La vida es el único Sujeto de todas las acciones: en mí, en cada persona, en cada situación..., es la Vida la que se está expresando.
De modo que, por más que pueda enojar y desafiar a nuestra mente controladora, todo es en todo momento como tiene que ser. Cuando esto se comprende, aparece cierta paz y liberación del sufrimiento, en un alineamiento con la realidad, que te lleva a amar lo que es, recordándote a ti mismo en cualquier circunstancia: “esto que ha ocurrido es lo que tenía que ocurrir”.
Desde ya, la comprensión tiene que ser muy profunda para producir paz, y no es una comprensión mental.
No la he logrado todavía, ni sé si se logra completamente. Siento arrebatos y remolinos emocionales que en nada se parecen a la paz del Espíritu…pero bueno, tal vez debamos internalizar una y otra vez esa aceptación integral y estar muy atentos ante los remolinos emocionales que no nos permiten alinearnos con el Ser imperturbable.
Si la única razón por la que sufrimos es nuestro rechazo de lo que nos ofrece el momento presente, la liberación del sufrimiento solo puede venir de la mano de la más profunda aceptación. Y aunque parece no demasiado difícil enarbolarla como ideal…en la práctica, la atención y la observación tienen que incrementarse para que la paz nos mesa en su regazo sin vientos arrebatadores.
Si me preguntan si es posible en completitud…no lo sé.
Tal vez sepamos que, en todo momento, lo que hago es lo que “tengo” que hacer..., y lo que cada persona hace es lo que “tiene” que hacer…sin embargo, algunas de las cosas que SON…nos cachetean desde la personalidad individual, esa desde la cual nos permitimos vivir en esta dualidad. Aun así, no hay lugar para el orgullo ni la culpa; tampoco para el juicio y la condena. Solo hay comprensión desde la cual, para sorpresa de la mente, brotará la acción adecuada. Porque no es el yo, sino la Vida, el Sujeto de la misma.
Desde el yo seguiremos descascarando la realidad para que pueda haber un atisbo cada vez mayor de paz.
Esta postura de alineamiento con lo real no tiene nada que ver con la resignación o la indiferencia, que son actitudes propias del ego, sino que abre un espacio para la humildad y la comprensión: una comprensión que la mente no capta por lo que es inútil entrar en discusiones mentales acerca de la verdad. No porque seamos irracionales, sino porque esa verdad se halla en “otro nivel”, que transciende la mente y se puede ver en profundidad, más allá de las apariencias y por “detrás” de todo el “juego” en el que el ego y la mente están inmersos.
Hacia ahí apuntan las palabras de Joan Tollifson, a la que admiro:
“Cada ola en el océano es inseparable del océano. Olear es algo que hace el océano, un movimiento que cambia constantemente y que nunca se aferra a ninguna forma particular. No hay límite real entre una ola y otra, y cada ola es igualmente agua. Ninguna ola individual puede decidir ir en una dirección distinta a aquella hacia la que el océano en su conjunto se está moviendo. ¿Es posible que todo, incluyendo lo que parecen ser “mis” decisiones independientes, sean movimientos de una unicidad sin fisuras? ¿Y podría esta unicidad ser una vibrante vivacidad, una inteligencia? ¿Y si el universo estuviera hecho de consciencia y no de materia muerta? ¿Y si la misma consciencia indivisa se manifestara como todo, representando todos los papeles, soñando todos los sueños?”.
Y en ese nivel profundo, al que la mente no puede acceder, todo está bien y todo es como tiene que ser.
Hay un texto atribuido al Buddha, que afirma lo siguiente: “El que logra aceptar la perfección divina detrás de toda situación, puede liberar en un instante años de rencor, resentimiento y enfermedad”.
En efecto, cuando comprendemos que solo la Vida es el Sujeto de todas las acciones, cambia por completo el modo de percibirlas, por más “injustas” que parezcan a la mente.
Solo hay que estar abiertos a una comprensión no dualista que, como proceso siempre presente y en espiral, nos llevará en su fuerza oceánica a vivir desde la ola, pero con la perspectiva del océano Uno en el que se diluye toda falta de paz.
Gracias. Gracias. Gracias.
GRACIASSS Amada Tahita por tanta Sabiduría en este aporte....aunque cueste ..tratar de profundizar...ir hacia adentro..para encontrar esa Paz interior tan necesaria para nuestro Crecimiento...
ResponderEliminarGRACIASSS...GRACIASSS...infinitas GRACIASSS...
Gracias Tahita por sumergirnos dentro de la sabiduría de la vida que tiene sus propios ritmos de Subidas y bajadas, igual a las olas del mar.
ResponderEliminarTan cierto, aceptar la perfección divina detrás de todo lo que ocurre, aceptar la Vida como es, no como yo quiero que sea, vivir en paz, gracias Tahita por compartir tu sabiduría, graciasssss
ResponderEliminarEs el aceptar que todos somos uno y nos movemos inmersos en la totalidad, me encantó ,gracias como siempre
ResponderEliminarGraciassss querida Tahita por compartirnos tanta sabiduría…En estos tiempos difíciles q estamos viviendo , realmente tenemos q aceptar con amor lo q nos sucede y así encontraremos la paz interior q tanto necesitamos para seguir adelante ….Graciassss…. Infinitas Bendiciones ❣️❣️❣️
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