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lunes, 23 de noviembre de 2020

No soy solo una persona

Nos habituamos a vivir pendientes del exterior. Nos hemos extrovertido, como si internamente no hubiera nada interesante.

Ser conscientes del vacío parece una idea rara, por eso nos parece rara la contemplación, y nos solemos dejar arrastrar por las opiniones, los pensamientos ajenos o propios, la comida sofisticada, la ropa sofisticada, el pasar el tiempo inconscientemente, lo habitual y lo lógico.

Sin embargo, lo habitual y lo lógico no sirven en el camino de la sabiduría.

La atención puesta en el cuerpo-mente demanda mucha energía. Tendríamos que plantearnos si queremos emplear nuestra energía en esos asuntos externos.

Para los que estamos interesados en la Verdad, no basta.

¿Por qué nos absorbe en nuestro vivir ese nivel superficial? Hemos de quedarnos en el aquí y ahora y considerarlo.

Todos los eventos como vida de familia, problemas de trabajo, vejez, enfermedad, deseo, prosperidad, luchas, alegría, infelicidad, le suceden a la persona, pero no a nuestro Ser esencial. Aunque sentimos como personas, la verdadera identidad del ser humano no es la persona. Es esa Presencia en la que nos encontramos cara a cara con la Verdad, con la Divinidad que todo lo mueve y a la que no le afectan circunstancias ni situaciones personales y temporales que son parte de nuestra historia existencial.

Y no es que nos volvamos insensibles. Solo nos damos cuenta de que todo es transitorio, que todo está “de paso”.

No somos el personaje que aparece en escena. Lo que somos es eterno, permanece, no sale y entra en escena temporalmente. Eso lo hace el personaje ilusorio. Si descubro la Vida que no muere, dejo de considerar y de identificarme con el personaje…NO SOY ESO QUE CREO SER.

Para que esa identificación se disuelva, solo queda emplear la Luz de la Conciencia.

Esa Presencia luminosa es liberadora en todos los niveles.

No me servirá para resolver problemas personales…olviden eso, se los diga quien se los diga. No se trata de resolver un problema aislado…NO HAY HEBRAS SEPARADAS EN EL TAPIZ DE LA TOITALIDAD. Hemos de deshacer el tejido completo de las apariencias…y eso no es para todos. Causa miedo.

“El Reino de los Cielos es para intrépidos”, decía Jesús. La valentía para hacerlo no viene desde fuera, sino de la propia Luz de la Presencia.

Cuando la Luz atraviesa nuestra persona-personalidad, se manifiesta en todos los niveles, lo que no quiere decir que la persona pueda “iluminarse”, eso es una fantasía, nuestro nivel “persona” es siempre limitado.  Pero no somos solo ese personaje limitado: el reconocernos como Luz, nos des identifica, y nos acerca a la Verdad.

La Verdad siempre está ahí esperando que la reconozcamos.

No hay peligro de que algo externo nos pueda destruir, no somos una mera mota en el universo…eso lo es esta creación de la mente. Nuestra verdadera identidad no puede ser atacada ni destruida.

Esa Verdad es liberadora. Es liberador descubrir que lo que sucede, le sucede al personaje irreal en forma de historias, que son un lastre. A mi identidad, que es pura Conciencia, no le ha pasado nada, así que podemos soltar esa carga. Lo que le ha sucedido a la persona ha servido para que me vaya desengañando, soltando creencias y errores, abriéndome más a la Presencia real.

Algunos piensan que, si sueltan ese bagaje, la vida será aburrida, libre de programas y películas que cuenta la mente.

Se acaba la película, me libero y surge solo la Alegría de Ser. Ya no existe la carga de mantener apariencias…la Verdad, al iluminarnos, nos libera.

Contemplar es tener una visión amorosa, y no es para momentos especiales sino para TODO MOMENTO DE NUESTRA VIDA. Esa visión amorosa va barriendo todo lo que no es verdadero…sin considerar el tiempo que tome…DESCUBRIRÁS LA VERDAD, Y LA VERDAD TE HARÁ LIBRE.

“Vigilad” …se nos dijo siempre, y en verdad, tenemos que estar conscientes y vigilar lo que pasa en y por nuestra mente. Muchos creen que estar conscientes es saber lo que pasa a nuestro alrededor, pero eso es secundario…la vigilancia es sobre lo que hay en nuestra mente.

Los que tenemos una demanda interior tenemos dos posibilidades. Una es larga y no lleva a la Verdad. La otra es directa hacia la Verdad. La más atractiva y la que tiene muchos partidarios, es la equivocada: perfeccionar mi vida, mejorar, hacer miles de cosas, llenarme de información, ir de aquí para allá en una búsqueda externa. Hay mucho movimiento en eso que llaman “búsqueda espiritual” Talleres, cursos, ejercicios, posturas rituales que te acercarían a la verdad.

“Entra por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la equivocación, y muchos son los que entran por ella. Y estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”

Podemos recorrer ese camino si lo deseamos. Hagamos lo que nos parezca adecuado. Pero vigilemos y comprendamos que todo este movimiento solo sirve a “la persona” que no es lo que somos. Es un aprendizaje y un estar conscientes a cada instante.

O podemos recorrer la otra vía, la directa, la de contemplar la Verdad para liberarnos de tanto afán innecesario. Nunca podremos ser más libres y felices por tener más conocimiento o hacer determinados ejercicios. No es así como derrumbaremos el “yo” limitado.

Contemplar, vigilar la mente desde la Consciencia, ilumina nuestro vivir.

No es un camino impuesto u obligatorio.

Es un camino en el que puedo hacer lo que quiera, y a la vez no tengo que hacer nada en particular.

Sin embargo, si amo la verdad…estaré siempre atento/a y vigilante, para no perderme en este sueño proyectado por la mente, que tanto ama las distracciones, la ilusión y los “espejitos de colores” del ego.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

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