Tal vez el despertar se reduce a simplemente estar despierto, estar presente, estar verdaderamente vivo, viendo al Uno en todo, viendo belleza en todo, aun en lo menos agradable, viviendo en gratitud y devoción, disfrutando ser la Vida.
Estar sin saber nada, sin aferrarme a nada, reconociendo desde lo más profundo, no desde el intelecto, que todo está conectado, que lo aparentemente fragmentario es impermanente, que nada persiste, que cada momento es nuevo y único.
Puesto que en realidad no me he apartado nunca de la Fuente, el llamado viaje espiritual es despertar una y otra vez del trance hipnótico del pensamiento y las creencias e historias a las que he dado vida y que como trama pegajosa me quitan espacio para Ser.
Cuando llegan las tormentas emocionales gestadas por mi pensamiento, siento la voluntad de permitir que el corazón se rompa en esas tormentas y se abra, pudiendo percibir entonces esas poderosas ganas de controlarlo todo que me tensan, ganas de defender, de ganar, de tener razón, a de hacer que yo y el mundo y todos en él se comporten en la forma en que creo que todos deberíamos comportarnos.
Y al abrirme y reconocer esas fatuidades egoicas, permito que todas esas estructuras caigan.
Esto que parece tan desafiante es en realidad, fácil.
El desafío es tener la voluntad de dejar ir.
A veces eso lleva un tiempo. Y me enojo, y quiero cambiarlo todo ya, y me juzgo, o juzgo lo que debiera ser…hasta que vuelvo a la cordura…a ese lugar en donde solo permito…aunque esa energía me presione, me pese, me duela por un tiempo.
Cuando al fin logro dejar ir, llega una lluvia plácida de alivio.
Pero hay que ser pacientes, amorosos, tácticos, observadores del propio proceso en donde el soltar se siente tan “del hogar” que no comprendemos como diantre podemos vivir resistiéndonos a todo, luchando con todo, interna y externamente, que es lo mismo.
Es el momento en que abandono mi pretensión de control, mi creencia, mi opinión, mi decisión, mi concepto, mi idea, mi aferramiento…para hundirme blandamente en el espacio en el que Soy en Dios…es más, siendo ese espacio, siendo parte de dios.
Allí, donde he estado y estoy siempre, siendo Eso que Es.
Gracias Gracias. Gracias
Tahíta.
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