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viernes, 11 de enero de 2019

Permanecer tranquilos…un recordatorio


 

Todos podemos recordarnos la belleza y la paz de absorbernos verdaderamente en el momento presente, en las personas, los diálogos y los pequeños regalos invaluables que el presente atesora.

A veces, necesitamos que nos recuerden cómo es estar verdaderamente presente, aceptando y en paz.

Porque con demasiada frecuencia, en medio del drama y el caos de la vida, nos olvidamos.

Nos olvidamos de simplemente ser y respirar con quienes nos rodean.

Nos olvidamos de apreciar la belleza que poseen, a pesar de sus defectos.

La agresión más fundamental para nosotros mismos y para los demás, el mayor daño que podemos hacerle a la naturaleza humana en su totalidad a diario, es permanecer ignorantes al no tener la conciencia o el valor para mirarnos a nosotros mismos y a los demás con honestidad y amabilidad.

Muchos de nosotros nos enojamos con las personas y sus situaciones cuando no cumplen con nuestras expectativas, como si su realidad no fuera suficiente para nosotros y nunca lo será. Rechazamos a estas personas y sus "problemas" porque de alguna manera parecen diferentes a los nuestros. Sentimos que necesitamos algo mejor, algo más de ellos, y reclamamos o nos quejamos.

Dejamos que nuestras emociones y ansiedades nos roben lo mejor de nosotros. Y nos cegamos a la verdad...

La verdad es que cuando alguien nos disgusta, a menudo esto se debe a que no se están comportando de acuerdo con nuestra fantasía de cómo deben "comportarse". La frustración, entonces, no se debe a su comportamiento, sino a cómo su comportamiento difiere de nuestra fantasía. 

La calma encierra un gran poder.

Independientemente de la situación, la mayor prueba de nuestra sabiduría y fortaleza es cuán tranquilos permanecemos al enfrentar la situación.  La capacidad de no reaccionar de manera exagerada o de tomar las cosas personalmente mantiene nuestra mente clara y nuestro corazón en paz, lo que nos da la ventaja al instante.

Durante la última década he estado controlando mi tendencia a enojarme e irritarme con las personas cuando su comportamiento no coincide con mis expectativas. No lo he logrado aún del todo.

Como seres humanos, todos tenemos una idea en la cabeza acerca de cómo se supone que deben ser las cosas, y lamentablemente esto es lo que a menudo nos confunde más. Todos nos sentimos frustrados cuando las cosas no funcionan como esperamos, y las personas no se comportan como se supone que "deben". Esperamos que nuestros cónyuges e hijos actúen de cierta manera, que nuestros amigos sean amables y agradables, que los extraños sean menos difíciles, que la vida sea más fácil, y así sucesivamente.

Y cuando la realidad nos golpea, y todos y todo parece estar haciendo lo contrario de lo que queremos, sentimos presión en el interior y luego reaccionamos de manera exagerada: enojo, frustración, estrés, lágrimas, etc.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?

Respiremos... y pensemos mejor.

No podemos controlar cómo se comportan los demás. No podemos controlar todo lo que nos sucede. Lo que podemos controlar es cómo respondemos a todo esto. 

En nuestra respuesta está nuestra  mayor oportunidad.

Cuando sintamos que estamos a punto de estallar, respiremos profundamente. La respiración profunda libera la tensión, calma nuestras reacciones de lucha o huida y nos permite calmarla tensión nerviosa, por lo que elegimos respuestas más consideradas y constructivas, sin importar la situación.

Así, por ejemplo, tratemos de inhalar y exhalar conscientemente la próxima vez que otro conductor nos detenga en el tráfico. En una encuesta reciente se ha dado como resultado que reaccionar de forma exagerada en el tráfico es  la razón más comúnmente citada para reaccionar de forma exagerada a diario. Imaginémonos si todos los conductores en la carretera respiraran profundamente antes de hacer gestos con las manos o gritar obscenidades a los demás. Llevemos eso a otras situaciones irritantes.

No hay duda de que nos puede volver locos cuando no obtenemos lo que esperamos de las personas, especialmente cuando son groseros y difíciles. Pero tratar de cambiar lo que no cambia, querer que otros sean exactamente como queremos que sean, simplemente no funciona. Sin embargo, la alternativa es impensable para la mayoría de nosotros: respirar, dejar ir, liderar con el ejemplo y aceptar a las personas incluso cuando nos irritan.

Esto es lo que he estado cultivando y defendiendo:

  • Estar verdaderamente presente.
  • Respirar profundamente, y con frecuencia.
  • Recordarnos a nosotros mismos que no podemos controlar a otras personas.
  • Recordarnos que otras personas pueden manejar sus vidas como lo deseen.
  • No tomar su comportamiento personalmente.
  • Ver lo bueno en ellos (incluso cuando es difícil).
  • Dejar de lado los ideales y expectativas que tenemos sobre los demás y la vida en general, que causan frustración innecesaria, drama y ataques de ira.
  • Recordar que cuando los demás son difíciles, a menudo pasan por un momento difícil del que no sabemos nada. Y darles empatía, amor y espacio.

Esto requiere práctica, pero vale la pena. Nos hace menos frustrados, nos ayuda a ser más conscientes, mejora nuestras relaciones, reduce nuestro estrés y nos permite hacer del mundo un lugar un poco más tranquilo para estar.

Te toca …

Sí, es tu turno.

Para inculcar un poco más de amor en este mundo.

Amar a todas las personas con las que estás, siempre que sea posible.

Menos arrebatos.

Menos drama.

Respiraciones más profundas, presencia y amor.

En última instancia, esta es la forma en que encontramos la calma, la paz y las nuevas oportunidades en la vida.

Practiquemos hoy, juntos.

 

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta 

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