ser conocida por
la mente a la que le gusta crear la sensación de una vida perfecta o un ser
perfecto.
Es caer en un lugar
sin mente, en la Inteligencia más profunda de la vida que solo se
ocupa de la vida y no necesita que la controlemos.
Es el final de la carrera. Es un descanso profundo. Y en
este profundo descanso, somos perfectos tal como somos.
Simplemente detengámonos.
Solo detengámonos y quedémonos justo aquí.
Y aquí…ya estamos, ya SOMOS.
Gracias. Gracias. Gracias
Mi querida maestra, tanto buscar nuestro momento de plenitud, de felicidad, de armonía, de amor... Sin darnos cuenta que siempre estamos en el momento buscado. Siempre hemos estado aqui.
ResponderEliminarGracias amada Tahita
Estamos aquí, soportando esta experiencia humana, sin valorar el momento, el sol, la lluvia, las flores, los pájaros, arrastrando nuestras penas y olvidandonos que todo pasa,que son experiencias, ya estamos aqui, ya Somos, detengámonos, gracias querida Tahita por recordarlo, muchos, muchios cariños
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