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miércoles, 21 de julio de 2021

El Amor perfecto

 

Todo lo que existe lo hace para recordarnos nuestra perfección espiritual. Aun lo menos deseable para la personalidad, que no sabe “ver”.

La creación no tiene fallas.

 Desde la postura relativa, puede parecer más o menos deseable, quién quería ser un antílope en las fauces de un león, pero en su conjunto, la Creación no tiene ninguna postura. Se despliega perfectamente, desde una galaxia en espiral hasta un grano de arena.

Sentarse junto al jardín al amanecer o al anochecer, cuando la luz es suave y todo ser viviente luminoso, es como una reunión familiar. Cada planta, insecto, fruta y verdura, cada brisa, cada estrella tenue, cada aliento, testifica que estás en casa recordándote lo que eres

Cuando vives de esta manera, no es posible alejarte o perderte. La conciencia de tu hogar en la Creación es la luz en la que todo se revela como hogar. Te acompaña a todas partes y no excluye nada.

Porque contienes todas las cosas dentro de tu Ser. Nada puede atenuar la luz de tu perfección.

Somos el sitio del amor divino; nuestro corazón sostiene el Corazón de Dios y late a un ritmo perfecto con él. 

 Nosotros creamos de la forma en que crea la Fuente extendiendo el amor a todas las cosas, sin excepción, con gratitud.

Nada de lo que hacemos, desde un pensamiento fugaz sobre el clima hasta la construcción de vastas ciudades y templos, ocurre fuera o sin el Amor de Dios. Solo tenemos que recordarlo.

El milagro llega silenciosamente a la mente que se detiene un instante y se aquieta… en ese instante se le permite a la memoria de Dios (Conciencia Infinita) ofrecer todos sus tesoros.

Nuestra disposición a recordar quiénes somos y, por extensión, recordar al Amor, es esencial para liberarnos de la culpa y el sufrimiento.  Tenemos que darnos cuenta de cómo conspiramos y trabajamos contra nuestra propia felicidad, proyectando un mundo que es causa del sufrimiento. Tenemos que ver qué nos hacemos, y luego decidir dejar de hacerlo.

Podríamos preguntarnos: ¿por qué proyectamos un mundo que nos lastima? 

El amor nos invita a observar el odio y el miedo y a confiar en que no seremos abandonados cuando lo hagamos. El amor nos pide que miremos con claridad el infierno externo, por trivial o dramático que parezca. Nos asegura que el odio y el temor no son reales, pero tenemos que confiar en él. Tenemos que confiar en el Amor.

Y no lo hacemos. No confiamos en el amor.

Eso es lo más difícil de ver, y aquí, "ver" significa "aceptar". 

La percepción es el único paso del cual hacernos responsables. Con solo levantar el pie e incluso simplemente comprometiéndonos a levantar el pie, nos unimos al Espíritu para que actúe.

El Espíritu Santo nos permite tener una visión clara del odio hacia uno mismo y sus raíces en el miedo. Esta mirada inaugura el viaje de regreso al amor propio y la paz interior. ¡Esto puede llevar mucho tiempo! A veces recordamos cómo amarnos a nosotros mismos en dosis muy pequeñas, sanando un recuerdo a la vez. Está bien. Está más que bien.

Digo esto porque en algún momento en el viaje nos damos cuenta que nos amamos y que este auto-amor trasciende completamente nuestra comprensión anterior del amor. Nos damos cuenta de que no estamos a cargo del amor, como entes separados, en absoluto… porque el amor es tan perfecto, estable y verdadero que no podría venir de nosotros individualmente. Solo puede ser un regalo.

Cuando observamos este amor, cuando vemos cómo surge de más allá de nosotros, como incluye a todo y todos, en él nos vemos tanto a nosotros como a Dios. Y nuestro yo y Dios son Uno.

El Amor es Dios, la Conciencia, el Campo.

Puedes sentarte en el jardín, contemplar la luz desvanecerse, las golondrinas que rodean el cielo por última vez antes de regresar a sus nidos. Las frambuesas ensombreciéndose, los tallos de maíz altos y fuertes, las flores en forma de campana de las calabazas brillando en el crepúsculo. Escuchar el río; ver las primeras estrellas brillando…sabiendo que Todo esto eres tú y tú eres todo esto. En los tranquilos rayos de la atención, todo acepta y extiende la perfección del Espíritu. 

 La creación vive en ti y se extiende a través de ti.

¡Qué felices nos sentimos cuando recordamos esto!

 Nada falta en nuestro Cielo compartido

 ¿Qué más podría ser el cielo que ese estado mental en que somos UNO?

 

Gracias. Gracias. Gracias

 

Tahíta

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