Cuando éramos niños pequeños, seguramente todos teníamos un entusiasmo increíble por la pura experiencia de vivir. Una hormiga, una brizna de hierba, una palabra nueva, una judía verde, una sombra en el suelo, una tormenta, o la sonrisa de un extraño podría ser una fuente de gran curiosidad y deleite. Incluso si el momento fuera una experiencia de miedo, o de lágrimas, o un rotundo "no", era vivida plenamente, porque la experimentábamos abiertos al momento presente.
Un niño tiene el corazón muy abierto; lo que le falta es sabiduría y discernimiento.
Pero al crecer, mientras nos educan "sobre" el mundo, comenzamos a vivir cada vez más en el mundo del pensamiento en lugar de permanecer abiertos a la vida tal como es.
Se nos enseña a confiar en las ideas e interpretaciones más que en nuestra propia experiencia que nos dice lo que es verdad y lo que no lo es. Muy pronto, nos convencemos de que los pensamientos y las imágenes que hemos recopilado sobre un "yo" definen lo que somos en realidad.
La libertad de decir "¡Sí!" a la vida es la libertad de nuestra verdadera naturaleza.
El ego siempre está buscando "liberarse de" la vida, pero Lo-Que realmente somos, nos invita a una profunda libertad: la libertad de experimentar íntimamente todo en la vida.
El despertar a nuestra verdadera naturaleza nos invita a ver el mundo con los ojos de la inocencia, a través de la sensación de nuestros cuerpos, a vivir en este momento más que en el pasado ( la memoria de la mente) o en el futuro (la proyección mental).
Se nos invita a descubrir el mundo de nuevo, con la sabiduría y el amor de nuestra propia verdad más profunda.
Empezamos a confiar que a veces tenemos que decir "Sí" a nuestro propio "No".
Eso es aceptación también.
Muchas personas temen la idea de la muerte, pero este miedo a menudo enmascara un miedo aún más profundo: el miedo a vivir verdaderamente como Lo-Que somos aquí y ahora.
Viviendo desde esa dimensión de nuestro Ser, descubrimos que lo que "pensamos" que sabemos no es verdadero "Saber", que la Vida se mueve perfectamente por sí misma con o sin nuestros pensamientos.
Hay una historia Zen de dos monjes, uno ve al otro a punto de marcharse en peregrinación. El primero le pregunta al otro cuál es el objetivo de su peregrinación. El monje a punto de embarcarse dice que no lo sabe. El primero responde, "No-saber es más genuino".
No-saber no es lo mismo que ser ignorante o estar confundido.
No-saber nos permite permanecer abiertos, espaciosos, curiosos, e íntimos con la realidad del aquí y ahora.
Ver y sentir el misterio y la magia de la experiencia en sí, nos invita a descubrir su inseparabilidad de lo que está silenciosamente Despierto en todas las experiencias y desplegándose en todos los momentos.
Decir "Sí" a la vida no nos hace pasivos.
Nos devuelve a la totalidad de nuestro Ser y a la danza incesante del devenir de la vida…esa en la que temporalmente somos avatares humanos, con una esencia que se manifiesta perfectamente, nos gusten o no los disfraces con los que lo hace.
Gracias. Gracias. Gracias
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