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miércoles, 16 de enero de 2019

Vulnerabilidad es Fortaleza


Soy un campo infinito de posibilidades, por donde suelen pasar y a veces anidarse  un sinnúmero de emociones y sentimiento que juegan a quedarse, pero siempre pasan y  solo dejan la energía intensa con que las acojo para permitirles Ser o una pesada brisa oscura que se disfraza pero resurge para recordarme que no las viví, que las esquivé, que las negué…

Solía habitualmente luchar con las ondas emocionales caprichosas que a todos nos inundan de vez en cuando, sin razón aparente.

Todos nos clavamos en nuestras emociones tan estrechamente que rara vez podemos reconocerlas…interfieren tanto en nuestra vida que no logramos desapegarnos para verlas por lo que realmente son.

Y así, nos identificamos por el sentimiento en sí mismo: estoy triste, estoy estresado, estoy enojado, estoy deprimido, pero no tenemos ni idea de cuál es su fuente real. 

Presumo que la fuente es…no dejar que se manifiesten según llegan.

Se nos ha enseñado a proteger nuestras emociones y mantenerlas ocultas, por temor a que nos lastimen.

Pero al hacerlo, nos engañamos.

 Pensamos que si nos exponemos demasiado abiertamente, se aprovecharán; pensamos que es más fácil que nos traicionen cuando nuestra vulnerabilidad está expuesta.

Sin embargo, aquí tenemos el origen del tanto sufrimiento innecesario… Nuestra vulnerabilidad no es debilidad, es fortaleza.

Es lo que nos une, no lo que nos diferencia. Es lo que nos permite sentir compasión,  gratitud,  amor y  empatía. Es lo que abre nuestro corazón en el papel de humanos. Cuando cerramos el corazón nos separamos y nos volvemos narcisistas, rencorosos y llenos de avaricia egoísta. Nos perdemos en las nubes de nuestro propio sufrimiento.

Y así nos adornamos con máscaras de identidades que nos distraen disfrazadas de perfección. 

Al usar estas máscaras de perfección, nos distraemos de ver nuestro verdadero ser, nos perdemos en nuestras propias sombras y comenzamos a creer nuestras propias mentiras. Nos impedimos acceder a nuestra sabiduría interior y entender quiénes somos realmente, debajo de todas las distracciones.

La casa de cristal que hemos construido a nuestro alrededor se agrietará un día y caerá destrozada. Las piezas rotas quedarán esparcidas en el suelo y no sabremos cómo volverlas a juntar. 

 Podemos optar por no escondernos de las emociones que como mariposas  de verano cambian y pasan, vienen y van. 

Hay que sentirlas… necesitamos sumergirnos en ellas para comprenderlas o al menos no rechazarlas, pues nada llega porque sí. En lugar de esconderlas o ignorarlas, podemos explorarlas, sin juzgarlas, criticarlas y librarnos del sufrimiento que el miedo a sentir nos siembra.

Esto es lo que significa vivir auténticamente.

Cuando ya no nos escondemos de nuestra sombra humana, de esa dualidad que corta y besa, invitamos a la abundancia a nuestra vida. Así que me sienta como me sienta, estará bien.

No presionaré a la vida para que limpie de la pizarra lo molesto y deje solo lo bonito y conveniente…y esa disposición a abrirme y verme y que me vean…será mi fortaleza, el modo en que dejaré crecer lo mejor de un corazón compasivo que no desea disfrazarse sino mostrarse en su desnudez y potencial de SENTIR.

Si lo necesito…cerraré los ojos, respiraré con atención y sentiré lo que sea que sienta. 

No emplearé herramientas de distracción. Saldré a caminar  y dejaré a mi mente aquietarse. Me sentaré con mis emociones y llegaré a conocerlas.

 Les extenderé mi compasión y les daré la bienvenida sin nada que ocultar y con espacio y quietud para deambular libremente, mis emociones me mostrarán su verdad y me dejarán con una sensación de alivio y paz interior.

Todos necesitamos recordatorios regulares de quiénes somos realmente, debajo de las capas de nuestro conocimiento, opiniones, críticas e identidades del yo, que hemos creado y luchamos por mantener.

No…no somos las emociones que nos abruman ni las que nos besan…SOMOS UN CAMPO CÓSMICO E ILIMITADO DE SEIDAD…por donde las emociones trazan su curso sintente, solo para que las experimentemos y vibremos a su son, reconociendo que su carácter pasajero nos libra de identificarnos con ellas…pero a la vez nos muestran la flexibilidad con que podemos  avanzar en el cambio constante del panorama egoico…

Y como no son nuestras, sino del Campo infinito de posibilidades que también las crea y recrea…podemos permitirlas, honrarlas, dejarlas, pasar, amarlas.

¿Qué sería nuestra experiencia humana desde un corazón cerrado?

La vulnerabilidad es la fortaleza de abrirnos sin miedo y el reconocimiento de ser trascendentes por encima de los vientos humanos que nos sacuden y acarician.

 

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahita

 

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