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miércoles, 6 de abril de 2022

No lo dejes ir…Déjalo SER- Tahíta


 

Si alguna vez pediste un consejo y te dijeron que lo dejaras pasar, considera si realmente era el momento y la situación para hacerlo.

Lo siento si te dijeron que te olvidaras de algo que necesitabas abordar.

Si fue así, por favor, no lo sueltes. Se supone que hay cosas que no debiste dejar ir... Se supone que nadie debe dejarlas ir.

No hemos sido programados para dejar pasar todo.

Seguir adelante no significa “no pensar en ello”. En algunos casos el olvido no es más que una tirita que oculta temporalmente la herida.

“Déjate llevar” y “sé positivo” funcionan perfectamente juntos como el azúcar y el agua. Poniendo uno encima del otro y obtenemos un líquido dulce, bellamente mezclado. Como todos los demás que están al comienzo de su viaje espiritual, muchos incorporaron estas creencias en su vida diaria.

¿Me siento enojado con alguien? Lo dejo ir.

¿Herido por alguien? Lo dejo ir.

¿Situación no esperada? La dejo ir.

¿No puedo hacer una buena elección? Lo dejo ir.

¿Pierdo algo/alguien valioso? Lo dejo ir.

¿No sé cómo lidiar con una situación dolorosa? La dejo ir.

Y la lista sigue y sigue y sigue.

Si, como yo, estas tres palabras han sido la pretendida solución a todos los problemas de tu vida, tampoco te culpo. Y la razón honesta y directa es que la idea de dejarlo ir es muy atractiva.

Es la varita mágica que siempre hemos deseado tener. Ya sea una ruptura, la muerte de un ser querido o la pérdida de un trabajo, prescribimos con confianza dejar ir como remedio.

Después de intentar practicar “el arte de dejar ir” durante muchos años, tengo una cosa que decir:

Hay cosas que dejé ir, por un tiempo, hasta que eso que había tratado de escapar volvió más fuerte que nunca.

Ha sido un bucle sin fin en cada área de mi vida: lo dejo ir, se va, vuelve, lo dejo ir de nuevo, se va de nuevo, vuelve de nuevo.

Y bueno, si soy completamente honesta, me he dado cuenta de que no hay nada espiritual en dejar ir absolutamente todo, sino enfrentar lo que hay que enfrentar y dejar ir solo lo que implica una encrucijada en la que, o dejamos ir o perdemos la paz, la salud o la vida misma.

Si todos pudiéramos sentarnos por un minuto y profundizar en nuestro interior, sabríamos (y quizás ni siquiera se lo confesemos a nadie) que muchísimas veces dejar ir es imposible y es lo peor que podríamos hacer. Disminuye nuestra capacidad de percibir soluciones espiritualmente acertadas, de crear. Podemos acercarnos a opciones mucho mejores y mucho más valiosas que simplemente dejar ir las cosas.

Porque la verdad es que cuando no hay nadie cerca, cuando estamos solos en nuestra habitación, cuando manejamos, cuando damos un paseo, cuando nos distraemos, cuando miramos un viejo álbum de fotos, cuando estamos viendo una película, cuando estamos haciendo cientos de otras cosas, los recuerdos estallan como un volcán, llevándose nuestro momento presente y todo lo que abarca.

Pero no nos gusta eso. No nos gusta el pasado. No queremos el pasado. Queremos que nuestro dolor se vaya, que se desvanezca, que nunca más llame a nuestra puerta. Igualmente, no queremos un presente difícil. Nos mantenemos alejados de las relaciones, tareas, trabajos, personas, situaciones desafiantes. Queremos que todo sea fácil, feliz, solucionable. 

Eventualmente, el dolor volverá a tocar, y el momento presente, por más duro que sea, puede—y lo hará—aparecer disfrazado como un evento diferente. Nunca podemos huir del sufrimiento ni forzarlo a que se vaya. Solo podemos dejarlo ser, y nunca huir del ahora porque nos seguirá persiguiendo hasta que aprendamos la lección.

Sea lo que sea con lo que estés luchando hoy, no lo dejes ir. Déjalo ser.

 No minimices tu dolor, tu elección, tu situación. No creas que podrías esconderla debajo de la alfombra y fingir que esto o aquello nunca sucedió.

Sea lo que sea con lo que estés luchando hoy, hazte amigo. Podría doler, sí. Puede que te moleste, sí. Podría planear quedarse más tiempo de lo que esperaba, sí. Pero dejarlo ir no lo resuelve. Dejar ir no resuelve el duelo, la indecisión o el olvido.

Si estás pasando por una relación o matrimonio difícil, no lo dejes pasar; sentarse juntos, hablar, abordar temas difíciles es más asertivo. Si estás luchando con un amigo, conocido, compañero de trabajo o familiar difícil, no lo dejes pasar; abre tus brazos y tu corazón, sé amable y mira cómo puedes ayudar. Si está tomando una decisión difícil, no la deje pasar; date tiempo. Si estás luchando por olvidar a alguien, no lo dejes pasar; acepta vivir con lo que es.

Tal vez no tengamos que dejar de llorar o huir sino a aprender a no dejar que el dolor, el daño o la pérdida nos controlen, a gestionan lo que llega en lugar de correr.

Tenemos el poder de sentirlo todo y estar bien al mismo tiempo, de estar en situaciones difíciles y salir fortalecidos.

Como enseñó Buda, reconocer que no podemos huir del sufrimiento de la vida, pero saber que podemos encontrar formas válidas y efectivas de enfrentarlo mental y emocionalmente.

Sí. Hay momentos y ocasiones en que “dejar ir” es lo adecuando…otras no. Y si le damos espacio y voz a nuestra intuición, sabremos diferenciar cuando ser una hoja al viento, y cuándo enraizarnos para que los vientos de la vida no nos muevan de lo que ES, tal como ES.

 

Gracias. Gracias. Gracias

 

3 comentarios:

  1. " Déjalo ser"
    Valioso y oportuno aporte!!!!
    GRACIASSS Amada Tahita!!!
    Abrazos infinitos!!!!

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  2. De verdad me emocionó este mensaje, pienso lo mismo y me reprimo para no recordar, y es así, lo viví, lo acepto y vivo con lo que es, gracias Tahita, me ayudó mucho, cariños

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