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sábado, 30 de junio de 2018

El arte de la limpieza




 

En el ajetreo de nuestra vida actual, nos vemos atraídos a una actividad incesante que a menudo nos separa de la dimensión más profunda de nuestro ser. 

Con nuestros teléfonos inteligentes y pantallas de computadora, a menudo permanecemos atrapados “en la superficie” de nuestras vidas, en medio del ruido y el parloteo que continuamente nos distraen, que nos impiden enraizarnos en nuestra verdadera naturaleza. 

 En este momento, me parece cada vez más importante tener actividades externas que puedan conectarnos con lo que es más natural y ayudarnos a vivir en relación con la raíz profunda de nuestro ser, y en una conciencia del momento que por sí sola puede dar un significado real a nuestra existencia cotidiana.

Nos han convencido de que lo importante es “lo espiritual” y dejamos de lado la sabiduría de la unicidad de ambos aspectos, material y espiritual, en alas de ilusorios sueños  del más allá y otras dimensiones…siendo que como todas ellas se interpenetran, raro sería que tener nuestro entorno físico sucio pueda no ser parte de “lo sagrado” que consideramos Todo.

 Podemos llevar a cabo una serie de prácticas sencillas que combinen la acción y la atención plena, o una conciencia más profunda, que nutrirán nuestras vidas de manera insospechada. 

Estas actividades, como caminar a conciencia, cocinar con amor y atención, pueden ser nuestra interconexión natural con la vida en su belleza y maravilla. Pueden ayudarnos a "ordenar" nuestra vida externa y a enraizarnos en lo que es simple y real. Una de estas prácticas, que combina la acción con la atención plena, es la limpieza.

El arte de limpiar es una actividad espiritual simple que a menudo se pasa por alto. La imagen del monje barriendo el patio tiene un profundo significado, porque sin la práctica de la limpieza no puede haber espacio vacío, ni espacio para una profunda comunión con lo sagrado. La limpieza externa e interna pertenece a la base de la práctica espiritual, y cuando la escoba del monje toca el suelo, tiene una relación particular con la Tierra. 

Necesitamos crear un espacio sagrado para vivir en relación con lo sagrado dentro de nosotros y fuera también.

En los tiempos modernos, limpiar la casa de uno a menudo se considera una tarea cansadora e incluso innecesaria. Podemos gastar tiempo y energía (y productos caros), pero el arte simple de limpiar nuestro espacio de vida rara vez tiene prioridad. Nuestra cultura nos llama a usar productos que matarán a todos los "gérmenes" que nos rodean, productos que a menudo son más tóxicos que los gérmenes, pero ¿prestamos atención, atención plena, al cuidado del espacio en el que vivimos? ¿Estamos completamente presentes con nuestro cepillo o aspiradora?

Una vez que nos damos  cuenta de que todo es parte de un todo viviente, que nada está separado, entendemos que todo necesita cuidado y atención. Podemos llevar  esta sensación y conciencia a nuestra  limpieza.

 Limpio una mesa, desempolvo un estante, brindo atención y amor, porque todo responde al amor y la atención, no solo la gente, los animales, las plantas, sino todo

Creo firmemente que así como debería tener solo lo que necesito, debería tener solo lo que puedo amar y cuidar. Es un simple reconocimiento de lo sagrado que está presente en todo, y una forma de vivir desde el corazón en la vida cotidiana. Esta creación está tejida por amor. Y cuando limpio, también cuido lo que me rodea, sabiendo que también necesita ser amado.

Al limpiar mi espacio vital, estoy creando vacío, limpiando los desechos que se acumulan tan fácilmente. Y cuando uno limpia con amor y atención, uno no solo aspira el polvo, sino también los desechos psíquicos, incluso las formas de pensamiento sin valor que permanecen en el aire. Debido a que nuestra cultura valora solo lo que puede ver y tocar, no entendemos esta acumulación invisible. Pero es real, y sin atención consciente desordena nuestra vida más de lo que creemos. 

Alguien  que viajaba dando charlas me comentó que algunas veces se quedaba en la casa de un terapeuta. Recuerda que una noche le dieron una cama en la "habitación libre", que también era la sala de terapia de su anfitrión. Después de algunas horas inquietas, dejó de intentar dormir y se dio cuenta de que estaba inmerso en la sopa psíquica de todos los pacientes de su anfitrión. A través de su trabajo de terapia, sacó sentimientos inconscientes a la superficie, sombras,  ira y depresión a la conciencia. Y entonces estaban flotando por la habitación, esperando atarse a la siguiente persona que ingresara. El terapeuta no entendía la limpieza psíquica. Tristemente no había sido parte de su entrenamiento o práctica. El aire era denso con contenidos psíquicos descartados.

Esto no es raro.  A menudo, las personas que  curan se lavan las manos después, pero luego la enfermedad simplemente ingresa en el agua o en el aire, para ser bebida o respirada por otra. Por eso la limpieza del ambiente es imprescindible.

Cuando brindamos una calidad de atención en nuestra limpieza, los desechos psíquicos pueden ser absorbidos junto con el polvo. A menudo, la atención está vinculada a la respiración, por lo que los dos trabajan juntos. Cuando trabajamos de esta manera, los desechos no nos perjudican, y podemos encontrar una profunda satisfacción en esta práctica.

Nuestra cultura actual nos enseña a acumular, pero no a vaciar.

 Pero como trabajo espiritual en los mundos interno y externo, a fin de dar espacio a lo divino, para regresar a lo sagrado, tenemos que practicar la limpieza en nuestra vida cotidiana.

 Aprendemos a comer conscientemente, a estar atentos a nuestro entorno exterior, a barrer nuestro patio. También tenemos que aprender a limpiar nuestra casa, tanto física como internamente. Así como tenemos que aprender a vaciar nuestra mente en meditación, a despejar el desorden de pensamientos innecesarios, también necesitamos limpiar conscientemente nuestro espacio vital. Al desempolvar, barrer, pasar la aspiradora con atención, a llevar conciencia al terreno de nuestro ser. Esto tiene que ver con el respeto por nuestro medio ambiente.

En algunos viejos rituales celtas después de una boda, la pareja camina hacia la celebración precedida por un niño y una niña con escobas, que están barriendo desechos pasados para que la pareja tenga un matrimonio feliz. Estos rituales antiguos llevan una comprensión de los mundos internos y cómo pueden afectar nuestra vida diaria. 

No solo estamos trabajando con el mundo físico exterior, sino también con los mundos internos, y debemos respetar esto.

 Tenemos que volver a dejar la menor cantidad de basura detrás de nosotros como podamos. Necesitamos volver a aprender cómo barrer con nuestras escobas, la externa y la interna, que están íntimamente relacionadas.

 Es más importante de lo que pensamos.

TODO ESTÁ RELACIONADO. TODO ES SAGRADO. TODO ES UNO.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahít

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