Si contemplamos directamente la Luz Que somos, no nos sorprenderán los constantes movimientos y las diversas formas en las que se expresa. Todas las formas cambian.
Esa Luz infinita cambia solo en la temporalidad. Los cambios…son hijos del tiempo. Y en él, todo está en movimiento constante. Así como cambian las escenas en una obra…así es nuestra vida. Tristeza, alegría, abundancia miseria, miedo, coraje…mas detrás de los decorados, existe un argumento vital, una Inteligencia trascendente. Solo que ese aspecto limitado nuestro, no la percibe, perdido en las variaciones y cambios escénicos.
Por ello es que hay que enseñar a nuestra mente a contemplar, a quedarse callada, a parar la rueda de pensamientos que se repiten y repiten desencadenando emociones también repetitivas.
¿Quién en nuestro interior nos enseña a hacer silencio y a contemplar?
Quien está detrás de escena (decimos quién y no “qué” para que quede claro que no es una cosa no inteligente) …es nuestra verdadera esencia, quien es perfectamente inteligente y comprende todos los giros y cambios de nuestra vida…quien SABE que Todo es Perfecto, aunque nuestra parte limitada cuestione esa perfección sacando a la luz aparentes dramas, catástrofes, muertes, actos crueles…que solo existen en la temporalidad de la escena humana cambiante.
Dios, la Conciencia…es inteligencia en expresión, mas solo la comprendemos desde esa misma inteligencia divina que somos, no desde la personalidad temporal.
Dios no es un personaje bondadoso ni uno vengativo que usa el castigo contra la desobediencia. Esas creencias son proyecciones personales que se hacen asumiendo que la Inteligencia Divina es una persona, algo limitado. En la Realidad…no existe limitación alguna.
Percibamos entonces lo sagrado, lo divino, la Vida única, la Conciencia total que es pura inteligencia, no la limitada capacidad de la mente humana.
Tratemos de no quedar atrapados en los instrumentos con que contamos para vivir la aventura temporal. Si eso ocurre, creamos un mundo limitado por el bien y el mal, por lo que conviene o no conviene, por lo deseable o indeseable, y todo ese mundillo de cálculos y análisis limitantes.
Al Ser más conscientes, en cambio, van soltándose todas las ataduras, lo que nos tenían obnubilados. Los deseos se sueltan solos, no es necesario desatarlos con disciplinas y trabajos porque al hacerlo así solo estaríamos cambiando unos deseos por otros…deseos de no tener deseos, deseos de ser espirituales, etc. Cada vez que trato de aplicar la voluntad para algo, hay un deseo detrás., y si lo quito solo pongo otros en un juego sin sentido.
Desde el silencio de la Conciencia, los deseos se van diluyendo.
Todos somos expresiones de la Inteligencia Divina…y si he contemplado esa Verdad sagrada, veré que todos los seres son manifestación de esa única Conciencia.
Basta contemplar esas expresiones múltiples de la Unidad para darme cuenta de que las limitaciones que observo me competen, y las proyecto para verlas y deshacerme de ellas.
De ahí que cuando adquirimos sabiduría…también desarrollamos compasión al mismo tiempo.
Pero no es lástima ni sentimentalismo.
Compasión significa…comprender con Amor.
Abrirnos a la inteligencia tiene unas implicancias y una expansión tan grandes…que no pueden concebirse, solo realizarlas, sentirlas.
De allí la grandeza de aprender a contemplar para multiplicar por mil todo lo que hoy consideramos compasión.
Cuando intentamos ser buenos, ponernos en lugar de los demás, dar…lo hacemos desde todo el bagaje de emociones y pensamientos, y lo hacemos por motivos humanos, no verdaderos.
Pero si descubrimos en contemplación “lo que somos”, no hay ningún “yo” reclamando algo: ni ser mejor ni peor, no hay nada “mío” …la Inteligencia lo es todo, y es nuestra verdadera identidad.
Hay distracciones que nos alejan de esa Inteligencia, de esa Verdad, de esa Compasión multiplicada…OLVIDARNOS DE LO QUE SOMOS TRAE CONSECUENCIAS NEFASTAS, porque nos sume en la ilusión, en las preocupaciones, en el sueño. Es único remedio es ser más conscientes…por eso, siempre reservemos una cuota de…silencio y contemplación para que la Conciencia nos instruya.
Nos situamos ante su Presencia…hasta que con el tiempo solo existe ella y se diluye el yo que nos separa de todo lo que consideramos externo o separado.
Olvidamos el “yo” de manera natural…dejando que se diluya silenciosamente…solo contemplando la Inteligencia Divina…que SOMOS.
Pero ¿Cómo?
La solución es sencilla: no pensar.
En realidad, no podemos dejar de pensar, me refiero a no hacer caso de las interpretaciones pensadas, de las historias, innecesarias, no guiarnos por las creencias de que esta es la realidad y eso es todo.
Cuando pensamos que no podemos encontrar y contemplar esa Inteligencia divina, esa Presencia para contemplarla, eso es solo un pensamiento, y detrás de esa creencia, si la atravesamos, está siempre la Luz.
Siempre hay una intuición, una rendija por la que se cuela la Luz, y esa intuición desaloja las creencias…y la Luz se cuela y se cuela más y más.
Solo hay un camino directo: abrirse a la Luz.
Gracias. Gracias. Gracias.
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