A pesar de todo lo que como personaje humano experimentamos, nuestra verdadera naturaleza compartida es una de bondad, equilibrio y armonía, donde el sufrimiento no es imaginado ni meditado.
En verdad, en esa naturaleza esencial, no existe el "sufrimiento". Por supuesto, hay dolor cuando se nos inflige una lesión y dolor en circunstancias no naturales o cuando un ser querido parte, pero no hay un apego al sufrimiento creado por la mente en torno a ese dolor.
Nuestro bienestar natural encuentra su fundamento en la Verdad, la Realidad y el Amor. En conjunto, forman la base de toda nuestra experiencia humana y divina de la vida.
Y esta gracia de vivir en paz y alegría es lo que significa ser naturalmente "feliz".
Y cuando hablo de “contentamiento”, que es el acompañante perfecto para hilvanarnos a esa felicidad innata, me refiero a contentarse ante el contenido del ahora, sea lo que sea que surja en el momento: confusión, ira, placer, dolor, miedo. Todo esto puede ser aceptado y abrazado en el silencio consciente del bienestar innato. Y a ese bienestar innato podemos vivenciarlo cuando desaparecen de nuestra vida ciertos aspectos de resistencia a “lo que Es”
La verdad es lo que queda cuando la falsedad desaparece.
La realidad es lo que queda cuando la imaginería o la ilusión se desvanece.
El amor es lo que queda cuando el miedo se esfuma.
La paz es lo que queda cuando soltamos la lucha.
Bienestar natural…es disfrutar de lo que Somos, recordándonos siempre en la Esencialidad y pudiendo “sentirnos bien” a pesar de los avatares del personaje humano, cuando los abrazamos y comprendemos como torrentes temporales de experiencias que si están o llegan…para algo lo hacen, aunque dentro de las fronteras de la mente no hallemos respuestas.
Y por supuesto, aunque las palabras jamás lleguen a abarcar lo que el Amor, indiscutiblemente el ingrediente imprescindible de ese bienestar signifique, podemos con ellas tratar de acercarnos a este amor sin palabras, a esta no-cosa indescriptible pero cognoscible, con lo que tenemos: palabras, siendo conscientes de que las palabras son símbolos en los que hay que adentrarse para penetrar en la naturaleza profunda de lo que tratan de hacernos vivenciar, más que comprender.
Así…
El Amor no se puede concebir ni aprender, pero lo conocemos.
No es un sentimiento, pero siempre se "siente".
No se puede administrar y no se puede retener.
No se puede perder ni encontrar.
No se puede lograr porque ya está disponible.
No tiene pasado ni futuro. Es ahora.
Es siempre nuevo, siempre familiar, siempre reconocible, como un perfume.
Es sustancial como una roca, pero no tiene masa ni volumen.
Contiene todo lo que es, pero no se puede contener.
No tiene cualidades, pero contiene todas las cualidades.
Es infinito, pero sus expresiones en la dualidad "caducan".
Es la fuente principal y única de todos y de Todo.
Es lo que todos buscamos innecesariamente porque es lo que somos.
Es nuestro Ser, la no sustancia denominada "ser".
Es esta Realidad de la que estamos hechos.
Es la Verdad que no está ni dentro ni fuera.
Eres "tú" pero no es personal.
Es todo y nada.
No es una palabra.
Es felicidad.
Es quieto, silencioso, pacífico.
Es esto, aquí, ahora.
Es amor.
Nadie conoce el amor sino el dador.
El darlo abre todos los canales de expansión, todas las vías infinitas de posibilidades, todas las comprensiones…y hace innecesarias las palabras que creemos necesitar para aproximarnos a su inconmensurable misterio.
Gracias. Gracias. Gracias.
Tahíta
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