Amo estos versos de Thomas Merton:
“La lluvia de primavera en la que estoy no es la
lluvia de las ciudades. Llena el bosque con un sonido inmenso y confuso...
Escucho, porque me recuerda una y otra vez que el mundo entero se rige por
ritmos que aún no he aprendido a reconocer, ritmos que no son los de un
ingeniero... La lluvia rodeó el Cabaña entera con su enorme mito virginal, todo
un mundo de significado, de secreto, de silencio, de rumor. ¡Piénselo: ¡todo
ese discurso derramándose, sin vender nada, sin juzgar a nadie, empapando el
mantillo de hojas muertas, empapando los árboles, llenando de agua los
barrancos y grietas de la madera, lavando los lugares donde la construcción ha
desnudado la ladera! Qué cosa es sentarse absolutamente solo en el bosque
por la noche, amado por este discurso maravilloso, sin inteligencia,
perfectamente inocente, el discurso más reconfortante del mundo, la
cháchara que hace la lluvia por sí sola en todas las lomas, y la cháchara de
los cursos de agua por todas partes en las hondonadas. Nadie lo empezó,
nadie lo va a detener. Hablará todo lo que quiera, la
lluvia. Mientras hable, voy a escucharla”.
Después de mucha sequía, solemos experimentar la bendición
de una lluvia que nos renueva hasta el alma. Todo se suaviza, se aquieta, se
nutre y se rentiliza, si sabemos incorporarnos a esa naturaleza una con
nosotros, una con la Vida. Observar e integrarnos a la lluvia, por ejemplo, es
una invitación a detenernos y suavizar también nuestros procesos mentales y
nuestros circuitos emocionales.
Es un buen momento para algunos minutos de meditación…la que
sea, sentados o caminando, inactivos o en una actividad que podemos hacer más
lenta y hasta gozosa.
El cuerpo se siente más ligero a medida que la tensión
disminuye, y con la profundización del momento meditativo, el mundo se vuelve
luminoso, interior y exteriormente. Caminando afuera, los árboles de otoñales
nos dan una bella lección de desprendimiento, de dejar ir, de aceptación…y si
estás en primavera, del resurgir valiente y persistente de la vida en cada
brote, en cada flor.
No todo es fácil. Llevamos las imágenes y
preocupaciones compartidas de nuestro sufrimiento global, las guerras y el
cambio climático y la injusticia... todo necesita ser respetado. Podemos
responder en lugar de reaccionar... pero primero hay que volverse centrados,
silenciosos y profundamente amorosos.
También pasamos por períodos de pensamiento inquieto y
dolor por pérdidas personales, y en ello ayudan unas breves meditaciones
espontáneas sobre la muerte. Y en medio de ellas descubrimos, cada vez más
fuerte, el vasto y tranquilo refugio de la conciencia amorosa misma, el
espacioso testimonio de la danza de la vida, siempre cambiante, preciosa, vacía
y llena a la vez, que puede conducirnos también a la compasión, el coraje y la ternura.
Si podemos regalarnos unos días, unas horas o un momento a
detenernos y retirarnos, en mi caso en la naturaleza, sea cual sea la situación
geográfica, nos sentiremos profundamente inspirados, refrescados, renovados,
llenos de aprecio por la apertura y el florecimiento naturales que surgen de la
atención plena y el silencio.
Si queremos salir y ayudar a cuidar y sanar el mundo, tras
esto podemos hacerlo con un corazón más fuerte y en paz.
Incluso un breve período de retiro es un descanso benévolo,
un paso fuera de las ocupadas rutinas diarias y de nuestra identidad
ordinaria. Liberados de la tiranía del tiempo, somos invitados a la
realidad del presente, a ver de nuevo el misterio de la vida.
Ajahn Chah lo llamó alimento
para el corazón.
Encuentren formas de tomar retiros regulares: largos,
cortos, mini retiros diarios.
Tómense cinco minutos para no hacer nada, caminando bajo los
árboles fuera del trabajo.
Siéntense en silencio en la hierba, en el balcón, en
el porche o en su almohadón de meditación, si lo tienen.
Primero respiren con compasión por su yo ocupado y
luego dejen todos sus planes.
Ábranse a la maravilla.
Dejen que su corazón se alimente y su espíritu se renueve.
Que así sea.
Gracias. Gracias. Gracias
Profundo y bello texto...GRACIASSS Amada Tahita!!!
ResponderEliminarInfinitas Bendiciones!!!!!
Queeee hermoso! Me transporte por unos segundos a ese concierto de lluvia donde todo invita a la contemplacion profunda.Gracias Tahita.Abrazos infinitos
ResponderEliminarGuau que hermoso ,tan simple y sin embargo tan completo para recargarnos de paz ,gracias
ResponderEliminarQue hermoso texto!!! alimento para el corazón, gracias Tahita, palabras que dan fuerza para seguir adelante y encontrar paz, muchos abrazos
ResponderEliminarmravilloso, gracias
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