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viernes, 11 de marzo de 2022

“Donde se encuentra la paz” -Tahíta


Durante nuestra meditación, una y otra vez volvemos la mente hacia las sensaciones de la respiración, hacia la expansión de la bondad o hacia algún otro objeto de meditación, y una y otra vez somos distraídos por algún pensamiento que surge sin ser invitado.

Nuestros pensamientos son seductores. Y, sin embargo, rara vez nos hacen felices. De hecho, los pensamientos que nos distraen son casi siempre una fuente de sufrimiento. Somos mucho más felices cuando estamos conscientemente atentos a nuestra experiencia.

Entonces, ¿por qué seguimos sintiéndonos atraídos por hacer algo que nos hace infelices?

La mente asume que si anhelamos el placer, el placer sucederá, que si odiamos lo que no nos gusta, desaparecerá, que si nos preocupamos por las cosas, esto las solucionará, que si evitamos las cosas que no nos gustan, lo que no me gusta, se irá, y si dudamos de nosotros mismos y nos hacemos miserables, alguien vendrá y nos dirá que todo está bien.

En un cierto nivel muy profundo, estamos convencidos de que en la distracción hallaremos la felicidad. Aunque no lo sea.

Donde reside la felicidad es en la atención consciente: prestar atención consciente a las sensaciones físicas del cuerpo, a los sentimientos, a los pensamientos y a cómo todas estas cosas se afectan entre sí.

Simplemente observar la respiración y otras sensaciones en el cuerpo, volviendo pacientemente a ella una y otra vez cuando nos distraemos, trae paz. Esta es la base de la meditación.

Es en la observación y el permitirnos sentir el cuerpo donde reside la paz. Ahí es donde encontramos felicidad.

Entonces, como práctica que a mí misma me ha servido, sugiero la siguiente que enseña el centro Adhisthana.

Primero, nos relajamos.

Luego, comenzamos a conectarnos con las sensaciones del cuerpo, sintiendo los movimientos de la respiración como suaves ondas recorriendo el cuerpo.

A medida que surgen las distracciones comenzamos a apartarlas, a alejarnos de ellas y a tratar de tener la sensación de que los pensamientos que nos distraen van en una dirección y el cuerpo en otra dirección.

En cada exhalación, recordamos que las sensaciones del cuerpo están donde esté nuestra atención diciendo algo como lo siguiente:

Aquí [en el cuerpo] es donde se encuentra la felicidad.

Aquí es donde se encuentra la paz.

Aquí es donde se encuentra la paciencia.

Aquí es donde se encuentra la alegría.

Aquí es donde se encuentra la calma.

Aquí es donde se encuentra la facilidad
.
Aquí es donde se encuentra la seguridad.

Aquí es donde se encuentra la confianza.

Aquí es donde se encuentra la satisfacción.

Aquí es donde se encuentra el amor.

Aquí es donde se encuentra el despertar.

A medida que cada respiración desciende, expresamos una de las frases anteriores, o algo parecido. Podemos inventar nuestras propias frases. Podemos repetir frases, pero mejor mezclarlas un poco para que la práctica no se vuelva mecánica.

Esencialmente, todas las cualidades positivas están respaldadas por la atención plena arraigada en el cuerpo, por lo que podemos dejar que varias cualidades vengan a la mente y recordar que es a través de la conciencia del cuerpo que surgirán.

Dejemos que las palabras acompañen la respiración, fortaleciendo la intención de notar y apreciar el cuerpo con atención plena.

A corto plazo, los recordatorios repetidos para observar el cuerpo nos ayudarán a mantener la mente encaminada. Así habrá menos oportunidad de que surja la distracción y se apodere de nuestra mente.

A largo plazo, es posible que comencemos a darnos cuenta de que el cuerpo, en lugar de las distracciones, es el hogar. Es donde ocurre el crecimiento del personaje encarnado

Es donde queremos seguir dirigiendo nuestra atención.

 Donde queremos estar.

Y nuestra atención naturalmente gravitará allí.

Donde está nuestra atención está nuestra energía...esa que podemos suavemente redirigir para propiciar la paz.


Gracias. Gracias. Gracias.




1 comentario:

  1. Hermoso, lo copié en un papel para tenerlo cerca, leerlo y leerlo para darle a mi cuerpo lo que deseo, paz, gracia Tahita

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