“Cuando miro hacia atrás en mis reacciones instintivas ahora,
me doy cuenta de que debería haber tomado un respiro”.
—Fred Durst
La actitud reactiva surge normalmente cuando sentimos ira, vergüenza, tristeza o cuando percibimos una actitud de ataque hacia nuestra persona. Entonces, sale a la superficie como: sarcasmo, crítica, no dirigir la palabra o la ridiculización del otro.
A menudo cuando reaccionamos en lugar de responder, lo hacemos con la intención de desviar nuestro foco de atención de los sentimientos desagradables que estamos experimentando. En el momento en el que me siento avergonzado o herido, conectar con esa emoción puede ser doloroso y es por eso que pongo en marcha comportamientos reactivos para evitar sentir la emoción.
Puede ser un desvío útil para sacar la cabeza del meollo del asunto, pero a largo plazo genera más culpa y aislamiento, además de hacer que el otro, a su vez, reaccione atacando como defensa, y así alimentamos un ciclo de ataque y defensa en la que todos perdemos.
Pero… ¿por qué reaccionamos cada vez más?
Tal vez no nos creemos capaces de responder socialmente al desafío; tal vez ciertas situaciones actúen como disparadores porque en el pasado hay historias almacenadas en las que nos sentimos vulnerables y nos atemorizan; tal vez ocultamos una culpa y ante una situación parecida, reaccionamos para que no resurja. En muchas ocasiones una actitud defensiva aparece en un intento de ocultar la verdad sobre algo sobre lo que estamos mintiendo deliberadamente y en otras necesitamos justificar algo porque nos sentimos juzgados injustamente…y eso levanta como espuma la reacción emocional, que es siempre defensiva, que siempre está ligada al pasado, y que siempre encubre miedo.
Entoces… ¿cómo reaccionamos?
Por ejemplo, cuando nos sentimos juzgados…Dejamos de escuchar a la otra persona o la interrumpimos; inventamos excusas para justificar lo que hemos hecho, acusamos a la otra persona de hacer algo parecido; sacamos los “trapos sucios” de la otra persona para rebajarla; cuestionamos los sentimientos del otro; negamos la realidad o manipulamos la situación.
Y casi siempre, como corolario, la ira toma el mando, gritamos, nos exasperamos o por el contrario nos victimizamos, en una cadena de desvalorización que crea dolor, más vergüenza, más falta de autoestima, más miedo disfrazado…y más sombra.
No todos llegamos a esos comportamientos. Pero sí lo hacemos…quienes tenemos baja autoestima y no reconocemos nuestros valores, porque en el pasado se nos ha desvalorizado y por eso damos demasiada importancia a la opinión de los demás; …quienes posponemos todo para último momento (la famosa procrastinación) lo que acaba generando estrés y ansiedad desmedida;…los que no nos tomamos la responsabilidad debida sobre nuestra vida;…los que no podemos generar o aceptar los cambios y ante cualquier emoción, situación o persona podemos sentirla cómo un ataque.
Para ser menos reactivos tenemos que tornarnos observadores, permanecer vigilantes y conscientes para que las emociones almacenadas en nuestra sombra o cuerpo de dolor no sean activadas causando daño a todos los implicados.
Responder…exige una pausa. La respuesta llega lentamente
Una reacción es instantánea. Está impulsada por las creencias y prejuicios de la mente inconsciente. Reaccionar implica que no hubo una pausa que evite el inmediato desborde de las emociones.
Si somos observadores podremos captar cuales situaciones nos exponen a reaccionar, e incluso anticiparnos a esa reacción para redirigir esa energía más amorosamente.
Es totalmente normal que ante cierto tipo de conflictos reaccionemos casi de manera automática, sobre todo cuando nos sentimos heridos o criticados. Una alternativa (que no es sencilla) pero realmente es muy potente, es asumir la parte de responsabilidad que tenemos ante la situación o el conflicto generado.
El darnos cuenta de que podemos sincerarnos, tomar responsabilidad y a la vez estar atentos, en el momento presente y a la vez percibiendo qué cosa de nuestro pasado pulsa nuestros botones emocionales para que reaccionemos…ha sido fundamental para mí y muchos que cambiamos el reaccionar por el responder de la manera más amorosa posible.
Se trata de “desaprender” esas reacciones, y aprender nuevos comportamientos que nos permitan responder sin miedo, con amabilidad y respeto hacia los demás y hacia nosotros, ya que…TODOS ESTAMOS RELACIONADOS♥
Gracias. Gracias. Gracias
Excelente Amada Tahita...convertirnos cada vez más en nuestros observadores...
ResponderEliminarGRACIASSS..GRACIASSS...Infinitas GRACIASSS!!!!!
Me gustó mucho, responder exige una pausa, luego llega la respuesta, lo que surge como reacción desborda la emociones y provoca decir cosas que causan dolor, lo reviven, gracias Tahita querida!!!
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