A menudo, la confusión y el trauma parecen ser negativos. Pero a largo plazo, estos pueden tener poderosos efectos positivos.
En los últimos años, los psicólogos se han dado cuenta del fenómeno conocido como " crecimiento postraumático ". Descubrieron que, para muchas personas, lidiar con un trauma es un poderoso estímulo para el desarrollo personal. No era solo una cuestión de aprender a afrontar situaciones negativas o adaptarse a ellas; de hecho, obtuvieron algunos beneficios significativos. Experimentaron "cambios de vida positivos". Obtuvieron una nueva fuerza interior y descubrieron habilidades que nunca supieron que poseían. Se volvieron más confiados y apreciaron mucho más la vida, particularmente las "pequeñas cosas" que solemos dar por sentadas. Se volvieron más compasivos por los sufrimientos de los demás y se sintieron más cómodos con la intimidad para tener relaciones más profundas y satisfactorias. Uno de los cambios más comunes fue que desarrollaron una actitud más filosófica o espiritual ante la vida. Su sufrimiento los llevó a un "nivel más profundo de conciencia".
Inicialmente, la mayoría de ellos experimentó una "noche oscura del alma", donde sus valores anteriores fueron cuestionados y la vida dejó de tener sentido. Después de esto, pasaron por una fase de búsqueda espiritual, tratando de dar sentido a lo que les había sucedido y encontrar nuevos valores.
Y finalmente, una vez que encontraron nuevos principios espirituales por los que vivir, entraron en una fase de "integración espiritual" cuando aplicaron estos nuevos principios. En este punto, encontraron un nuevo significado y propósito en la vida, junto con una gratitud por estar vivo, e incluso por haber pasado por tanta confusión.
En mi caso particular, pasé por una Noche Oscura del Alma, que algunos de ustedes acompañaron, y puedo dar fe de que emergemos de ellas más compasivos, profundos y resilientes.
Como ejemplo, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche ciertamente no era ajeno al sufrimiento.
Durante la mayor parte de su vida, sufrió atroces migrañas que lo dejaron incapacitado durante días, así como terribles dolores de estómago.
Se vio obligado a retirarse de su cátedra en la universidad a los 35 años debido a su mala salud y pasar el resto de su vida en aislamiento.
Nunca encontró esposa o novia, fue condenado al ostracismo por sus compañeros intelectuales, debido a sus ideas poco convencionales, y tenía muy pocos amigos.
Aun teniendo tanto éxito como autor, tuvo que pagar por la publicación de sus libros, e incluso entonces, muchos de ellos fueron destruidos por la imprenta.
A los 45 años sufrió un colapso mental completo y pasó los últimos diez años de su vida en un estado catatónico, viviendo con su madre.
Sin embargo, Nietzsche tenía un notable poder de resistencia y siempre pensó que su sufrimiento era beneficioso para él. Veía su sufrimiento como "el último emancipador del espíritu" que era esencial para su filosofía, ya que "nos obliga a los filósofos a descender a nuestras profundidades más profundas ... “Dudo que tal sufrimiento mejore a un hombre; pero sé que lo hace más profundo".
Su experiencia fue que cuando una persona sale de episodios de enfermedad, aislamiento o humillación, es "como si hubiera nacido de nuevo, tiene una piel nueva", con un "gusto más fino por la alegría".
En El Profeta, Kahlil Gibran dice algo similar cuando escribe que, "Cuanto más profundo es el dolor que talla en tu ser, más alegría puedes contener".
Esto no significa que debamos anhelar el sufrimiento o buscarlo a propósito. Pero cuando aparece en nuestras vidas, debemos ser conscientes de que, debajo de su superficie negativa, hay una oportunidad de crecimiento y profundización.
Gracias. Gracias. Gracias
Tahíta
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