Entonces… ¿para qué indagamos?
No para encontrar una doctrina o ideología que “nos salve”. Lo que tratamos es de despertar en cada uno de nosotros ese estado en que la conciencia puede ver por sí misma.
Es un impulso, un toque a despertar, sin reclamos de autoría ni de verdad. Lo importante es la visión a la que cada quien se va abriendo en el proceso.
Dentro de todo ser humano ya está la Verdad. En momentos de indagación y de contemplación podemos entrar en contacto con ella, pero no tenemos que conformarnos con contactarla de vez en cuando, sino aprender a vivir desde ese estado en todo momento, o lo más posible.
Y al vivir desde allí comenzamos a comprender lo que para la mente es incomprensible.
La contemplación no es un adorno, aunque en la vida superficial se considera que cada conocimiento o técnica aprendida suma a nuestra imagen personal.
No contemplamos para mejorar nuestra persona, sino para despertar a lo que realmente somos, sin adornos. La existencia personal no es real, por lo tanto, en lugar de perder tiempo tratando de mejorarla, dejamos de lado nuestras creencias para vivir desde un estado de consciencia más Real.
No nos proponemos metas ni objetivos, porque ello acarrearía a deseos que obstaculizarían el proceso. Cuando algo aparece, solo observamos lo que sucede, hasta que el silencio deshaga lo que consideramos erróneo. Solo ser conscientes de todo, sin antagonismos, sin lucha.
Si realmente quiero solucionar un problema propio o mundial, tengo que “tocar” mi verdadera realidad, y no significa que los demás se arreglen como puedan, sino que, cuando un ser humano tiene contacto con la Verdad, toda la humanidad es alcanzada por esa luz. Desde lo más profundo de nuestro Ser se crean nuevas vías, nuevas soluciones que a la vez gestan coherencia y armonía para todos en la Unidad que somos.
El desorden se crea desde el desequilibrio interior. Si viviéramos desde un lugar más consiente, el hermoso orden que observamos en la naturaleza se manifestaría en nuestras vidas y por extensión, en la de los demás. Buscar e imponer un orden externo, solo desarmoniza más todos los sistemas de vida, no solo en lo físico si en lo psicológico.
Tratando de aplicar teorías al nivel psíquico, solo creamos más caos.
La paz y la armonía surgen de dentro, y de la Unidad.
La Verdad, la armonía y la paz están ya dentro de cada uno. Viviendo desde ese estado de consciencia podemos contemplarla porque SOMOS ELLO…y tras contemplarlas comienzan a manifestarse en nuestras vidas.
Para que lo manifiesto se arregle, vayamos al origen, a la causa interna, a la indagación desinteresada y la contemplación.
Contemplemos la Verdad, y todo lo demás…” vendrá por añadidura”.
La Verdad es un estado interior, no la confundamos con nada pensado.
Para contactarla hay que silenciar el pensamiento aprendiendo a contemplar. Es un vuelo a lo desconocido. Un vuelo que comienza con un salto por sobre la lógica.
Todo ser humano que la contacta, como Jesús, Buda, etc…abre una ventana a la redención a toda la humanidad.
Cada ser humano tiene que abrirse a ese camino, con errores, con desvíos, con aciertos, , hasta manifestar lo Sagrado, porque en realidad somos imagen u holograma de esa Realidad Sagrada, girando dentro de otro holograma más grande, y ese dentro de otro…hasta llegar al Infinito sagrado, que es LO QUE SOMOS.
En quietud y silencio, abrimos la visión y descubrimos con gozo, que “todo está bien”. A pesar de todos los dramas humanos, lo vemos desde otra perspectiva, desde la cual todo encaja…aunque volvamos una y otra vez a caer en la ilusión de la dualidad temporal, sabemos que apartando ese velo somos esa Conciencia pura que observa la pantalla de la entidad humana.
Con lucidez, vigilando y en silencio, apartémonos de esa pantalla, dejemos que la Luz nos atraviese y diluya lo falso, lo que vemos a través del pensamiento condicionado.
Ya vislumbramos que la Verdad no es un pensamiento, ni un concepto, sino un estado, la punta de una madeja que desarma toda la trama pensada, a través de la contemplación…hacia la Realidad Única.
Aunque cometamos cientos de errores e incurramos en desvíos innumerables…dentro nuestro está el alfa y el omega, el principio y el fin del vivir desde lo que REALMENTE SOMOS.
Gracias. Gracias. Gracias.
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