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lunes, 30 de septiembre de 2019

¿Cuál es el sentido de la vida?

A primera vista, esta parece ser la pregunta más sin respuesta que existe, una pregunta que fastidia nuestra existencia de principio a fin.

Y paradójicamente, cuanto más integramos la atención plena con nuestra vida diaria y nos damos cuenta de que la única realidad que tenemos es el momento presente, más la vida e desnuda mostrándose presente, porque vivimos como si esto fuera todo lo que hay.

Con la evidencia de lo que podemos percibir, mirar hacia lo que "podría ser" es un desperdicio de energía, porque la vida ciertamente está sucediendo "aquí y ahora".

No importa cuán fuerte sea nuestra fe en una religión o teoría en particular, creer en algo no lo hace más cierto.

En resumen, decir "creo" nunca es un sustituto adecuado para poder decir "lo sé".

Vivimos en la ilusión de que sabemos. La arrogancia del ego. 

La fe se centra en gran medida en la creencia porque se basa en apreciaciones de segunda, tercera, o cuarta mano acera de las cosas que pueden  no ser ciertas.

Durante más de 20 años, la ciencia ha sugerido que tenemos muy poco control sobre lo que hacemos, cuestionando el concepto de libre albedrío.

Los estudios han demostrado que el cerebro sabe lo que hará antes de que la compulsión de actuar llegue a nuestro conocimiento. En resumen, nuestros pensamientos y acciones son provocados por procesos neurológicos que no controlamos.

En el mismo momento en que experimentamos una elección, nuestras mentes están reescribiendo la historia, engañándonos al pensar que esta elección es una elección que nosotros habríamos hecho en todo tiempo.

La constatación de que técnicamente estamos en piloto automático y sin libre albedrío, agrega otra nueva dimensión a la pregunta, "¿Cuál es el sentido de todo?"

Si no hay nada después de esta existencia, al menos fuera del tiempo y como entidades separadas, y no tengo el control total de mis acciones en esta; entonces verdaderamente, cuál es el sentido  de estar haciendo, compitiendo, luchando, trabajando, acumulando, etc.

Si la única razón por la que vives es porque crees firmemente que luego irás a un lugar mejor, ¿por qué no ir ahora?

Bueno, tal vez ir depende de vivir primero. Aun así, ¿se puede vivir realmente una vida si se ve obstaculizada por pensamientos constante de lo que podría venir después?

No es malo tener fe en que podría haber algo mejor después de esta vida, siempre y cuando no restrinja o distorsione la realidad hasta el punto de que no nos permita vivir y prosperar plenamente aquí y ahora. Y con eso me refiero a simplemente apreciar cualquier bendición, por pequeña y fugaz que sea, dentro de nuestra  existencia en este momento.

La única realidad  es este momento.

Y es en este punto que la ciencia y la atención plena se fusionan de una manera hermosa: porque, aunque hubo un proceso neurológico que sucedió antes de pensar en escribir esta publicación, aún hizo falta la decisión consciente de escribirla.

La realidad, el control que tengo, la vida y el Ser, es lo que hago en el momento. Puedo tomar el control de mi vida en este momento. Puedo actuar con plena conciencia sobre un pensamiento particular de mi elección. Puedo aprovechar este momento para hacer, sentir, percibir.

Tenemos un millón de pensamientos al día, sobre ninguno de los cuales tenemos control. No podemos filtrar los pensamientos y rechazar los que no nos gustan, pero sí podemos elegir aquellos a través de los cuales accionar, sentir o percibir.

El hecho es: no sabemos qué hay a la vuelta de la esquina, qué sucede cuando morimos o incluso el verdadero alcance del control que tenemos sobre nuestras vidas.

Pero lo que sí sabemos es que tenemos conciencia de estar aquí ahora.

Detente un momento y mira a tu alrededor...

Es una conciencia la que mira a través de tus ojos, de un ser físico, una personalidad, un individuo.

Esa percepción, esa sensación de estar aquí ahora, ese papel individual que tú y yo desempeñamos en el mundo, aunque sea solo aquí y ahora, ese es el sentido de la vida.

El sentido de la vida está sucediendo ahora.

El insecto más pequeño y aparentemente insignificante que ves en el piso es una parte fundamental de la esencia de la vida, porque existe en el aquí y ahora.

De esta aceptación emerge un profundo cambio conciencia.

Nos liberamos del sufrimiento mental cuando vemos la vida de esta manera. No hay necesidad de competir perpetuamente, esforzarse y aferrarse ciegamente a cada una de las mejores cosas por venir u obtener, porque la mayoría de estas acciones se basan en creencias vacías de un mejor momento, un mejor lugar, un tú más contento y feliz; cosas que trascienden, remodelan y se alejan de lo real.

Pero…esto no quiere decir de ninguna manera que reflexionar sobre el futuro, la vida después de la muerte, hablar sobre la fe o la conciencia superior no es valiosa, por el contrario.

Pero las "creencias" de auto-profetización sin raíces en la realidad, o al menos la percepción más real que tenemos de la realidad, pueden evitar que vivamos la vida en todo su potencial.

No sabemos quiénes somos.  No sabemos el propósito de nada.

El momento en que reconocemos profundamente que no sabemos es un instante de desprogramación en el cual nos liberamos de lo que llamamos pasado, de la cultura, de la genética, de todas nuestras historias y de las historias del mundo.

Di no sé, respira y siente. No sé. 

La humildad solo puede proceder de la confianza en el Ser. Esta confianza es la que involucra a nuestro Maestro IInterior

En lugar de creer en el ego, maestro de la locura, nos entregamos al maestro del Amor.

 

Y LAS BENDICIONES FLUYEN

Tahíta

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