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lunes, 20 de abril de 2020

El silencio en las Crisis

Por lo general, en las crisis nos sentimos impelidos a la acción, por urgencias genuinas, por miedo, angustia, incertidumbre y miedo al fin. Para este torbellino en el que nos vemos envueltos, la mejor respuesta es entrar en el silencio. No podemos como muchos autores hacen hablar de “mente silenciosa” …porque la característica de la mente es la actividad, y una mente silenciosa, es solo una mente forzosamente silenciada.

Sí podemos hablar de un silencio consciente, no forzado con dureza, sino una entrega al silencio interior que mora muy profundo en la consciencia del momento presente.

Ese silencio proviene de la Fuente y nos conecta con ese campo sin fin que somos, en el que el silencio es posible, si dejamos el ego relegado y nos refugiamos en el centro consciente que es la chipa que nos une y a través de la cual nos interrelacionamos.

La mente es activa, está constantemente pensando y sintiendo. Pero cuando estos sentimientos de miedo urgen como ansiedad, la alarma, el temor y la incertidumbre, la mente activa no puede salir de su propia espiral o bucle de pensamientos. Y claro, la actividad mental se vuelve inútil para curarse a sí misma de esta sobreactividad.

Los pensamientos son recibidos por cada célula de nuestro cuerpo y afectan todo tipo de procesos: la respuesta inmune, los ciclos hormonales, el sueño y el equilibrio general del cuerpo-mente, o la homeostasis. Si la mente activa se vuelve confusa y caótica, el equilibrio se interrumpe.

Ya en el Antiguo Testamento se nos decía: “Aquiétate y sabe que soy Dios." Si reemplazamos a Dios con "fuente” “campo” “espíritu”, el mensaje llega a los oídos modernos: “Quédate quieto y sabe que eres espíritu, campo infinito, consciencia”. El resultado directo de escuchar este mensaje sería meditar, porque la meditación da acceso directo al silencio.

Pero muchas personas han intentado la meditación, y no experimentan alivio en las crisis. En parte esto se debe a que comienzan y la dejan de lado enseguida o solo meditan cuando necesitan un parche psicológico. Lo que realmente es positivo es persistir en tratar de estar en un estado consciente, despierto y alerta…incluso cuando todo parece ir bien.

Si sales a correr, tu ritmo cardíaco, respiración, flujo sanguíneo a los músculos, proceso digestivo, etc. se desequilibran, pero una vez que dejas de correr, se restablece la homeostasis. Si experimentas un gran shock, la respuesta de lucha o huida te lanza a un desequilibrio extremo, pero cuando termina el shock, se restablece el equilibrio. Desafortunadamente, bajo una amenaza constante que puede durar mucho tiempo, como un desastre ecológico, una pandemia, una guerra… el shock no termina. La respuesta al estrés habitual está diseñada para durar no más de unos minutos. Extendido a días y semanas comienza a producir daños.

El daño aparece primero psicológicamente. Bajo un estrés constante, las personas se sienten cansadas, malhumoradas, deprimidas, ansiosas, irritables, impacientes, etc. Si sigue la presión, y la siguiente etapa es fatiga, letargo, embotamiento y depresión. Si el estrés no disminuye, los síntomas físicos aumentan, a menudo comenzando con insomnio como resultado de las interacciones hormonales que se pierden. 

El Centro que nos reestablece no se encuentra en nuestras células, ni siquiera en nuestras células cerebrales, ni en la mente activa. El centro de comando está en el Campo, el Espíritu, la Fuente. Por eso la meditación o el estado consciente, en el que estamos reconectando con esa Fuente, afecta la frecuencia cardíaca, la respiración, la actividad cerebral, los marcadores de inflamación y los niveles de estrés. 

En el Centro de es Consciencia infinita hay aquietamiento y silencio. A medida que la conciencia comienza a moverse desde su fuente silenciosa hacia lo superficial, vuelve a los caminos de la dualidad del ego… Miedo o amor, Separación o unidad, Sufrimiento o dicha, Seguridad o inseguridad, Aceptación o resistencia, Conciencia o inconsciencia.

Si una persona está consciente o despierta, los caminos se dirigen hacia las experiencias deseables de amor, seguridad, seguridad, etc. Pero tal como están las cosas, todos estamos enredados en una red de opciones que se mezclan.

Una crisis nos arroja a una confusión más profunda. La curación consiste en permitir que el silencio nos sane, aunque sea en breves intervalos.

La crisis puede llevar a la curación, porque sin duda todos sentimos necesidad de descansar y de entrar en el silencio.

El silencio, en este caso puede abrirnos a descubrir nuevas vías de reconexión con la Esencia, y con ello con el Amor, la compasión, la paz y la aceptación, sabiendo que en ese Campo…ESTAMOS A SALVO.

Permitamos que el silencio sea el combustible interno para vivir en coherencia, sin reacciones emocionales desgastantes, con Amor y respeto hacia todo lo que surge.

Esta es una oportunidad única para captar esas energías tan necesarias, sumergirnos en ellas, expandirlas y ser una extensión de ese océano de Amor en el que tenemos el Ser.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

Tahíta

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