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viernes, 31 de diciembre de 2021

Sin Nada que decir- Tahíta

 


 


La enseñanza más elevada de este mundo es el silencio.

No hay nada más elevado.

Quien se sienta ante un sabio purifica su mente por el sólo hecho de estar en su presencia.

La mente se purifica automáticamente.

Sin intercambio de palabras, sin pronunciar palabra.

 El silencio es la realidad última.

 En este mundo todo existe a partir del silencio.

El verdadero silencio significa en verdad profundizar en el interior de uno mismo hasta el lugar en el que nada ocurre, donde trasciendes el tiempo y el espacio.

Te adentras en una nueva dimensión de la nada.

Allí es donde reside todo el poder.

Tu verdadero hogar.

El lugar al que de verdad perteneces, un silencio profundo en el que no existe ni el bien ni el mal, donde nadie está tratando de conseguir nada.

Solo siendo, puramente siendo.

 

Después de esta reflexión…no me parece extraño terminar el año sin tener nada para decir.

No sabiendo.

No teniendo necesidad de comunicar ni de entender nada.

Sumergida en una ola de incertidumbre preñada de posibilidades infinitas.

 

Gracias. Gracias. Gracias

 

Tahíta

lunes, 27 de diciembre de 2021

Para un Año entrante…LOS FRUTOS DEL ESPIRITU- Tahíta

 


 


Pensamos o creímos que tras un suceso dual tan conmocionante como una pandemia, la humanidad se tornaría más compasiva, más amorosa, más reflexiva acerca de los caminos transitados y a transitar. Sin embargo, cuando nos adentramos en los conglomerados de personas ávidas de comprar regalos dejando en eso el poco dinero que tienen, o el mucho, atropellando a los demás en el intento…descreemos de lo que pensamos podía ser un tocar fondo para re conexionarnos y expandir el bien mayor, no el egoísta.

Sin embargo…tal vez aun no tocamos fondo. Tal vez el Universo permita lleguemos a profundidades aparentemente más dramáticas y entonces no nos quede más que arañar las paredes del pozo conciencial compartido para resurgir aladamente más fuertes como el ave fénix.

Independientemente de lo que percibimos por encima…muchos sí están reflexionando y reviendo estos ciclos oscuros en que cada quien cree que debe salir a flote individualmente olvidando la Unidad, y nosotros, todos los que de una manera u otra anhelamos la expansión de la conciencia y el Amor, somos los primeros que tenemos que tomar la delantera, en cada puesto o rol que estemos “jugando”…como amigos, padres, hermanos, hijos, jefes, empleados, sacerdotes, maestros, alumnos, …o lo que sea, para ser los detonadores de esa explosión de conciencia amorosa que tanto nos aliviaría en común-unidad…y a los demás reinos también.

Es mi única convocatoria conciencial para este año que termina y el que comienza.

Solo el Amor permanece como faro.

Es activarlo, no solo hablar de él, lo único que nos hará experimentar una paz fuera de toda expectativa.

Desde que estudié de muy joven la Biblia, como otros habrán hecho con otros libros inspiradores, y aun luego de desecharla para abrirme a caminos internos, siempre recordé y tuve en cuenta un texto que de llevarlo a la práctica, fuera de toda creencia dogmática, nos ayudaría a expandir el Amor.

Ese texto, que nos invita cultivar los frutos del Espíritu dice, por supuesto actualizando algunas palabras…

“Los frutos del ego son…fornicación, conducta relajada, contiendas, celos, enojos, altercados, divisiones, envidia, borrachera, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a estas. Quienes las practicas, no perciben el reino de Dios (Espíritu)

Por otra parte, el fruto del Espíritu es: Amor, Gozo, Paz, gran Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Apacibilidad y gobierno de Uno Mismo. Si estamos viviendo en Espíritu…andemos viviendo ordenadamente por Espíritu también.

Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también cosechará.

Obremos lo que es bueno para con todos.

 

Recordemos, como memorizo desde hace cuarenta años estos frutos del Espíritu…y pongámoslos en acción YA…porque…” solo por sus frutos se los reconocerá”

Si predicamos que SOMOS AMOR y que SOLO EL AMOR ES REAL…las palabras no bastan.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

 

Tahíta

sábado, 11 de diciembre de 2021

El dilema del autocuidado – Tahíta

 


 



Desde el enfoque de la no dualidad, no existe ningún problema sobre el llamado autocuidado, puesto que no existe un yo separado. No existiendo un “yo” no hay tal cosa como un autocuidado, autoamor, o cualquier otro “auto” que necesite de cuidado.

Por supuesto, esto es una postura rigurosa que, aunque es verídica (o no) deja fuera de juego el personaje temporal que moviéndose en la dualidad se ve atropellado por conceptos religiosos, espirituales y psicológicos que suelen confundirse.

El “yo” temporal (no hay ningún yo que no sea temporal, aun el mentado yo superior) es sacudido por dos corrientes contrarias que disputan la tenencia de la verdad como si tales posturas reflejaran o rozaran siquiera tal Verdad.

Una corriente, de la cual algunos aún se están sacudiendo el polvo, nos dice que hay que ponernos (al personaje claro) últimos, que somos pecadores o imperfectos, que se necesita sacrificio en el camino a la realización, y se embandera con “el olvido de sí mismo” como panacea contra los deseos del ego. Tal vez no habiendo llegado aún a degustar el vacío proclamado por la no dualidad, solo intenta disminuir el yo-ego y aumentar el Yo-espiritual…entrando entonces en los fangosos terrenos de la arrogancia espiritual.

La otra, no menos dañina, enarbola el “primero yo” de todos los libros de autoayuda o autoamor, o autocuidado, como imprescindible para llegar desde ese amor incondicional a nosotros mismos al amor expandido hacia el no-yo (los otros).

Tal vez podamos integrar ambas posturas y fluir entrecorrientes sin dejarnos arrastrar por ninguna de ellas, puesto que cualquier postura radical o verdad inamovible no nos satisface ya, en el fluir constante del proceso de la vida.

Ya sea que consideremos a “lo que no es yo” integrado a nosotros, o como reflejo de nuestra seidad en el Uno o simplemente nos observemos como Interconectamos e Intersiendo, podemos deducir que considerarnos defectuosos, pecaminosos, insuficientes…es un juicio que trasladaremos a “los otros” y muy poco amoroso, por cierto. Sin embargo, el “olvido de uno mismo”, en realidad, bien entendido, quiere expresar dejar de lado el yo egoico, que desea más y más, de lado y percibirnos como Espíritu en una aventura humana. Así entendido, no causa daño ni roces. Siempre que comprendamos que, en el rol humano, no hay lugar para la culpa, el autojuicio, la desvalorización desmedida, dejando que los otros (de existencia real o no) nos usen de felpudo o dañen sin apartarnos o actuar.

La segunda postura de cualquier libro o autor de autoayuda o pensamiento positivo, aunque no lo creamos, es más peligrosa, porque sutilmente nos invita a algo fácil… “ponernos primero que el otro”, y a nuestras necesidades y deseos acompañando esa prioridad. Y así la mayoría de la gente semiconsciente cree que es súper pasar por sobre los demás, no considerarlos, apartar la compasión del camino y desviarse a terrenos de egoísmo que solo obstaculizan el fluir amoroso de las energías expansivas del Amor que somos.

Por eso, des identificados lo más posible de posturas egoicas facilistas, sepamos que ya sea que nos consideremos tejidos en la misma trama cósmica o separados, pero bajo leyes duales como las de correspondencia (lo que haces te lo haces a ti mismo y lo que das recibes) …y muchas más que bien describe el Kybalión,  es ilusorio ponernos a nosotros o a los demás por delante en el reparto de regalos de la Vida, ya que TODO LLEGA A TODAS LAS PARTES DEL TODO…y no hay modo de evitarlo…salvo estar más o menos abiertos a la gracia y la devolución energética de lo que consciente o inconscientemente sembramos como personajes de esta trama.

Así…el autocuidado es el cuidado del “otro” también, y el cuidado del “otro” se vuelve autocuidado…porque las energías son compartidas y omniabarcantes.

Por supuesto que en cuanto a lo físico, mental y emocional no será lo mismo elegir una alimentación sana, un pensamiento amoroso o una gestión emocional sin drama que lanzarnos a una desenfrena carrera tras placeres que dañen los vehículos de expresión…pero eso es una elección individual y se respeta. Diría que casi es poco importante para la vida del Espíritu que somos…es una historia de elecciones individuales que solo afecta a lo temporal…como una tormenta que arranca una hoja y la destruye, sin que el árbol merme su condición de tal.

Por eso, la observación y la atención consciente son las que determinan cuanta dosis de autocuidado escogemos, y de qué tipo, en cada momento particular. Si escuchamos al cuerpo o a nuestra mente deseosa de placer, si privilegiamos el aquietamiento mental o somos seducidos por los susurros demandantes de una mente sedienta de placeres.

Nada es bueno o es malo…es un juego dinámico en el que, como podemos, nos movemos flexiblemente y sin culpas en el aquí y ahora, que permite tomar consciencia, y a la vez, aflojar los tantos y no tomarnos todo tan seriamente.

Como expresé antes…

No importa lo que lo demás te digan que es autocuidado, ni lo que yo diga…SOLO IMPORTA LO QUE SIENTES QUE ES APROPIADO CUIDAR.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

Tahíta

 

 

 

 

jueves, 9 de diciembre de 2021

¿No un baño de burbujas? – Tahíta

 



 

De acuerdo, a veces auto cuidarse puede ser un baño de sal y un trozo de pastel de chocolate.

A veces es quedarse en casa.

Pero en mi experiencia, el verdadero cuidado personal no está escrito en piedra. Cambia a medida que cambiamos. Cambiamos enfoque, hábitos y prioridades cuando lo que solía funcionar para nosotros ya no funciona.

Y lo que necesitamos ahora mismo, no siempre es bonito o popular.

Algo que escribió la autora estadounidense Brianna Wiest "El cuidado personal es a menudo algo muy poco bello". 

Es cierto.

"Se trata de hacer una hoja de cálculo de su deuda y cumplir una rutina matutina y cocinar usted mismo comidas saludables y no solo huir de sus problemas y llamar a la distracción una solución". (dice Brianna nuevamente, en su artículo, que inspiró este y traduje).

Eso podría incluir: decirle "no" a un ser querido, dejar una relación y hacer valer los límites.

La Dra. Roberta Babb, psicóloga y cofundadora de The Hanover Center, dice: “Desafortunadamente, el cuidado personal se ha convertido en sinónimo de largos baños, caminatas y otras actividades que las personas pueden encontrar bastante autoindulgentes. Pero el autocuidado es un concepto mucho más amplio que esencialmente incluye la práctica de tomar un papel activo en la protección de su propio bienestar (emocional, físico, ambiental y social), particularmente durante períodos de estrés".

Ser parte activa de su bienestar puede significar hacer cosas que no desea hacer.

Para algunos, en este momento, el cuidado personal es tener un trabajo diario para poder tener un hogar y liberar algo de presión financiera y tener como el proyecto lo que le apasiona. Para otros es eliminar el alcohol de su vida u otro hábito y cuidarse como nunca antes lo había hecho. Para otros, leer ficción o dejar apagado su teléfono.

Para mí, es tomar esas decisiones desde un lugar de amor en lugar de miedo, para que sean decisiones que se pueden tomar sin importar lo difícil que se ponga.

Para cada uno, el cuidado personal ya no será lo que solía ser antes, ya que somos un proceso dinámico. Y la forma de auto cuidarnos no es universal, para todos igual, al contrario. Es según lo que cada quien necesita hoy, ahora mismo.

Puede incluir dejar ir lo que no necesitamos y abrazar algo nuevo. 

También tengamos en cuenta reconocer nuestro propio agotamiento por lo que sea que nos agotemos: intentar ser todo para todos; ignorar las señales de nuestro cuerpo que pide descanso; no ser honestos sobre tales necesidades.

Entonces, cuidarnos o amarnos es darnos a nosotros mismos lo que necesitamos.

Y, claro, eso podría ser un baño de sal. O relajarnos con una bebida. O ir a la cama más temprano, darnos más tiempo por la mañana, prepararnos una rica comida, meditar, gastar menos y ahorrar, pasar menos tiempo con personas que no nos nutren.

Y en esa ruta, es posible que debamos establecer límites que sirvan para nuestro bienestar a largo plazo,  que debamos comenzar un nuevo pasatiempo o uno antiguo, o  que necesitemos un mayor descanso todos los días.

No es necesitar cosas elegantes. Ni cosas costosas, sino tal vez…prestar más atención a cosas pequeñas. 

Celebrar las pequeñas victorias.

Ocuparnos de cada momento, uno a uno.

Interesarnos en lo que nos sana y sostenerlo.

Brianna Wiest también dice: “Un mundo en el que el cuidado personal tiene que ser un tema tan de moda es un mundo enfermizo. El cuidado personal no debería ser algo a lo que recurramos porque estamos tan absolutamente agotados que necesitamos un respiro de nuestra propia presión interna implacable ".

Hay mucha verdad en eso también.

La presión que sentimos por ser todo y hacer todo, todo el tiempo, es algo que tendremos que superar. Es una expectativa a la que darle un giro. Puede ser un mensaje cultural, pero no importa, es algo a curar de adentro hacia afuera.

Verdaderamente cuidarse a sí mismo es una decisión que debe tomar cada quien por su cuenta y luego sostener incluso cuando las cosas se pongan difíciles.

Construir una vida sobre la base de nuestra propia autoestima es un trabajo interior que no siempre es hermoso por fuera.

No se puede curar todo con un baño. 

Pero a veces, sin embargo:

"Puedes cambiar el mundo con un baño caliente, si te sumerges en él desde un lugar en el que sabes que mereces un cuidado profundo, incluso cuando estás sucio y agitado". (Escrito por Anne Lamott en su libro Pequeñas Victorias.

También hay mucha verdad en eso.

El cuidado personal no es lo que “ellos” dicen que es.

 No es lo que yo digo que es. 

Es lo que honestamente cada uno siente que es.

 

 

Gracias. Gracias. Gracias

               

Tahíta



miércoles, 8 de diciembre de 2021

"¡Me rindo!" -Tahíta

 


 


El poeta sufí Hafiz, hizo la siguiente pregunta:

“¿Cuál es la diferencia entre tu experiencia de existencia y la de un santo?

El santo sabe que el camino espiritual es un juego de ajedrez sublime con Dios, y que Dios  (Conciencia Infinita) acaba de hacer un movimiento tan estupendo, que el santo está tropezando de alegría, rodando de risa y diciendo "¡Me rindo!" Mientras que los demás, todavía tratan de ganar la partida a Dios seriamente.

Sin embargo, podemos desenredar algunos de los hilos más profundos de nuestras defensas del ego y reconocer algunos fundamentos de cómo nos desconectamos del amor dentro nuestro. Pero nos inundan sentimientos de miedo, deficiencia, frustración y falta… huellas históricas, creencias que se consolidaron y llevaron a que se desarrollaran en nuestra vida patrones dolorosos que sabotean el amor. 

Aunque podemos ver intelectualmente que estas autoimágenes y los sentimientos no son objetivamente reales, suelen atraparnos en un lugar doloroso contraído dentro de nosotros mismos. Desde él nos preguntamos… “¿Qué hago ahora?”.  Y siempre se nos responderá si escuchamos sutilmente… "Nada en absoluto. Solo permanecer aquí, descansando indefenso y abierto. Nada que tengas que arreglar, conseguir o hacer. Solo abriéndote, solo ablandando, solo permitiendo. Observando lo que es”. 

 Suena tan simple, pero cuando cualquiera de nosotros queda atrapado en la identidad de nuestro ego, defendernos o atacar parece lo adecuado.

 A menudo, simplemente volvemos a la superficie de nuestra personalidad o tratamos de resolverlo intelectualmente con nuestra mente. O nos valemos de ciertas estratagemas como desconectarnos de la experiencia o ir al refrigerador, encender la televisión, navegar por Internet para comprar algo que realmente no necesitamos, pelear con alguien, llamar a un amigo para contarle la historia de lo desesperante que es todo, o mantenernos muy ocupados para evitar tener que sentir, experimentar y permanecer con ello sin resistencias.

En cambio, nuestras estrategias más conscientes incluirían relajar nuestra tendencia a intentar cambiar o transformar la experiencia de alguna manera.

Quedarnos indefensos, vulnerables por un momento y solo respirar. 

HACER NADA. Solo permanecer aquí y ahora.

La auto-indagación nos invita a sumergirnos en nuestra experiencia directa sea cual sea, y no hacer nada. 

Así es como ocurre la rendición. No es algo que hacemos más bien sucede cuando relajamos nuestro hacer egoico habitual. 

Inicialmente se siente confuso. En el momento en que relajamos las estrategias habituales del ego que pretende rechazar la situación o evadirla nos encontramos con nuestra sensación de desconexión. Esto generalmente se siente como estar separado del amor, la fuerza, la capacidad, la paz, la alegría y el apoyo. Nos sentimos como un niño pequeño, asustado, solo, insuficiente y sin saber qué hacer. ¿Qué podemos hacer que respalde la rendición? 

Todas las grandes tradiciones de sabiduría han hecho eco de la necesidad de reconocer ciertas virtudes…ciertas aperturas. Cada tradición enfatiza la necesidad de confianza, humildad, mentalidad abierta, compasión, paciencia y más. Encontrar en nosotros esas capacidades que siempre han estado allí, porque son inherentes a lo que ES, puede integrarlas en una presencia activa que nos abre a nuevas profundidades.

 Algunas de ellas son…

CONFIANZA - en nuestra propia bondad fundamental, en la bondad que subyace a toda existencia. Esto produce coraje y verdadera confianza para abrirnos a lo desconocido, confiando en que todo estará bien incluso si no sabemos cómo.

AMOR A LA VERDAD - lo que sea que revele. Esto produce devoción, dedicación y pureza de motivación para que no tengamos miedo de abrirnos más allá de nuestras propias imágenes y creencias.

CURIOSIDAD: sincero interés por descubrir lo que es realmente real. Esto produce una mentalidad abierta y la expansión de nuestra conciencia.

NO ATAQUE: el compromiso de desconectarnos del auto ataque y la crítica interna. Esto cultiva la compasión por nuestro personaje humano, nos da espacio para experimentar y aprender y elimina la crítica interna que tan a menudo nos cierra.

HUMILDAD: reconocer que no necesariamente sabemos para qué es realmente algo. Esto saca a relucir la arrogancia de nuestro ego y apoya la capacidad de abrirnos a lo desconocido y dejar espacio para la gracia y la guía.

Al observar estas cualidades, podemos notar que algunas son más fáciles de practicar, mientras que otras son mucho más desafiantes. Cada uno de nosotros tiene una relación con estas virtudes, única en nuestra estructura de personalidad e historia. Dado que cada una de estas cualidades opera como una unidad para crear el apoyo interno para el despertar, ver dónde se encuentran nuestras fortalezas y debilidades espirituales es útil. 

Al igual que ir al gimnasio y solo ejercitar los músculos ya desarrollados creará un desequilibrio, también ayuda ser conscientes de nuestras debilidades y observarlas. 

Seguramente esas debilidades limitan el acceso a algunas virtudes de las que ya mencionamos…y evadirlas no ayuda. Tampoco juzgarnos, sino solo conocerlas, no para desafiarlas sino dar un giro de percepción y poder acceder a nuevas puertas amorosas, que no sean el ataque, la resistencia, la oposición ni la desconexión por miedo.

Rendirse es un aprendizaje continuo…una vigilia sin juicio, amorosa, compasiva y abierta en la que permitimos que la Vida que nos vive desenrede las hebras del aquí y ahora de historias, creencias y limitaciones…y así fluir accediendo a la trama mayor que nos sostiene y alimenta con la información infinita del Uno, en el que estamos tejidos eternamente.

 

Gracias. Gracias. Gracias

 

Tahíta