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sábado, 27 de abril de 2019

ATENCIÓN…CORAZÓN ABIERTO…COMPASIÓN- por Tahíta

La verdadera atención plena tiene que incluir el corazón abierto. Los puristas pueden definir la atención plena como "prestar atención al momento presente con una postura abierta y curiosa", pero esa definición puede ser demasiado estructurada y dejar fuera al corazón y la compasión que su apertura conlleva.

Recuerdo que en mis primeros años de práctica de atención plena, me apegaba a los estados mentales sutiles de concentración. Estaba intensamente interesada en mi mente, pero secretamente sentí que la práctica era un poco fría, puesta demasiado en la cabeza. 

 Fue entonces cuando descubrí que la práctica de la atención plena en sí misma consiste fundamentalmente en el corazón: un corazón abierto.

 Y así es como funciona: primero, comenzamos en un almohadón o en la silla en mi caso y prestamos atención a lo que experimentamos del momento presente, sin importar lo que sea: bueno, malo o feo. Y mientras practicamos nos damos cuenta de que van a surgir inconvenientes: dolor de rodilla, dolor de espalda, nervios tensos…Entonces es cuando nos damos cuenta de que la capacidad de ser consciente significa: Tener un corazón abierto. No es una teoría, nos lo dice incluso nuestro cuerpo. Porque cuando te sientas allí, hora tras hora, aprendes a decir que sí. Sí a tu respiración irregular, sí a tu cuero cabelludo que pica, sí a los ruidos de la calle, sí a tu pena o  dolor, vergüenza o miedo. No porque quieras ponerte a trabajar en estas cosas, sino porque son verdaderas y simplemente parte de lo que eres . Nuestro  sistema nervioso comienza a relajarse, cuando por fin estamos reconociendo la verdad de las cosas.

En la atención plena, digamos que sí.

Decir que sí significa que atiendo a la experiencia y me rindo a ella sea como sea. Significa sentir mi  cuerpo cuando estoy en medio de una fuerte reacción o emoción, y dejar que todo lo que encuentro esté allí. Significa volver a la respiración, una y otra vez. Significa notar que los pensamientos y sentimientos y sensaciones van y vienen.

Decimos sí a nuestro orgullo, a nuestra estupidez, a nuestra rabia. Naturalmente, no actuamos sobre la rabia o lo que sea, solo permitimos que sea dentro nuestro. Es una práctica muy inclusiva. Nunca nada queda fuera.

Descubrimos que si estamos alejando una experiencia, aunque sea ligeramente, nuestra atención plena no se realiza completamente, no está completa. Está contaminada por el rechazo de lo que es, aunque sea de manera sutil. 

 Decir que sí en la práctica de la atención plena va a extenderse a nuestra experiencia diaria. Entonces empezamos a decir sí, con conciencia, una y otra vez: cuando alguien nos bloquea el paso en una ruta, cuando nuestra casilla de correo electrónico se llena de spam, cuando el médico llega una hora tarde, , incluso cuando perdemos algo de valor, sea una persona, situación o cosa. Decimos sí a la experiencia del momento presente, sea lo que sea. Ya no rechazamos y amurallamos el corazón. No es que necesariamente estemos de acuerdo con el momento, sino que decimos que sí porque lo que la vida trae es solo eso, la vida tal como es. Y al decir que sí, lo dejamos ir muy adentro y podemos dar un paso adelante con equilibrio y claridad.

Mi compañero me ha estado despertando por la noche porque siente que se ahoga, o porque se desubica en el tiempo, o porque sí…lo que es muy común en personas bipolares y mayores. A veces digo que no. Oh dios, no otra vez.  En esos momentos, la atención plena es solo una vaga idea. Pero me he propuesto abrir mi corazón con compasión por su situación, en lugar de cargarme el papel de víctima, que solo agudiza lo que es. Simplemente digo que sí. Sí, aquí estoy. Sí, estoy despierta y así son las cosas. Escucho los ruidos de la noche, siento su miedo, y su pedido de presencia y atiendo sus requerimientos. Esta es la vida. Una profunda paz se establece sobre mí cuando abro mi corazón. Y no es que a veces no me queje o no reaccione con un uffff...especialmente cuando durante el día orina en los lugres más insólitos de la casa, cuando  destruye una de las enredaderas del jardín porque "son molestas" o cuando me insulta...pero si logro salir de mi yo dolido y pequeño, trato de centrarme no en mi necesidad de paz, sino en su enfermedad, en su dolor, en su "tratarme mal" y recuerdo como dice Un Curso de Milagros que todo ataque es un pedido de Amor encubierto.Y así es

Al hacer esta práctica de decir sí, abrazando conscientemente cada momento con la voluntad de aceptar las cosas como son, con la voluntad de estar en la vida, interna y externa, exactamente como se desarrolla, podemos darnos cuenta de cuan gigantesco es nuestro corazón, el de todos y cada uno.. Es expansivo, espacioso, abierto, como una gran maleta llena de ropa abrigada, cómoda y familiar.

Abres y abres, atiendes y atiendes, dices que sí, una y otra vez, y luego, con el tiempo, el corazón abierto es cada vez más Uno Mismo.

Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

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