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sábado, 24 de noviembre de 2018

Viendo la experiencia como una película


En uno de sus famosos sermones,el Buda se encuentra a orillas del río Ganges, hablando con los monjes acerca de la forma en que nuestra experiencia es, en cierto sentido, de naturaleza ilusoria, debido a su impermanencia. 

Al estar al lado de un río, comienza utilizando metáforas relacionadas al agua. Él dice que las formas físicas que vemos, incluida nuestra propia forma física, son como un montón de espuma que se desplaza río abajo:  como alguien con discernimiento puede examinar esa espuma y descubrir que no hay sustancia en ella, que es "vacía, sin sustancia”, así, cuando examinamos la forma, encontramos que es exactamente lo mismo.

¿Qué significa esto? ¿No es obvio que nuestros cuerpos son sólidos y sustanciales? Bueno, cuando en meditación tomamos nuestra atención profundamente en el cuerpo, ¿qué encontramos? ¿Realmente experimentamos alguna solidez o sustancia? Todo lo que podemos encontrar son sensaciones.  Y cuando observamos muy de cerca esas o cualquier otra sensación, no son nada sólidas. No son más que puntos de percepción. No son estables, parpadean dentro y fuera de la existencia, momento a momento. 

Los sentimientos, dice el Buda a los monjes, son como burbujas que aparecen y desaparecen rápidamente como cuando una gota de lluvia cae en la superficie del río. Aquí también podemos observar de cerca la naturaleza de los sentimientos. Podemos pensar que los sentimientos persisten con el tiempo, pero si observamos de cerca, vemos que son simplemente sensaciones temporales. 

Durante una tormenta, las gotas caen en la superficie del agua. Pero cada gota que se estrella, dura solo un instante. Los sentimientos, examinados de cerca, son así también: puntos de sensación, suspendidos en el espacio, parpadeando dentro y fuera de la existencia con una rapidez increíble.

Buda sigue…  Los impulsos emocionales son como la médula de un árbol de plátano, que, como una cebolla, tiene capas y capas que pueden eliminarse, sin que quede nada. Nada sólido dentro. Esto también se puede confirmar en nuestra experiencia. ¿Qué sustancia hay en los sonidos e imágenes que experimentamos en la memoria y la imaginación? ¿Qué sustancia hay en la ira o el deseo? ¿En la conciencia misma?

Las metáforas que el Buda eligió eran adecuadas para su época y siguen siendo útiles para nosotros. Pero en mi propia vida, la analogía más apropiada, simple y útil es que podemos experimentar la experiencia física, emocional y mental como una película. Mi cuerpo fabrica sensaciones. Mi cerebro fabrica sentimientos en el cuerpo. Mi mente fabrica sonidos e imágenes y conceptos dentro de sí misma. Y todas estas cosas son insustanciales. Y son cosas que puedo observar, como una película.

Y, como una película, nuestra experiencia puede absorbernos profundamente. Cuando mis sentimientos están heridos, pienso en el dolor como algo real. Aparece la ira, y creo que eso también es real. Creo todas las historias que me cuento sobre cómo la persona que me lastimó es egoísta, mala o desconsiderada.

Pero… si me doy cuenta de que estoy viendo una película. ¿Entonces qué?

Una vez que empiezo a aceptar que mi cuerpo y mi mente me están inventando una película, me lo tomo todo menos en serio. 

Al ver la película de mi experiencia, puedo sentir placer e incomodidad en el cuerpo, y es todo algo que apreciar, de la misma manera que aprecio la ternura y los momentos tensos en una película. Puedo experimentar mis sentimientos, y si son agradables o desagradables, encuentro que puedo disfrutarlos de la misma manera. Los impulsos surgen, y si no son deseables o me son inútiles, puedo dejar que se disuelvan como las cosas irreales que son: no necesito tomarlos en serio. Reconozco que mis pensamientos, mis recuerdos y lo que imagino acerca del futuro son simplemente películas que se ejecutan en la mente.

Es todo una película. Ver las cosas de esta manera es simple. 

Existe la posibilidad de que algunos confundan lo que digo con el significado de que nada importa. Pero eso no es cierto.

 Lo que importa es amarlo todo, especialmente las partes de nosotros y de otros que consideran que la película es real. Por esas partes necesitamos nuestro amor y compasión. Esto le da sentido a la vida. 

El amor y el significado también son parte de la película, pero en última instancia son de lo que trata la película. 

No tenemos que creer esto: es simplemente cómo son las cosas y nuestra tarea es simplemente observar. Esto es lo que podemos llegar a ver: nuestra verdadera naturaleza es la inter- conexión y la compasión.

Entonces, si no tenemos un sentido de significado, propósito y amor en nuestras vidas, sería imprudente abrazar esta perspectiva de ver nuestra experiencia como una película creada para nosotros.

 Cuando hay un sentido saludable de amor y significado en nuestras vidas, la desilusión es una experiencia positiva.

 Sin esas cosas puede ser devastadora. Pero una vez que tenemos una base de amor, aprecio y propósito, ver la vida como una película es una forma de profundizar aún más esas cualidades.

Ponernos enfrente como un espectador delante de la pantalla, sensibilizarnos de a ratos pero recuperar siempre al observador silente y sabio que no confunde lo real con lo que está viendo…un observador compasivo, consciente de que estamos interconectados con la historia que tejimos en la pantalla y con las historias de las películas que cada fragmento del Ser tejió…mas a sabiendas de que esas películas son un juego cósmico de reconocimiento  y de AMOR.

¡Y LAS BENDICIONES FLUYEN!

Tahíta

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