Desde el enfoque
de la no dualidad, no existe ningún problema sobre el llamado autocuidado,
puesto que no existe un yo separado. No existiendo un “yo” no hay tal cosa como
un autocuidado, autoamor, o cualquier otro “auto” que necesite de cuidado.
Por supuesto,
esto es una postura rigurosa que, aunque es verídica (o no) deja fuera de juego
el personaje temporal que moviéndose en la dualidad se ve atropellado por
conceptos religiosos, espirituales y psicológicos que suelen confundirse.
El “yo” temporal
(no hay ningún yo que no sea temporal, aun el mentado yo superior) es sacudido
por dos corrientes contrarias que disputan la tenencia de la verdad como si
tales posturas reflejaran o rozaran siquiera tal Verdad.
Una corriente, de
la cual algunos aún se están sacudiendo el polvo, nos dice que hay que ponernos
(al personaje claro) últimos, que somos pecadores o imperfectos, que se
necesita sacrificio en el camino a la realización, y se embandera con “el
olvido de sí mismo” como panacea contra los deseos del ego. Tal vez no habiendo
llegado aún a degustar el vacío proclamado por la no dualidad, solo intenta
disminuir el yo-ego y aumentar el Yo-espiritual…entrando entonces en los
fangosos terrenos de la arrogancia espiritual.
La otra, no menos
dañina, enarbola el “primero yo” de todos los libros de autoayuda o autoamor, o
autocuidado, como imprescindible para llegar desde ese amor incondicional a
nosotros mismos al amor expandido hacia el no-yo (los otros).
Tal vez podamos
integrar ambas posturas y fluir entrecorrientes sin dejarnos arrastrar por
ninguna de ellas, puesto que cualquier postura radical o verdad inamovible no
nos satisface ya, en el fluir constante del proceso de la vida.
Ya sea que
consideremos a “lo que no es yo” integrado a nosotros, o como reflejo de
nuestra seidad en el Uno o simplemente nos observemos como
Interconectamos e Intersiendo, podemos deducir que considerarnos defectuosos,
pecaminosos, insuficientes…es un juicio que trasladaremos a “los otros” y muy
poco amoroso, por cierto. Sin embargo, el “olvido de uno mismo”, en realidad,
bien entendido, quiere expresar dejar de lado el yo egoico, que desea más y más,
de lado y percibirnos como Espíritu en una aventura humana. Así entendido, no
causa daño ni roces. Siempre que comprendamos que, en el rol humano, no hay
lugar para la culpa, el autojuicio, la desvalorización desmedida, dejando que
los otros (de existencia real o no) nos usen de felpudo o dañen sin apartarnos
o actuar.
La segunda
postura de cualquier libro o autor de autoayuda o pensamiento positivo, aunque
no lo creamos, es más peligrosa, porque sutilmente nos invita a algo fácil…
“ponernos primero que el otro”, y a nuestras necesidades y deseos acompañando
esa prioridad. Y así la mayoría de la gente semiconsciente cree que es súper
pasar por sobre los demás, no considerarlos, apartar la compasión del camino y
desviarse a terrenos de egoísmo que solo obstaculizan el fluir amoroso de las energías
expansivas del Amor que somos.
Por eso, des
identificados lo más posible de posturas egoicas facilistas, sepamos que ya sea
que nos consideremos tejidos en la misma trama cósmica o separados, pero bajo
leyes duales como las de correspondencia (lo que haces te lo haces a ti mismo y
lo que das recibes) …y muchas más que bien describe el Kybalión, es ilusorio ponernos a nosotros o a los demás
por delante en el reparto de regalos de la Vida, ya que TODO LLEGA A TODAS LAS
PARTES DEL TODO…y no hay modo de evitarlo…salvo estar más o menos abiertos a
la gracia y la devolución energética de lo que consciente o inconscientemente
sembramos como personajes de esta trama.
Así…el
autocuidado es el cuidado del “otro” también, y el cuidado del “otro” se vuelve
autocuidado…porque las energías son compartidas y omniabarcantes.
Por supuesto que
en cuanto a lo físico, mental y emocional no será lo mismo elegir una
alimentación sana, un pensamiento amoroso o una gestión emocional sin drama que
lanzarnos a una desenfrena carrera tras placeres que dañen los vehículos de
expresión…pero eso es una elección individual y se respeta. Diría que casi es
poco importante para la vida del Espíritu que somos…es una historia de elecciones
individuales que solo afecta a lo temporal…como una tormenta que arranca una hoja
y la destruye, sin que el árbol merme su condición de tal.
Por eso, la
observación y la atención consciente son las que determinan cuanta dosis de
autocuidado escogemos, y de qué tipo, en cada momento particular. Si escuchamos
al cuerpo o a nuestra mente deseosa de placer, si privilegiamos el
aquietamiento mental o somos seducidos por los susurros demandantes de una mente
sedienta de placeres.
Nada es bueno o
es malo…es un juego dinámico en el que, como podemos, nos movemos flexiblemente
y sin culpas en el aquí y ahora, que permite tomar consciencia, y a la vez,
aflojar los tantos y no tomarnos todo tan seriamente.
Como expresé
antes…
No importa lo que
lo demás te digan que es autocuidado, ni lo que yo diga…SOLO IMPORTA LO QUE
SIENTES QUE ES APROPIADO CUIDAR.
Gracias. Gracias.
Gracias.
Tahíta
Infinitas GRACIAS TAHITA!!! EXCELETE REFLEXION. TE LO AGRADEZCO EN EL ALMA
ResponderEliminarGracias Tahita, muy buen mensaje, gracias, gracias, gracias
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