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martes, 16 de noviembre de 2021

Respirar, masticar, Vivir concientes – Tahíta

 


 


 

Para que esta Vida no se nos pase de largo, como personajes humanos, no basta con leer los axiomas o consejos de los que consideramos sabios, sino que, experimentar lo que nos llega es, sin duda, la adquisición de sabiduría práctica más importante.

Participar atentamente de los encuentros con otros humanos o con las energías del reino vegetal, animal y mineral, permitiendo las emociones que surgen y dejando que nos atraviesen, percibir con todos los sentidos lo que llega, y experimentar a pleno lo que va apareciendo y desapareciendo de la escena…en resumen, vivir todo sin perdernos en los vericuetos de la mente, ni correr hacia otro asunto pendiente.

Comer apresuradamente es el reflejo de cómo asi­milamos el resto de nuestras experiencias. Al masticar poco, apenas se impregnan de saliva los alimentos. Al ir tan deprisa, no llegamos a extraer de ellos sus nutri­entes, sin dejar de lado las propiedades de la saliva para los cuerpos estéricos inclusive.

 Igualmente suele suceder con nuestras relacio­nes con los demás, con las acciones que emprendemos o las emociones que sentimos.

Al hablar, no llegamos a digerir las frases, porque estamos apurados, ansiosos, agitados, que no nos detenemos a saborear las miradas, a ahondar en los gestos, a percibir las texturas de nuestras emociones.

Lo que vamos viviendo queda parcialmente procesado, con lo cual, en lugar de generar energía, la perdemos, y nos cuesta seguir disfrutando de las experiencias

Si pasamos por alto lo que cada instante nos ofrece…nos estamos perdiendo la vida dual, por un apresuramiento crónico.

Buscando una vida más significativa, obviamos lo real que nos ofrece el momento presente.

Pero nuestra parte más sabia nos ofrece un medio simple pero poderoso para ello: la respiración. Sentida desde la consciencia, nos permi­te abrazar, intimar y fundirnos con todo lo que expe­rimentamos, descubriendo su sabor, accediendo a su esencia.

El aire que respiramos es la sustancia que, equivalente a la saliva, le ofrecemos a cualquier circuns­tancia de nuestra vida. La consciencia del aliento, cuan­do acompaña las experiencias, las llena de espaciosi­dad, impregnándolas de energía viva, haciendo que la vivencia sea más consciente. Ya se trate del uso de un objeto físico, una actividad, el encuentro con otro ser humano o el sentir de una emoción... cada experiencia es un «bocado» para la cons­ciencia que, al ser aceptado, masticado e impregnado de energía viva, el aliento sagrado, nos permite liberar la esencia, como sucede al comer.

El yoga nos enseña que, en la boca, al ser conscientemente mas­ticados, los alimentos destilan su sustancia más precio­sa, el prana, la energía viva que todo lo constituye. Del mismo modo, respirando conscientemente, podemos penetrar y trascender la aparente solidez de la materia, dejando que se libere la energía vibrante que la anima.

Extraer la esencia es descubrir el espíritu, la consciencia, la sustancia única de la que todo está́ saturado.

Es reconocer a Dios en todo.

Para eso, hay que ir más despacio… descubrir el valor de un ritmo un poco más lento.

Citando al maestro Haemin Sunim:

“Cuando todo a mi alrededor se mueve tan rápidamente, me detengo y me pregunto ¿es el mundo el que está frenético o es mi mente...Cuando mi mente se relaja, el mundo también se relaja”

El aliento, en su movimiento incesante, abraza y penetra todo de vida. Cuando nos hacemos conscientes de su fluir, podemos sentir una mayor amplitud en tor­no a lo que sucede. El inspirar nos invita a tomar cons­ciencia, a sentir, a ver con la claridad penetrante de la luz. Espirar es como dar espacio, permitir que todo sea como es. Al conectar con la inspiración y la espiración, recordamos nuestra naturaleza penetrante y espaciosa.

Quedarnos, abrirnos, respirar con lo que acon­tece, penetrar de nuestro aliento lo que sentimos nos permite ir más allá́ de las formas, conectarnos con la vida que todo lo sostiene.

El amor incondicional, del que se predica tanto, no es más que eso: pase lo que pase, sea cual sea la apa­riencia que tome este instante, no me separo de lo que sucede, no lo aparto, no lo niego, ni lo rechazo, ni lo escondo…, perma­nezco, penetrándolo con atención, incluyéndolo en mi espaciosidad, esa que la respiración amplía y la Conciencia magnifica.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

 

 

 

 

5 comentarios:

  1. "Cuando mi mente se relaja....el mundo también se relaja"
    Infinitas GRACIASSS Amada Tahita!!!!!

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  2. Que verdad, así es comemos pensando en lo que tendremos que hacer, sin saborear ni difrutar el alimento que estamos tomando ,y al respirar los hacemos te ambien de modo inconsciente ,mecánico , gracias por este llamado de atención

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  3. "Es reconocer a Dios en todo", hermoso mensaje Tahita, muchas gracias

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