Al Silencio no se le puede añadir nada.
Ni una técnica, ni una doctrina, ni una creencia.
Cuando interrumpimos con ellas el camino del Silencio, seguimos, sin darnos cuenta, los deseos del ego. Es nuestro ego quien nos impele a buscar técnicas para lograr objetivos. Es nuestro ego quien nos pone en movimiento. Es nuestro ego quien se obsesiona con obtener los beneficios de la técnica o enseñanza.
El Silencio queda entonces detrás, desapercibido.
Así comenzamos un viaje a través de libros, gurús, técnicas…nos lanzamos a una larga búsqueda. Y en nombre del silencio, ignorantemente, lo dejamos atrás, nos perdemos en un laberinto de subcaminos innecesarios que nos distraen y apartan de lo esencial.
No hay nada que buscar.
Todo lo que hay que hacer es soltar.
Soltar todo ruido para recuperar lo que siempre estuvo allí.
Soltar toda pretensión, toda técnica, todo gurú, todo libro.
Soltarlo todo para quedarnos sólo con lo que siempre tuvimos.
Darse cuenta de esto es la liberación de los peligros del camino.
La metáfora de la búsqueda espiritual como un camino a recorrer es a veces confusa, ya que nos lleva a pensar que tenemos que marcharnos de donde estamos, cambiar. HACER PROFUNDOS CAMBIOS EN NUESTRA RUIDOSA VIDA.
Pero los cambios no consiguen más que variar la programación, un cambio de envoltura.
Es cambiar una programación o un hábito por otro.
No, no tenemos cambios que hacer.
No tenemos caminos que recorrer. El único camino se recorre cuando vemos que ya hemos llegado.
No hay que ir más lejos.
El camino se recorre cuando se deja de viajar.
Entonces nos reconciliamos con lo que siempre fuimos, con lo que siempre estuvo ahí, pero mantuvimos oculto.
Es una gran liberación, una gran paz.
No tenemos que hacer nada, conseguir nada, conquistar nada, parecer nada.
Todo está ya aquí.
El gran Silencio, el gran vacío que nos habita, eso REAL.
Buscamos fuera lo que tenemos dentro.
Buscamos en libros, gurús y cursos lo que desde siempre ha sido nuestro.
Esta es la gran liberación. Una vez que nos hemos liberado de todas estas técnicas, cuando nos hemos permitido soltar, aparece la gran pradera, el desierto, el vacío. “Este es mi sitio, mi terreno, cielo al revés, campo de aterrizaje de mis ansias; es mi sitio y no lo cambio por ninguno” (Blas de Otero).
“Un cielo raso de sombras y de sueños”, dice Blas de Otero. Sin miedos. Sin angustias. Sin tareas que cumplir. Sin sueños ni deseos que satisfacer. Un cielo raso, sin nada. Esa es la patria del hombre.
Ver esto es el fin de toda la búsqueda, de todas las consignas.
Ver esto significa que no se necesitan más libros sobre el camino interior, sobre meditación, asistir a más conferencias, conocer a más maestros...
Observemos el pensamiento.
Observemos la vida expresándose.
Observemos la corriente.
No hay más secretos ni técnicas.
Gracias. Gracias. Gracias
Infinitas GRACIASSS Amada Tahita!!!!Abrazos infinitos!!!!!
ResponderEliminarUnidos en el SER🙏🙏🙏
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