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lunes, 28 de diciembre de 2020

Discernimiento y Luz

 ¿Puedo distinguir lo verdadero de lo falso? ¿Me dejo llevar por las apariencias porque no me he dado cuenta de que son falsas? El discernimiento es una capacidad natural, que hemos tapado. Poder diferenciar lo verdadero de lo falso debería ser tan natural como darnos cuenta si tenemos hambre o sueño. Si tuviéramos una mente equilibrada estaríamos recibiendo la inteligencia superior como un flujo, en lugar de estar volcados completamente a las apariencias y las formas temporales. Pero nos hemos acostumbrado a creer real lo que la mente proyecta fuera, por eso buscamos fuera guías que nos digan cómo vivir.

La luz del discernimiento está siempre disponible.

No lo olvidemos. Esa luz es tapada u opacada por actitudes inconscientes, falta de atención, torbellinos emocionales en los que nos involucramos…y poco a poco dejamos de lado esa guía perfecta de la que podríamos tanto beneficiarnos, viviendo en contemplación y recibiendo las visiones más sublimes y adecuadas a cada momento.

No es que nosotros seamos cuerpo-mente y tengamos una pequeña chispa o luz…SOMOS ESA LUZ, a la que acompañan herramientas de manifestación que son el cuerpo y la mente, hechos también de luz, densificada, pues no hay más que Luz.

O sea, somos luz recubierta de formas, que son reflejos de esa misma Luz.

El problema es que las consideramos realidades separadas, no reflejos…y esos reflejos nos hipnotizan.

Allí comienza la ceguera de creernos separados, y la vida se nos vuelve al revés. Con paciencia y conciencia, hemos de darle vuelta nuevamente, como un guante. La tarea paciente es encontrar esa Luz en el laberinto humano para recibir su luminosidad, su inspiración. Así, cuando ya estemos reconectados luminosamente nos daremos cuenta de que lo Real no puede aparecer y desaparecer…lo sagrado, lo Divino, siempre es, y solo requiere consciencia. Lo que solo vive en el tiempo, no es real, solo reflejo temporal de lo Divino.

Una vez que tomamos contacto con la sabiduría de la Luz, vamos dejando de lado los conocimientos e informaciones que acumulamos en la memoria y repetimos una y otra vez, para acceder a una Fuente que mana constantemente y así Re-conocemos ese flujo infinito e ilimitado del que solíamos ser conscientes y olvidamos en las ilusiones temporales.

Por supuesto, nos distraeremos en este camino existencial, dejándonos llevar por impulsos, emociones, quehaceres innecesarios, deseos…pero siempre la Luz refulgirá y una vez que la re-conocimos, no podemos volver atrás.

Nos levantamos y hacemos las mismas cosas, pero acompañando nuestros movimientos hay una conciencia nueva. Las cosas empiezan a percibirse de otra manera y tenemos que tomar decisiones más conscientes… ¿qué parte de mí quiere obrar así? ¿Qué es lo que sucede? ¿por qué me pasa esto si hago lo de siempre? Solo tenemos que volver sobre nuestros pasos, esos que dimos desatendidamente, con más conciencia.

Antes nos movíamos por programas y energías de hábitos…ahora tenemos la oportunidad de distinguir claramente y abrir espacios para que entre más Luz.

No entretenernos más en cambiar la vida. No planear. Los cambios llegan y no se trata de que cambiemos nada, la misma Vida se encarga del acontecer. Florece una vida nueva, sin que intervenga la mente. La mente es tan astuta que tratará de convencernos de que para despertar aun más necesitamos planes, metas, ver cómo se comportan los iluminados e imitarlos.

No es la forma.

 La verdad se revela en la serenidad y el silencio, y lo demás es distracción.

 La claridad acompaña a una mente vacía.

La inspiración llega desde la luz.

 Lo adecuado fluirá de la Inteligencia. No necesitamos pensarla. Lo importante no es “hacer” sino “ver” …la acción será hija de la visión.

No hay nada que cambiar, sino que todo se hace espontáneamente desde una nueva comprensión. Y en esa comprensión y atención no necesito planear la vida.

Lo importante es VIVIR DESPIERTOS. Y el despertar no es nada místico ni lejano.

Es “darme cuenta”.

La angustia en la que solemos vivir, la sed de búsqueda, el miedo, se producen por no estar despiertos, conscientes de esa Luz que somos y la plenitud de vivir conscientes desde ella, no de la persona.

Y a ese estado de plenitud, que incluye claridad, libertad y amor, no se llega con métodos mentales, sino trascendiendo la mente pensante y adentrarnos en  la contemplación como terreno que propicia la guía luminosa de nuestro Ser.

Es un camino en el que, debido a tanto olvido, tendremos que ir paso a paso hasta adentrarnos en la Luz que siempre fuimos, somos y seremos… eternamente.

 

Gracias. Gracias. Gracias.   

viernes, 25 de diciembre de 2020

Acogiendo Todo con Bondad Amorosa

En estos tiempos de tanta lucha, oposición, negación, rechazo y divergencias entre nuestros personajes, incluso los que tratamos de estar despiertos y vigilantes enfundados en nuestros papeles duales, necesitamos aprender y reaprender día a día el arte de  acoger todo en nuestro Amor con bondad, lo que significa aprender a situarnos en la escena, y a la vez observando para no involucrarnos en las divisiones que crea nuestra mente, que si la navidad sí o la navidad no, que si esta persona es tóxica para tenerla cerca y la otra es nutricia, que si esto es mundano y lo otro es espiritual…

Ciertamente, es inevitable el uso de discernimiento en la escena dual, sin embargo, ¡cuánto nos nutre darnos cuenta y poner en práctica, en la medida de lo posible, el acogimiento de todo lo que surge!

La Conciencia es benevolente, y acepta todo lo que se presenta.

La Conciencia no dice jamás NO.

Y aun cuando rechazamos el presente, él está siendo acogido y aceptado por la conciencia.

Así que la consciencia es un sí total a todas las cosas, a todo lo que se presenta, por eso es benevolente, porque no dice no, sino que acoge.

Pero también es indiferente, en el sentido de que no tiene preferencia alguna, toma y acepta todo de la misma manera, sin juicio.

Así que cuando en cualquier texto se nos aconseja que tomemos todo con una “indiferencia bondadosa” lo que se nos quiere decir es que dejemos de lado escoger algo como más o menos espiritual, más o menos mundano…y aunque usemos el discernimiento, que nos sirve en el día a día, sea sin juicio y lo más bondadosamente posible.

Esta indiferencia benevolente es meditación: un estado meditativo de no juicio que está siempre presente, no solamente cuando nos sentamos en nuestros cojines de meditar, si es que lo hacemos.

Este estado de dar la acogida o bienvenida es el trasfondo consciente de toda nuestra Vida.

Nos demos cuenta o no, siempre estamos en un estado de meditación. La única diferencia es estar conscientes de ello o no.

Estamos conscientes en meditación cuando no somos más que una “escucha acogedora” de lo que se piensa o transcurre, sin historias, sin considerarnos hombre o mujer, ateo, cristiano, budista, padre o hijo…sino solo ese trasfondo consciente en que todo es acogido con Amor, sea lo que sea, porque no hay juicio.

Y vaya si eso cuesta y es duro para nuestro personaje en escena. Es muy difícil, pero no imposible, si damos espacio a esa conciencia para que resurja una y otra vez de entre las perturbadoras historias enjuiciadoras que nos envuelven como un regalo de navidad. Pero el regalo es el estado consciente y la paz inherente que porta.

La verdadera meditación no es más que eso.

Es importante tener esto en cuenta, porque ponemos demasiadas expectativas en la meditación, como que si meditamos vamos a ser más espirituales, mejores, que no vamos a sufrir, que no nos revolcaremos de nuevo en la ira, que lograremos la prosperidad, que nuestras relaciones serán más santas, etc. Algunas de esas cosas puedes suceder, pero no hay un propósito en meditar…o no debería haberlo si no queremos desilusionarnos y lanzarla por la ventana de nuestra vida, solo porque no cumplió con nuestras expectativas.

Mientras alberguemos expectativas, no estamos en meditación. En ese estado en que todo es acogido, aceptado y abrazado con bondad amorosa, siendo ese estado de “paz que supera toda comprensión” un regalo adicional al simple hecho de ser CONCIENCIA INFINITA en escucha y observación.

Conciencia que nunca dice NO, que no escoge y que todo lo abarca en la benevolencia de LO QUE ES.

 

Gracias. Gracias. Gracias

domingo, 20 de diciembre de 2020

Los problemas nos distraen del Amor

Es útil recordar que el ego inventa problemas que no se pueden resolver para distraernos de la curación real.

Cuando intentamos resolver problemas - en nuestra familia y amistades, en el trabajo o con nuestra salud - realmente estamos jugando un juego llamado postergar la percepción real.

Es como si el Espíritu viniera y nos ofreciera la mano y dijéramos: "Espera, tengo que ocuparme de este cordón desatado".

Esto no es un pecado contra Dios o la naturaleza. No vamos a ser castigados.

Es solo que hay otra forma más eficaz de hacer las cosas.

La sugerencia no es ignorar nuestros supuestos problemas en el mundo. Si el automóvil tiene una llanta pinchada, cámbiala. Si te ofrecen un aumento o un mejor empleo, acéptalo.

Más bien, se nos sugiere que simplemente notamos la naturaleza temporal de estas supuestas soluciones. Dado que todo está sujeto a cambios, todas son ilusorias y no pueden traernos una paz duradera.

La realidad es inmutable. Lo que anhelamos no es una vida libre de problemas, sino la realidad. Queremos conocer la verdad más allá de la ilusión.

Sin ilusiones no puede haber miedo, duda y ataque. Cuando ha llegado la verdad, todo el dolor se acaba, porque no hay lugar para pensamientos transitorios e ideas muertas que permanezcan en tu mente. La verdad ocupa tu mente por completo, liberándote de todas las creencias en lo efímero.

Ese es el fundamento firme de la paz.

Cuando busquemos soluciones específicas para problemas específicos que ocurren en el mundo, las encontraremos. Los neumáticos pinchados se arreglan; los dolores de cabeza desaparecen. Pero esas "soluciones" nunca alcanzan el problema subyacente de nuestra separación de Dios, que es el único problema que tenemos.

El ego se complace en negociar breves ceses del fuego en su guerra por la paz, siempre que no abandonemos la batalla por completo. Pero tomemos como objetivo eliminar los obstáculos a la presencia del Amor y, al hacerlo, podemos dejar por completo los conflictos artificiales del ego.

Es un hecho que los bloqueos a la conciencia del amor aparecen como problemas como autos averiados, fondos insuficientes, la cena que se quemó, un diagnóstico de cáncer o la muerte de un sea amado. Con el tiempo aprendemos que son simplemente reflejos de nuestra confusión subyacente sobre lo que somos en verdad.

Para un organismo mundano, un cuerpo, el cáncer es un problema real. El tratamiento médico es una verdadera solución.

Pero no somos cuerpos en un mundo. No tenemos cáncer ni nos curamos del cáncer.

 

El Ego quiere que olvidemos esto. De no ser así, quiere que la aceptemos como una mera idea posible entre muchas con las que la gente razonable puede estar en desacuerdo.

A toda costa, el ego necesita mantener el cuerpo en el centro de nuestros pensamientos. Necesita que sigamos considerando al cuerpo como la clave de nuestra propia identidad y el espacio de encuentro de todas nuestras relaciones.

Podemos someternos a quimioterapia o lo que sea, mientras recordamos amablemente que estas experiencias no son reales, sino ilusiones diseñadas para distraernos de la curación real

En el mundo, los problemas y sus supuestas soluciones son lo mismo. Las "soluciones" son simplemente "problemas" a la inversa.

Nuestro trabajo no es resistir este conflicto, mucho menos tratar de resolverlo, sino salirnos de una vieja forma de pensar sobre él, para reemplazarla por una forma que reconoce el amor, independientemente de un cuerpo. Que no rechaza el cuerpo. Que ni siquiera ve el cuerpo. Se olvida del cuerpo.

Esta forma de pensar refleja nuestra identidad real, no sujeta al tiempo ni al espacio, incapaz de perderse o encontrarse, más allá de la separación e incluso de la idea de unidad.

Esa es nuestra realidad ahora. Cuando vemos los "problemas y soluciones" del ego como algo más que una distracción tonta de la realidad, permitimos que nos bloquee nuestra conciencia del amor.

No perdemos la realidad; perdemos conciencia de la realidad. Y es una pérdida de conciencia que duele.

Y siempre, hay otra forma menos dolorosa de vivir este sueño: en atención, comprensión, despiertos a los simulacros del ego…y en AMOR

 

Gracias. Gracias. Gracias

viernes, 18 de diciembre de 2020

Prestando atención a la Unicidad

 

Lo que anhelamos ya nos fue dado.

 Lo que creemos que está perdido y debe ser recuperado nunca se fue. No se puede perder.

Buscar refuerza la separación porque dirige nuestra atención lejos de la Fuente de la Vida.

Esa es la razón por la que, aunque muchos no lo comprendan, se tiene que abandonar la búsqueda y solo autoindagar en nuestro Ser. Ningún mote es tan limitante como el de:” Buscador de la Verdad” El Ser y la Verdad son lo mismo y buscar lo que somo nos divide en buscador y objeto buscado, cuando no existe tal separación.

La separación es simplemente una percepción defectuosa de la realidad.

Lo que llamamos separación es nuestra insistencia en que la vida parezca separada, que parezca fragmentada. La creación se da en su totalidad y la dividimos en partes, la segmentamos en momentos, rechazamos algunos aspectos y abrazamos otros.

Nuestro sufrimiento, todo sufrimiento, surge de esta división.

Entonces la separación es una forma confusa de pensar a la que estamos adaptados.

 Creemos que refleja la realidad, pero no es así. Refleja nuestra distorsión personal de la realidad.

Un curso de milagros, al igual que otros instrumentos como el advaita y los maestros que ya han renunciado a la búsqueda y a la fragmentación del Uno, nos ofrecen una manera de realinear nuestro pensamiento con la integridad, la unicidad en la que no hay partes a las que calificar, juzgar, acomodar…paso a paso, relación por relación, hasta que incluso la idea de separación se desvanece.

Todo lo que podemos hacer es prestar atención, notar cuando excluimos algo de la atención y luego traerlo de vuelta suavemente. Eso es perdón. Inclusión sin juicio de lo que la mente fragmenta en el Todo que ES.

Cuando surgen pensamientos inquietantes, los dejamos ser. No los rechazamos ni los analizamos. Los dejamos ser. Y también hacemos esto con los llamados buenos pensamientos.

Nada puede excluirse porque nada es que no sea Dios. Todo lo que se ofrece a nuestra atención contiene en él la esencia de Dios, la Conciencia Infinita, la Fuente, la Esencia o como queramos llamarlo…entonces, todo puede ser perdonado. Que no es otra cosa que considerar inocente al sueño mismo de separatividad que nos hemos creído y creado.

La atención revela la realidad, pero a menudo de formas que no podemos anticipar y, a veces, de formas que parece que no podemos manejar.

 ¡Cuántas veces caemos en pedazos - pedazos enojados, pedazos confusos, pedazos manipuladores - ante el Amor!

¿Y qué podemos hacer sino continuar más y más lento, con la mayor atención posible?

 ¿Qué más podría ser la curación?

Trascender la aparente división para amarlo todo. Mirar todo con Amor.

Tenemos que descubrir qué significa prestar atención y ver de esta manera. Es la acción más simple y natural que uno pueda imaginar porque no requiere esfuerzo. Eso es todo lo que vamos a descubrir: y cuando lo descubramos, veremos que siempre supimos hacerlo.

Así nos convertimos, a través del don de la atención, en testigos de la Unidad

La Unidad que es ahora, fue siempre y siempre será, nuestra realidad.

 

Gracias. Gracias. Gracias

domingo, 13 de diciembre de 2020

El verdadero volver a casa

Para este personaje que soy en minúscula, pasajero de un sueño de vida separada del Todo que nos sostiene, es fundamental estar  en contacto con la naturaleza. Por eso, tener un pedazo de tierra con árboles, arbustos y flores o caminar bajo los árboles es una experiencia de reconexión, cuando me adormilo pensando que soy un ser separado, aislado.

En esos momentos de reconexión, que aspiro aumentar, recuerdo la Unidad en la que Somos.

El sufrimiento solo es posible cuando nos percibimos separados, aislados de esa corriente de Conciencia, eterna e infinita. Cuando nos creemos encerrados en los límites corporales y nos identificamos con ellos de tal forma que nos vemos como marionetas circunstanciales y vemos a los demás también como pequeños personajes perdidos en medio de una vorágine de energías y fuerzas atemorizantes.

Es una herencia pesada esta inventada y pequeña conciencia separada. Ningún árbol, piedra, pájaro “lucha o  se esfuerza” por diferenciarse de otras conciencias ni compite para destacar. El personaje humano sí, y se teje su propia red de pretendidos fracasos, sentimientos de superioridad o inferioridad, celos, venganzas, rencores…que son tan irreales, como el concepto de que somos partículas separadas unas de otras empujándonos por lograr  espacio, en imaginarios  límites inexistentes.

Dejando esa lucha, podemos descansar en la perfección de todo, tal cual es, desde una conciencia profunda que no se percibe como separada o aislada de nada. Esa separación tejida por la mente pensante no vigilada nos hace sentirnos pequeños, indefensos, vulnerables y amenazados, porque, claro, se sabe que separados, el fin es lo que llamamos muerte, y más allá intuimos o sentimos una trascendencia innata que no se conforma con nacimientos y finales.

El SER  en el que vivimos y que Vive a través de nosotros es amoroso y eterno…y en él la trascendencia de nuestra seidad es una realidad en la que el temor no existe.

Perdemos el sentido de pertenencia a ese Todo Uno cuando nos involucramos e identificamos con la mente pensante, descuidando el contacto vivo con esa existencia eterna e infinita que solo se recupera con PRESENCIA EN EL AQUÍ Y AHORA. Perdida la conciencia de lo eterno, infinito y omni-abarcante,  es lógico sentir temor y percibirnos como “fuera de casa” en un entorno vacío, amenazador  que no conoce el abrazo y el sostén del AMOR INCONDICIONAL  que somos.

Nos cargamos nuestras corazas y nos encerramos en el cuerpo para hacer frente a un mundo en el que la supervivencia  del más fuerte parece reforzar más y más nuestra separación de la existencia Una. La piel es un órgano de separación, en lugar de ser uno de “común-unión” con el cuerpo colectivo que compartimos con toda la naturaleza.

Los árboles, los animales, las flores…escuchan desde su innato don de ser  sensibles a su seidad, cómo y cuándo florecer, cuándo y cómo emigrar, qué comer y qué no,  y cómo moverse, desde el interior. En cambio nosotros necesitamos libros que nos digan qué comer, cuanto dormir o cuánta agua tomar, cómo relacionarnos o resolver un supuesto conflicto de inexistente territorio personal…porque hemos perdido nuestro HOGAR y vagamos distraídos sin seguir las señales que por intuición nos llegarían como guía infalible, gratuita y amorosa.

Perdimos el contacto con nuestra esencia, con esa sabiduría natural en la que lo sabemos todo, que nos habla desde dentro cuando silenciamos la mente individual agitada y divagante, separada y temerosa, interesada e incoherente. Por eso los animales son más sabios: porque escuchan de una manera natural desde dentro, el ritmo de la Vida guiando su paso por este mundo dual

En esa agitación mental en la que vivimos, hasta nos olvidamos de respirar al ritmo de la vida, y cortar la  relación de aire compartido cercena la correlación del cuerpo con la no materia desde la cual la trascendencia nos envía sus señales presenciales.

Ya no escuchamos los mensajes de la Vida.

No creemos que el planeta y nosotros somos la misma cosa, y nos perdemos en conceptos de ecología y cuidado ambiental que no funcionan si no nos vivenciamos como FUSIONADOS con el planeta y el universo.

Si podemos, conectemos con la naturaleza. Si no, respiremos a conciencia para reconectarnos con la Vida.

Volvamos a casa…esa que en realidad nunca dejamos, pero  mentalmente desconocemos cuando nos distraemos del AHORA.

La Vida Una que nos contiene y sostiene, que vive a través de nosotros, que nos abraza, que nos ama, que NOS VIVE…solo es percibida, al igual que su gracia y su guía  en nuestro Hogar, que es EL AHORA, ese en el que la mente pensante no funciona.

Descansemos en el Hogar, que borra de un plumazo todas las especulaciones de una mente temerosa que teje historias locas de separatividad, luchas y sufrimiento, haciéndonos perder la paz, el amor total, la trascendencia y la eternidad que guarda la UNICIDAD.

Nuestra casa es el AHORA.

 

Gracias. Gracias. Gracias

sábado, 5 de diciembre de 2020

Saliendo del dolor…entrando en él

Seamos quienes seamos, dondequiera que estemos, inevitablemente experimentamos dolor. E inevitablemente también, tendemos a almacenar la mayor cantidad posible de nuestro dolor en nuestra sombra, encontrando estrategias para adormecer, evitar o alejarnos del dolor. Cuanto más intentamos huir de la presencia sentida del dolor, ya sea a través de la negación, la disociación o la distracción, más profundamente se arraiga en nosotros, y no solo en nuestra sombra. Entonces, ¿qué vamos a hacer?

La respuesta básica comienza con volvernos hacia nuestro dolor, lo que significa enfrentar y sentir directamente la cruda realidad del mismo. Luego, finalmente, nos acercamos a nuestro dolor, paso a paso, entrando en él gradualmente, llevando nuestra conciencia incondicional a su dominio. Y empezamos a reconocer que para salir de nuestro dolor, tenemos que entrar en él.

A menudo, cuando decimos que sentimos dolor, no estamos realmente dentro de nuestro dolor, sino que estamos más cerca de él de lo que nos gustaría. En cierto sentido, todavía estamos fuera de él, sin experimentar  sus profundidades, alejados de su veta más profunda.

Pero, podemos preguntarnos, ¿no es el punto deshacerse del dolor o al menos alejarse de él? Después de todo, ¿el dolor ya no es lo suficientemente desagradable? ¿Por qué empeorarlo acercándose a él, y mucho menos entrando en él? Estas y otras preguntas similares son bastante comprensibles, dada nuestra común aversión al dolor, ya sea físico, mental, emocional o espiritual. La sola noción de volvernos hacia nuestro dolor y acercarnos lo suficiente a él para comenzar a conocerlo bien puede parecer inicialmente contradictoria, temeraria, equivocada o masoquista.

Sin embargo, al volvernos hacia nuestro dolor hay una gran libertad, una libertad que nos afianza en el núcleo del Ser. A medida que desmontamos  lenta pero constantemente nuestras diversas formas de huir de nuestro dolor, la energía que hemos invertido en alejarnos de nuestro dolor, en lugar de simplemente estar con nuestro dolor, se libera y queda disponible para que la usemos para otros propósitos.

Permanecer presente con nuestro dolor puede no ser nada fácil, pero con práctica es bastante factible. Y cuanto más consistentemente presentes estemos con nuestro dolor, menos  duele. Puede que todavía duela, pero no nos importará tanto, porque somos más capaces de retenerlo, tanto de contenerlo como de expresarlo bajo ciertas condiciones (como cuando la liberación emocional es claramente necesaria).

Hay muchos tipos de dolor —físico, emocional, mental, psicológico, existencial— pero la esencia de cada tipo de dolor es una sensación imperiosa de malestar  que va desde la irritabilidad hasta la agonía. Esa sensación, esa esencia, es la que hay que contactar, sostener, tolerar,  y con la que intimamos mientras trabajamos con el dolor, conociéndolo tanto en sus detalles como en su centro.

El dolor puede consumirnos, y nuestros esfuerzos por alejarnos del dolor también pueden consumirnos. Cuando nos alejamos de nuestro dolor, buscando un escape de él, evitando así conocerlo y relacionarnos con él, quedamos atrapados en nuestras aparentes soluciones a nuestro dolor, apegándonos o haciéndonos adictos a lo que sea que nos aleje de él de manera más placentera o confiable.

Por mucho que deseemos que el dolor no esté allí, permanece, ofreciéndonos la misma oportunidad básica: dejar de evitarlo para usar esa energía en  algo más vivificante, permitiéndonos abrir aún más nuestros ojos  y arraigarnos en la realidad.

Esto no significa que el dolor sea una especie de regalo maravilloso, sino más bien que la presencia del dolor que se siente abiertamente  y sin huida ni negación, tiene la capacidad de enfocar nuestra atención y lograr una perspectiva más lúcida, no sobre cómo evitar el dolor, que es imposible, sino cómo  abrirnos a él, integrarlo, comprenderlo y al hacerlo consciente, disolverlo…pues la Luz de la consciencia clarifica todo.

Aunque convenimos en que no es fácil, es simple de explicar…cuando siento cualquier malestar, físico, emocional o mental…detengo cualquier juicio, apreciación o agregado al mismo y solo LO SIENTO en su máxima expresión, sin ponerme a querer “zafar” o distraerme…ese enfoque al principio lo aumenta, pero como la cuota de energía del mismo se va agotando, poco a poco podemos estarnos con él o en él, hasta que disminuya, desaparezca o se vuelva cada vez menos trascendente su presencia. Esa es la única forma en que no reaparezca una y mil veces…y si lo hace, sondear la causa no con esfuerzo, sino intuitivamente, vigilando cuando regresa, qué lo dispara y  abriéndonos siempre a LO QUE ES.

Ve al corazón de tu dolor y no encontrarás más dolor sino más bien una libertad que no requiere la ausencia de dolor, sino que lo abraza como  indicador en el camino que  ayuda a la autoobservación, la comprensión, la revelación causal…y aun la resiliencia.

Gracias. Gracias. Gracias

sábado, 28 de noviembre de 2020

Vivir en Desatención es vivir Ausentes

Cuando descubrimos el camino directo vislumbramos la sagrada senda en la que todo es Luz.

Sin embargo, eso no basta, ya que en el camino surgirán miles de obstáculos y contratiempos.

Momentos de desánimo por creer que no podemos desapegarnos, que no somos capaces de permanecer conscientes, que nos distraemos con facilidad. Nos pasa a todos, y vemos la lucidez a lograr, como algo muy lejano. Cuando surgen estas dudas, démonos cuenta que un solo paso de acercamiento es ya un adelanto promisorio. Vivamos de instante en instante con toda la comprensión y atención posible, sabiendo que el estado de lucidez que proviene de lo que “soy más allá de lo temporal” se instalará al fin.

Cuando se pone en marcha la contemplación…no hay manera de pararla, y como lo que somos en lo atemporal ya está iluminado con Luz propia, ninguna condición aparente del personaje debe desalentarnos.

El tipo de vida que llevemos no tiene nada que ver con MANTENERME DESPIERTO EN ELLA. Ninguna de las situaciones en las que nos encontramos son relevantes.

Sin embargo, hay que vigilar la mente, porque ella repercute en la salud y a la vez en la atención, y desequilibra todos nuestros vehículos de manifestación. Si en mi familia hay problemas, tengo conflictos en el trabajo o estoy sin empleo, si me veo obligado a hacer lo que no me gusta, todos esos factores desorganizan mi energía y repercuten en mi salud, y si sumado a todo acallo mis emociones y no las expreso, saldrán a flote somatizadas, a través de un síntoma.

 Desplazamos esas tensiones psicológicas al cuerpo físico, como una bolsa de basura hasta que estalla, y entonces nos decimos que no podemos contemplar e silencio porque estamos mal de salud…pero quizás llegamos a esa situación por no estar vigilantes, por no comprender lo que pasa, por estar en una especie de letargo en que la atención en la mente se ha perdido…las causas de la desarmonía son muchas, mientras la Armonía refleja la conexión con ese Uno que es muy ajeno a ellas.

Hay que retroceder y sin excusas examinarnos, y reconocer que, tras cada desarmonía, la que nos lleva a comer mucho o no comer, hacernos adictos a algo, relacionarnos con falta de amor, etc. hay una única causa: DESATENCIÓN. Ninguna medicina será eficaz si no asumo la responsabilidad de mi desatención.

Cuando no estoy internamente atento, todos los demás fracasos o barreras son LLAMADAS DE ATENCIÓN. Por ejemplo, cuando como y luego me siento mal, al surgir el malestar, en vez de huir o buscar paliativos externos, de lo que tengo que salir es de mi inconsciencia, y así estando alerta y despierto, sabré que alimentación es más adecuada para mí. Siempre es posible estar más lúcido o despierto, aunque la iluminación sea una fantasía.

Separar la llamada espiritualidad de la vida es ignorancia y acarrea un estancamiento, ya que lo que nos pasa en la vida nos muestra aquello que nos falta hacer consciente.

La falta de atención se acumula capa tras capa y nos impide “ver” lo real.

No tenemos una varita mágica para resolver problemas, pero el hacernos conscientes nos hace percibir lo que en desatención pasamos por alto y la lucidez se afianza más y más.

Nuestra vida fluirá de manera más natural y sencilla, a medida que permitimos que se abra paso la Luz, y se hace posible vislumbrar lo Real a través de toda apariencia.

Lamentablemente la mayoría de las personas están “vacías”: no hay presencia en ellas, no hay vigilancia alguna, no hay esa dignidad que se traduzca en respeto a las formas manifestadas (todas, aun las aparentemente inertes) …por lo tanto esa morada personal está abandonada.

El problema no es que padezca una enfermedad o esté estresado sino saber y comprender por qué he llegado a esa situación, porque así puedo desandar el camino, cambiar y redirigir las energías de otra manera. La misma desatención y poca comprensión que hay en mí está sucediendo en la sociedad, en el mundo.

En lugar de tratar de ver lo que pasa afuera, que me refleja, tengo que intentar encender una Luz dentro mío y ver qué está sucediendo en mi mente porque de eso que pasa en mi mente depende lo que suceda fuera, ya que todo lo que veo lo interpreto desde lo que pasa dentro mío.

 Lo que veo fuera no es el origen de mi malestar o mi bienestar.

La Luz en mi interior me ayudará a darme cuenta de las falsedades que una mente en desatención impulsa, para regocijo del ego, hasta que se desvanezcan en la total lucidez del SER

Hoy los invito a la atención…tramo a tramo.

Gracias. Gracias. Gracias

lunes, 23 de noviembre de 2020

No soy solo una persona

Nos habituamos a vivir pendientes del exterior. Nos hemos extrovertido, como si internamente no hubiera nada interesante.

Ser conscientes del vacío parece una idea rara, por eso nos parece rara la contemplación, y nos solemos dejar arrastrar por las opiniones, los pensamientos ajenos o propios, la comida sofisticada, la ropa sofisticada, el pasar el tiempo inconscientemente, lo habitual y lo lógico.

Sin embargo, lo habitual y lo lógico no sirven en el camino de la sabiduría.

La atención puesta en el cuerpo-mente demanda mucha energía. Tendríamos que plantearnos si queremos emplear nuestra energía en esos asuntos externos.

Para los que estamos interesados en la Verdad, no basta.

¿Por qué nos absorbe en nuestro vivir ese nivel superficial? Hemos de quedarnos en el aquí y ahora y considerarlo.

Todos los eventos como vida de familia, problemas de trabajo, vejez, enfermedad, deseo, prosperidad, luchas, alegría, infelicidad, le suceden a la persona, pero no a nuestro Ser esencial. Aunque sentimos como personas, la verdadera identidad del ser humano no es la persona. Es esa Presencia en la que nos encontramos cara a cara con la Verdad, con la Divinidad que todo lo mueve y a la que no le afectan circunstancias ni situaciones personales y temporales que son parte de nuestra historia existencial.

Y no es que nos volvamos insensibles. Solo nos damos cuenta de que todo es transitorio, que todo está “de paso”.

No somos el personaje que aparece en escena. Lo que somos es eterno, permanece, no sale y entra en escena temporalmente. Eso lo hace el personaje ilusorio. Si descubro la Vida que no muere, dejo de considerar y de identificarme con el personaje…NO SOY ESO QUE CREO SER.

Para que esa identificación se disuelva, solo queda emplear la Luz de la Conciencia.

Esa Presencia luminosa es liberadora en todos los niveles.

No me servirá para resolver problemas personales…olviden eso, se los diga quien se los diga. No se trata de resolver un problema aislado…NO HAY HEBRAS SEPARADAS EN EL TAPIZ DE LA TOITALIDAD. Hemos de deshacer el tejido completo de las apariencias…y eso no es para todos. Causa miedo.

“El Reino de los Cielos es para intrépidos”, decía Jesús. La valentía para hacerlo no viene desde fuera, sino de la propia Luz de la Presencia.

Cuando la Luz atraviesa nuestra persona-personalidad, se manifiesta en todos los niveles, lo que no quiere decir que la persona pueda “iluminarse”, eso es una fantasía, nuestro nivel “persona” es siempre limitado.  Pero no somos solo ese personaje limitado: el reconocernos como Luz, nos des identifica, y nos acerca a la Verdad.

La Verdad siempre está ahí esperando que la reconozcamos.

No hay peligro de que algo externo nos pueda destruir, no somos una mera mota en el universo…eso lo es esta creación de la mente. Nuestra verdadera identidad no puede ser atacada ni destruida.

Esa Verdad es liberadora. Es liberador descubrir que lo que sucede, le sucede al personaje irreal en forma de historias, que son un lastre. A mi identidad, que es pura Conciencia, no le ha pasado nada, así que podemos soltar esa carga. Lo que le ha sucedido a la persona ha servido para que me vaya desengañando, soltando creencias y errores, abriéndome más a la Presencia real.

Algunos piensan que, si sueltan ese bagaje, la vida será aburrida, libre de programas y películas que cuenta la mente.

Se acaba la película, me libero y surge solo la Alegría de Ser. Ya no existe la carga de mantener apariencias…la Verdad, al iluminarnos, nos libera.

Contemplar es tener una visión amorosa, y no es para momentos especiales sino para TODO MOMENTO DE NUESTRA VIDA. Esa visión amorosa va barriendo todo lo que no es verdadero…sin considerar el tiempo que tome…DESCUBRIRÁS LA VERDAD, Y LA VERDAD TE HARÁ LIBRE.

“Vigilad” …se nos dijo siempre, y en verdad, tenemos que estar conscientes y vigilar lo que pasa en y por nuestra mente. Muchos creen que estar conscientes es saber lo que pasa a nuestro alrededor, pero eso es secundario…la vigilancia es sobre lo que hay en nuestra mente.

Los que tenemos una demanda interior tenemos dos posibilidades. Una es larga y no lleva a la Verdad. La otra es directa hacia la Verdad. La más atractiva y la que tiene muchos partidarios, es la equivocada: perfeccionar mi vida, mejorar, hacer miles de cosas, llenarme de información, ir de aquí para allá en una búsqueda externa. Hay mucho movimiento en eso que llaman “búsqueda espiritual” Talleres, cursos, ejercicios, posturas rituales que te acercarían a la verdad.

“Entra por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la equivocación, y muchos son los que entran por ella. Y estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”

Podemos recorrer ese camino si lo deseamos. Hagamos lo que nos parezca adecuado. Pero vigilemos y comprendamos que todo este movimiento solo sirve a “la persona” que no es lo que somos. Es un aprendizaje y un estar conscientes a cada instante.

O podemos recorrer la otra vía, la directa, la de contemplar la Verdad para liberarnos de tanto afán innecesario. Nunca podremos ser más libres y felices por tener más conocimiento o hacer determinados ejercicios. No es así como derrumbaremos el “yo” limitado.

Contemplar, vigilar la mente desde la Consciencia, ilumina nuestro vivir.

No es un camino impuesto u obligatorio.

Es un camino en el que puedo hacer lo que quiera, y a la vez no tengo que hacer nada en particular.

Sin embargo, si amo la verdad…estaré siempre atento/a y vigilante, para no perderme en este sueño proyectado por la mente, que tanto ama las distracciones, la ilusión y los “espejitos de colores” del ego.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Dentro/ fuera…mi camino de acercamiento a la Verdad

Partimos de nuevo desde que…

La Verdad es un estado interior.

Cuando desde allí decimos que la Verdad ilumina nuestra Vida, sabemos que ella nos guía desde lo profundo de nosotros mismos y que nuestro camino de realización no consiste en buscar fuera unas u otras verdades.

La Verdad pertenece al Ser, e ilumina nuestra vida desde dentro.

No podemos iluminar nuestra existencia desde fuera, ni encontrar fuera el sentido de nuestra vida en teorías pensadas por otros. Desde lo externo, no mejoramos nuestras vidas. Solo podemos hacerlo acercándonos a esa Verdad interna que intuimos, para que nos ilumine.

Los hechos y fracasos personales no tienen más importancia que el caudal de sabiduría que nos dejan, y ese caudal de sabiduría, esos aprendizajes, llevados a la contemplación, son iluminados y sintetizados.

No nos dejemos engañar por verdades de otros, mera información que se archiva en parte de nuestra mente, para repetirla y creernos sabios, cuando esa información no ha servido para transformarnos. Podemos tener mucha información, y nada de sabiduría. No llegamos a lo verdadero informándonos, memorizando ni repitiendo conceptos.

El hecho de que alguien se identifique con un grupo o una tradición religiosa ya revela que no está buscando lo Verdadero. El tantear distintos grupos o religiones es un camino de desilusiones, aunque alguien se considere un buscador de la Verdad.

Recordemos que la Realidad no se busca hacia afuera, sino que aflora desde el interior, cuando traspasamos las barreras del pensamiento.

La única revolución que resulta es la interna, la contemplativa, la silenciosa.

Está muy bien que tratemos de ayudar a los demás, pero los efectos de esas ayudas son mínimos, porque esa persona seguirá a cuestas con su equipaje por las fuerzas causales y aprendizajes que ha puesto en movimiento.

Ya sabemos que separar el bien y el mal es muy humano, pero la sabiduría real va más allá de los pares de opuestos. Cuando descubrimos lo Real, no cargamos ya con las ideas de lo que está bien o de lo que está mal, de lo que se debe hacer o de lo que no se debe hacer.

Al camino de la Sabiduría hay que entrar desnudos de ideologías e historias.

Despojados de todo, encontramos la Realidad. Despojados de ilusiones, de apariencias, de metas, incluso de la idea de ser “alguien”.

Cuando dejamos de ser alguien limitado, somos ilimitados.

Cuando dejo de considerarme “alguien”, lo que es ilimitado, esa Presencia sagrada, me reconoce.

La Realidad es limpia y pura, pero el “alguien” tiene impurezas, lo no comprendido, las manías, las identificaciones, todo lo que se nos adhiere en el viaje existencial, así que la Verdad no me reconoce, no me ve, y es necesaria una purificación.

Es bueno hacer una purificación física, nos ayuda a armonizarnos, pero no basta. Tampoco basta la emocional por la que surgieron los cánticos, las oraciones, los mantras, etc. En verdad, solo la Verdad puede purificarnos…lo que nos sitúa en un círculo sin salida.Sin salida en lo temporal y mental.

Por eso tenemos que volar por encima de la lógica, renunciar a pretender llegar a la Verdad a través de un proceso de repetición o adquisición de información, sabiendo que a lo temporal, se lo lleva el viento…y que la Verdad pertenece a Lo Eterno y no se consigue por medio de un método temporal.

Suele decirse que la Verdad es un manantial, que, aunque brota permanentemente de nuestro interior, se mantiene escondido porque creamos diques de contención. El manantial siempre está allí…y la contemplación silenciosa nos abre a esa fuente inagotable.

¿Cómo nos abrimos?

Primero, tomando conciencia de ese caudal. En cada humano la Verdad surge de diversas maneras.

 La manera particular en que la verdad me ilumina, es la adecuada para mí…mi camino.

Y me distraeré miles de veces si me pongo a comparar ese camino con el de los demás.

No hay maneras mejores.

Solo abrirse a profundizar en uno mismo, en un océano infinito en el que nada ni nadie queda fuera.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

martes, 17 de noviembre de 2020

Trascendiendo la lógica y los paradigmas

Ya lo descubrimos...La Verdad es un estado Interior.

Para vivirla hay que adentrarse en la conciencia de la mano del silencio, o sea, aprender a contemplar.

Es un vuelo por sobre el pensamiento, por sobre la lógica, para profundizar en la Verdad que ya somos…o sea que, no es algo en lo que trabajar, sino saltar por sobre la lógica y encontrarnos con la Verdad.  

El silencio de pensamientos nos puede llevar muy lejos…tanto que nos permite darnos cuenta de este sueño en el que creemos ser lo que no somos, y morar en la Verdad que sí somos.

Profundizar en nuestra conciencia es redimir nuestra parte humana…y a la vez ayuda a la redención de la parte humana global. También consideramos que así lo hizo el despertar de Jesús, de Buda, de Lao Tsé, y otros. No hay modo de que lo que ocurra en una consciencia que se cree individual no afecte a la Conciencia Única, y viceversa.

Todo ser humano que toca su conciencia y se redime de ilusiones, redime al Campo consciente todo…abre una ventana hacia la liberación, quedando en las otras consciencias el acercarse a esa ventana y aprovecharla o no. Pero todas son tocadas y tarde o temprano en todas se manifestará la Inteligencia única, ya que cada individualidad humana es un reflejo de lo Sagrado, lo Divino. Un pequeño holograma dentro de otro que a la vez está dentro de otro y de otro…hasta reconocerse como el Infinito sagrado en que tenemos el Ser.

Muchos humanos están despertando. En quietud y en silencio, la visión se aclara y amplía. Aunque parecemos estar entrampados en esta manifestación, todo responde a un plan divino que escapa a nuestra mente, a nuestra lógica. Por eso el vuelo, el salto, la realización en silencio…trasciende sí o sí la lógica.

En ese estado de contemplación, y a pesar de lo que vemos en el plano físico y psíquico, con sus historias de dramas y lucha, llegamos a ser conscientes de que…” Todo está bien”. Podemos salirnos de esa ilusión en la que lo separamos todo en placer y dolor, alegría y tristeza, amor y odio.

Por encima de esa separación ilusoria, en estado puro, somos Consciencia, somos Espíritu.

Nuestra persona humana no lo entiende, y tiende a creer que es un juego injusto en el que algunos ganan y otros pierden…hasta que nos damos cuenta de que NO HA PASADO NADA.

Todo sucede en la temporalidad, como parte del movimiento de la consciencia, de la Inteligencia, proyectada en una pantalla virtual, ilusoria.

Encontremos la pantalla dentro nuestro y separémonos de ella. No por esfuerzo ni con lucha, sino con la lucidez que surge del silencio, de la contemplación, que se manifiesta como Luz potente que deshace las sombras de lo irreal.

La verdad no es un pensamiento, ni un concepto o creencia.

La mayoría de nosotros vivimos en un mundo denso de autolimitación apoyado por experiencias basadas en supuestos y expectativas. Nos gusta inventar y adoptar “paquetes” muy rígidos y autolimitantes de supuestos llamados paradigmas.

Por lo tanto, nuestra experiencia de la verdadera realidad, la realidad tal como existe y opera más allá de las suposiciones limitantes dependerá de nuestra capacidad para volvernos más conscientes.

Los paradigmas son "grupos" enteros de suposiciones y creencias.

Son estas creencias fundamentales las que los paradigmas abordan y las que los ponen en marcha. Hemos sido condicionados a aceptar y adoptar inconscientemente éstas creencias, y en consecuencia, las utilizamos para crear nuestro propio paradigma, "visión del mundo" o "perspectiva".

Y para disolverlos, nos valemos no de la confrontación sino de la contemplación para contactar la Verdad.

Estos paradignas son bloques de inconsciencia, pruducidos por la mente y las historias que acumula y da por ciertas...por lo tanto con una gran dosis de no-mente, de presencia silenciosa y de observación, logramos la lucidez que nos permite intimar con la Verdad, fuera de todo paradigma .

Intimemos con ella... y disolverá la trama del pensamiento.

Es de esperar que caeremos infinidad de veces en la ilusión nuevamente, mas la lucidez que proporciona el contemplar es una lámpara que se mantiene latente y resguarda una luz muy paciente, que espera sin limitaciones de espacio-tiempo.

En lucidez, no hay muchas verdades…solo Una, pero con muchos caminos que llevan a ella.

 Solo una Verdad, solo una Realidad, solo un Dios.

Solo Uno.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

 

 

domingo, 8 de noviembre de 2020

Las formas in-permanentes y la entrega

Hace unos días, visitando la página Beltaine Cottage, de mi amiga irlandesa Colette, que vive en una finca de permacultura que heredó de sus ancestros en ruinas y convirtió en un paraíso, vi con dolor lo que el cambio climático ha hecho con sus frutales, huertos y demás recursos de la tierra…frutos putrefactos por dentro, plantas secas y otras modificadas que ya no producen o se llenan de pestes. Ella está desolada ya que hace veinte años decidió vivir de esa forma natural confiando en los frutos de la tierra…mas todo lo in-permanente cambia.

Otros  experimentamos  dolencias físicas que nos  limitan o impiden hacer lo que amamos…algunos hemos atravesado o atravesaremos por el trance de dejar ir a un ser amado, o a un trabajo, un amor, un amigo, una fortuna, un animal o una planta que ha cumplido su ciclo, le guste a nuestro personaje humano o no…y eso nos acerca a  la lección de la aceptación, no solo del concepto  intelectual sino a la más cruda y real, la aceptación de todo lo que se presenta.

Muchas veces la aceptación no alcanza, o no podemos practicarla porque la impotencia de nuestro ego, disfrazando de amor el apego a las formas, nos ciega de ver la asombrosa perfección de la escena creada…nos parezca cruda o no, injusta o no, bella o dolorosa. Si vieran las posturas físicas que debo asumir muchas veces para escribir, sabrían que lo que les comparto, lo hago desde la experimentación de cuánto se resiste el yo a perder juventud, salud, posibilidades, etc.…y encima, debemos cargar con las apreciaciones poco compasivas de quienes creen saberlo todo que escriben artículos como…”si estás enfermo, algo estás haciendo mal”…o “el cuerpo refleja el alma” Nadie lo sabe…nadie puede saber sobre la misión de un alma. Ni qué decir de quienes pretenden que no vivamos un duelo cuando la forma física de un amado se desintegra, o cuando toda una cosecha se pierde. Sería mejor guardar un compasivo silencio…pues, aunque sepamos que todo es como tiene que ser y que no hay error en la trama, como humanos fragmentados la comprensión y el amor nos deberían llevar a no emitir juicios ni negativos, ni positivos, solo acompañar el momento, a corazón abierto y comenzando a transitar…LA ENTREGA. La nuestra y la de los procesos que vemos deshacerse a nuestro alrededor.

Entrega no es resignación…aunque si estás resignado, puedes entregarlo también. En la resignación nos sentimos abrumados y abatidos, en la entrega, nos abrimos con total fe a dejarlo todo en manos del Espíritu sabiendo que él o la Vida o como le llames, va a dirigirlo, como siempre lo hace, sin que tengamos que angustiarnos y recargar nuestra mente con tareas ciclópeas.

Hace  mucho, en este tiempo lineal, que tendríamos que haber decidido  soltar la carga en sus manos…aligerarnos…porque en realidad, la Vida es un misterio insondable para la mente, y nada sabemos, por más que lo supongamos o nos hayan programado con creencias, de qué se trata todo…tal vez por eso, escribo tan poco, y es que cuando más se transita, menos quiere uno sembrar en otras mentes individuales lo que solo es una creencia…lo único que no es creencia es lo que nos llega por experimentación, y aun así, la mente lo interpreta como puede.

Por eso, solo nos queda ante tanto aparente caos del clima, de las energías, de las emociones, pensamientos sensaciones, etc.…tomar el lugar del niño asombrado que nada sabe y entregarnos a la corriente eterna que por intuición percibimos como fuente de toda certeza. Esa entrega, nos puede conducir a abandonarnos a energías renovadoras que saben seguramente el propósito y destino de la existencia de cuanto percibimos y de lo que no percibimos.

La entrega necesita inexorablemente de FE y esa fe no siempre se basa en creencias, puede ser solo un soplo divino que nos roza el alma y nos apacigua, como los brazos maternos lo hacían al llegar a esta realidad. No digo que la entrega sea fácil…digo que en este ahora es la puerta que elijo más habitualmente trasponer, cuando puedo, para experimentar paz, alivio aún en la confusión y liviandad de cargas.

Todo depende de lo que concibas más allá de esta dualidad. Nadie puede entregarse por ti…nadie. Y aunque caminos como el advaita diga que en realidad no hay un yo para entregar, mientras experimentemos esta vida en cuerpos individuales, pasajeros sí, pero por el momento reales a nuestra experimentación, deberemos elegir una y otra vez si soltarnos a la corriente Una aún sin nada saber, o resistirnos a ella creándonos sufrimiento e impotencia.

Observemos cuan dulcemente todo en la naturaleza se entrega momento a momento a la disolución continua de lo que parece tan duradero…y hagamos la mejor elección que podamos.

Una de ellas, es entregarlo todo, sintiendo verdaderamente que es la opción presente que más nos unifica con la corriente en la que nos percibimos inmersos.

No se trata de entregarnos a “algo o alguien” …solo entregarnos a LO QUE ES…sea lo que sea.

Todo está relacionado…

SOLO EL AMOR ES REAL…

Y SI NO LO CREES O SIENTES…IGUAL PRUEBA ENTREGARLO

Tahíta

 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

NO ESCAPAMOS...OBSERVAMOS

 
UN TEXTO QUE ESCRIBÍ HACE MUCHOS AÑOS...Y SENTÍ COMPARTIRLO...MIENTRAS REORGANIZO MI NUEVA COMPUTADORA
 
 
 
NADIE PUEDE ESCAPAR A SUS ACCIONES:TAL ES EL DESIGNIO DEL KARMA...
 
Ésto que leyeron aquÍ arriba es el título de un artículo que me hizo sonreír.
Pues si eso le decimos a nuestro subconsciente, seguramente se lo creerá, y no podremos escapar del designio del karma, por eso tenemos que estar muy atentos a cuanto leemos y queremos compartir.Pásenlo por el triple cedazo, tamiz o colador ...ES CIERTO?...ES AMOROSO?...ES NECESARIO?
 
Si no cumple éstas condiciones, no lo tomes en cuenta. Pasemolos pues por esos cedazos...
 
ES CIERTO?...
 
No.
Primero, no necesitamos escapar de nuestras acciones. Si eso tratamos de hacer antes , es hora de enfrentarlas, observarlas, y transformarlas.
 
Segundo, el karma no es un designio...es una ley universal que por un tiempo más está teniendo validez como  instrumento de aprendizaje, mas sabemos que es una ley maleable, sutilmente modificable, flexible, y que está puesta justo para eso..PARA HACERNOS CARGO DE LO QUE CREAMOS Y CAMBIEMOS LA TRAMA.
A ésta altura ya sabemos que tratar de ocultar los aspectos de nuestra sombra hace que se alimente mas en el subconsciente y que resurja siempre con más poder, por lo tanto, es momento de lanzar fuera el miedo y aceptar que nuestra parte humana es un juego de errores y aciertos, en el cual los unos, son tan productivos como los otros.
 
Es más, el error te vuelve más profundo, el acierto, puede volverte más superfluo y engreído.
 
Ya no vale escapar de nada sino quitar los velos y darnos cuenta de la bendición y el don oculto que la consciencia deja al descubierto.
Si el karma es un designio, ni vale la pena la experimentación, pues todo está ...designado. Y aqui, lo que vale es quedarse en el juego lo necesario como para cambiar cuantas piezas puedas de lugar, hasta desarmar la partida inicial y dar vuelta el resultado, O APRENDER A ACVEPTARr.
O sea que el enunciado, ya no ha pasado el primer colador o cedazo...NO ES CIERTO.
 
ES AMOROSO?...
 
Al leerlo...¿cómo nos sentimos?...Si nos dió como una cachetada en pleno rostro, no es amoroso.
 
Si no nos hizo llenar de amor, de alegría, de compasión, o bondad y aumentó nuesta libertad....NO ES AMOROSO.
 
En mi caso, leí ese título y aún no he leído el contenido...pues el mismo título es limitante, condenatorio y dogmático.
Pues entonces...no ha pasaado por el segundo filtro ...NO ES AMOROSO.
No hace bien, no hace florecer la compasión ni eleva, no ayuda ni enriquece.
 
ES NECESARIO?...
 
No sé el fín de quien lo escribió, pero realmente, si no resuena como probablemente cierto, si no es amoroso ni eleva el Espritu, si no empodera o alegra, si no ayuda a llenarte de energías positivas...¿ES NECESARIO?
 
Conque fuera bello, poético, inspirador ...pues no importaría que no fuera científico, mas hacer una aseveración tan fuera de lo que necesitamos en éstos momentos de energías tan movilizadoras...NO ES NECESARIO
 
Este es el ejercicio cotidiano que tenemos que hacer antes de escribir, compartir, hablar, y aún PENSAR Y SENTIR...
 
ES VERDADERO O CIERTO?...ES AMOROSO?...ES NECESARIO?
 
Luego decidimos si actuar o dejar de hacer,si escribir o no, si hablar o callar, si pensar o abrir el corzón, si involucrar la emoción o mantenerlos firmes y neutrales...Cada caso es distinto y la guía indiscutible es nuestra parte pacificadora, consciente, despierta, sigilosa y a la vez inocente...que poco a poco va tomando el timón...ese que hasta el momento era llevado por el viento de la distracción, no de la entrega, por la tormenta de la reaccion del ego, no por la mano del Ser, por las olas de todo lo que ocultamos en la sombra, tratando de ESCAPAR de ella en lugar de ponernos a cargo de su iluminación...y claro, entonces terminamos creyendo en un DESIGNIO que solo es un racimo de lazos a desanudar y trascender.
 
Por eso...
NUNCA DEN SU PODER INTERIOR A LO QUE LEEN, CUANDO LO LEEN Y ESO LES CORTA LAS ALAS
 
LAS ALAS, EN ÉSTE CASO, NO SON PARA ESCAPAR...SON PARA VERLO TODO DESDE LA ALTURA,
 
SIN QUE TE LO CUENTEN DESDE ABAJO.
 
 
Tahíta

miércoles, 28 de octubre de 2020

No hacer nada

 



"Todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre para sentarse en silencio en una habitación solo".

Blas Pascal

 

Dentro de la vida meditativa, no hacer nada se puede experimentar como la quietud de la meditación sentada, como una forma de entrega mental, como actuar sin esfuerzo, una acción intuitiva, una receptividad abierta a las circunstancias en constante cambio, como una experiencia de completitud sin nada que hacer ni nada que buscar.

El arte de no hacer nada no es un estado pasivo; el término taoísta para el arte de no hacer nada es 'wei wu wei', que significa: ... la 'acción de la no acción', una forma de actuar sin intentar actuar. La acción ocurre por sí misma, espontáneamente, en lugar de ser artificial, es más directa y natural.

Los maestros zen de antaño hablarían de un movimiento no intencional inspirado por la "no-mente", una forma de ser que no está impulsada por pensamientos, sino iniciada por intuición espontánea.

Alan Watts describe este “no hacer nada” en su libro “Tao: The Watercourse Way” donde describe la situación de la persona común como alguien atrapado en un río, aferrado a la orilla del río. La persona promedio se mantiene prisionera agarrándose, agitándose en el barro alrededor de los bordes y tratando de escapar. Watts explica que no hacer nada es como soltar los bordes y, literalmente, dejarse llevar por el flujo del río.

Todo lo que se necesita para acceder a la 'no-mente' o 'wei wu wei' es dejarse llevar y seguir la corriente; recoger las velas y dejarse  llevar por el viento. En el arte de no hacer nada, no te aferras, sino que te mueves sin esfuerzo y sin problemas con la corriente. No se requiere ningún esfuerzo una vez que inicialmente has hecho el esfuerzo de soltarla orilla, pero en realidad, soltar no es "hacer" algo, es más como deshacer algo. Dejando ir lo logras todo. Como dice Lao Tse en el Tao Te Ching:

"No hago nada y, sin embargo, nada queda sin hacer".

Durante la meditación sentado, no hacer nada con tus pensamientos es una técnica poderosa. La meditación de la tranquilidad implica el desapego de los pensamientos, no seguir los pensamientos y tampoco alejarlos o luchar contra ellos. Dejar que los pensamientos sean, la habilidad de no hacer nada con los pensamientos y poder descansar naturalmente. A veces es 'simplemente sentarse', lo cual está bastante cerca de no hacer nada. Este solo sentarse no es un medio para un fin como querer lograr la iluminación, es la expresión de la comprensión de que la iluminación ya está aquí y no hay 'allí' al que llegar.

Si no puedes encontrar la iluminación justo donde estás, ¿dónde más esperas encontrarla

 La meditación es una de las raras ocasiones en las que no hacemos nada. De lo contrario, siempre estamos haciendo algo, siempre estamos pensando en algo, siempre estamos ocupados. Nos perdemos en millones de obsesiones y fijaciones. Pero al meditar, al no hacer nada, todas estas fijaciones se revelan y nuestras obsesiones naturalmente se deshacen.

No hacer nada es también una forma de conectarse íntimamente con todo, porque no hay resistencia a nada de lo que se experimenta. No hay agenda, nada que cambiar ni nada que hacer, simplemente receptividad abierta al ahora. No tener que cambiar nada para lograr la paz es el método poderoso de la meditación.

 Sin embargo, la acción puede existir dentro de la "no-acción", la quietud puede existir dentro del movimiento como el punto de equilibrio a partir del cual ocurre el movimiento. Eckhart Tolle describe dos tipos de acción en su libro Stillness Speaks: “una opera a través del pensamiento, la otra a través de la quietud. "

  Es precisamente este operar desde la quietud que es el arte de no hacer nada, el arte de la quietud en movimiento.

No hacer nada no es una situación estática, porque eso es imposible. Todo se mueve, incluida nuestra propia mente y cuerpo; No hacer nada significa fluir sin esfuerzo y en armonía con las interminables circunstancias de la vida con la flexibilidad de aceptar fluctuaciones constantes.

Rendirse al flujo impredecible de la vida trae consigo la capacidad de amar fácilmente al reconocer nuestra  conexión con todo lo que es. Por supuesto, esto no significa que nuestra  vida será perfecta de repente. Significa que podemos  encontrar gracia y libertad en cualquier situación porque el arte de no hacer nada es armonizador.

Una vez que "no hacemos nada" hábilmente, avanzamos por la vida sin esfuerzo y aprendemos a confiar en la práctica del no aferrarse. Esto nos permite mantener un estado natural de tranquilidad constante, meditativo, ya sea que la corriente del río sea tumultuosa o suave. La confianza en el fluir proviene de nuestra experiencia directa de no hacer nada y simplemente ser, descubierta en el silencio de la práctica de la meditación. Aquí es donde descubrimos la silenciosa "nada" interior que está realmente llena de amor, dicha y sabiduría.

No hay nada que hacer porque ya somos lo que buscamos. El maestro de meditación Chogyam Trungpa llama a esto descubrir nuestra 'bondad básica'. El arte de no hacer nada, entonces, es el arte de dejarnos llevar por el flujo de la bondad esencial.

 

Gracias.Gracias.Gracias

 

domingo, 25 de octubre de 2020

Verdad Interior…un vuelo por encima del Pensamiento

Nada que provenga de fuera aplaca nuestra sed interior, como se dijo ya hace más de veinte siglos.

Entonces… ¿para qué indagamos?

No para encontrar una doctrina o ideología que “nos salve”. Lo que tratamos es de despertar en cada uno de nosotros ese estado en que la conciencia puede ver por sí misma.

Es un impulso, un toque a despertar, sin reclamos de autoría ni de verdad. Lo importante es la visión a la que cada quien se va abriendo en el proceso.

Dentro de todo ser humano ya está la Verdad. En momentos de indagación y de contemplación podemos entrar en contacto con ella, pero no tenemos que conformarnos con contactarla de vez en cuando, sino aprender a vivir desde ese estado en todo momento, o lo más posible.

Y al vivir desde allí comenzamos a comprender lo que para la mente es incomprensible.

La contemplación no es un adorno, aunque en la vida superficial se considera que cada conocimiento o técnica aprendida suma a nuestra imagen personal.

No contemplamos para mejorar nuestra persona, sino para despertar a lo que realmente somos, sin adornos. La existencia personal no es real, por lo tanto, en lugar de perder tiempo tratando de mejorarla, dejamos de lado nuestras creencias para vivir desde un estado de consciencia más Real.

No nos proponemos metas ni objetivos, porque ello acarrearía a deseos que obstaculizarían el proceso. Cuando algo aparece, solo observamos lo que sucede, hasta que el silencio deshaga lo que consideramos erróneo. Solo ser conscientes de todo, sin antagonismos, sin lucha.

Si realmente quiero solucionar un problema propio o mundial, tengo que “tocar” mi verdadera realidad, y no significa que los demás se arreglen como puedan, sino que, cuando un ser humano tiene contacto con la Verdad, toda la humanidad es alcanzada por esa luz. Desde lo más profundo de nuestro Ser se crean nuevas vías, nuevas soluciones que a la vez gestan coherencia y armonía para todos en la Unidad que somos.

El desorden se crea desde el desequilibrio interior. Si viviéramos desde un lugar más consiente, el hermoso orden que observamos en la naturaleza se manifestaría en nuestras vidas y por extensión, en la de los demás. Buscar e imponer un orden externo, solo desarmoniza más todos los sistemas de vida, no solo en lo físico si en lo psicológico.

Tratando de aplicar teorías al nivel psíquico, solo creamos más caos.

La paz y la armonía surgen de dentro, y de la Unidad.

La Verdad, la armonía y la paz están ya dentro de cada uno. Viviendo desde ese estado de consciencia podemos contemplarla porque SOMOS ELLO…y tras contemplarlas comienzan a manifestarse en nuestras vidas.

Para que lo manifiesto se arregle, vayamos al origen, a la causa interna, a la indagación desinteresada y la contemplación.

Contemplemos la Verdad, y todo lo demás…” vendrá por añadidura”.

La Verdad es un estado interior, no la confundamos con nada pensado.

Para contactarla hay que silenciar el pensamiento aprendiendo a contemplar. Es un vuelo a lo desconocido. Un vuelo que comienza con un salto por sobre la lógica.

Todo ser humano que la contacta, como Jesús, Buda, etc…abre una ventana a la redención a toda la humanidad.

Cada ser humano tiene que abrirse a ese camino, con errores, con desvíos, con aciertos, , hasta manifestar lo Sagrado, porque en realidad somos imagen u holograma de esa Realidad Sagrada, girando dentro de otro holograma más grande, y ese dentro de otro…hasta llegar al  Infinito sagrado, que es LO QUE SOMOS.

En quietud y silencio, abrimos la visión y descubrimos con gozo, que “todo está bien”. A pesar de todos los dramas humanos, lo vemos desde otra perspectiva, desde la cual todo encaja…aunque volvamos una y otra vez a caer en la ilusión de la dualidad temporal, sabemos que apartando ese velo somos esa Conciencia pura que observa la pantalla de la entidad humana.

Con lucidez, vigilando y en silencio, apartémonos de esa pantalla, dejemos que la Luz nos atraviese y diluya lo falso, lo que vemos a través del pensamiento condicionado.

Ya vislumbramos que la Verdad no es un pensamiento, ni un concepto, sino un estado, la punta de una madeja que desarma toda la trama pensada, a través de la contemplación…hacia la Realidad Única.

Aunque cometamos cientos de errores e incurramos en desvíos innumerables…dentro nuestro está el alfa y el omega, el principio y el fin del vivir desde lo que REALMENTE SOMOS.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

Espacio-Tiempo Sagrado

El espacio sagrado es el espacio donde, en la medida de nuestras posibilidades, nos despojamos de aquello que nos mantiene separados. El espacio en el que podemos despojarnos de esas armaduras, que construimos con nuestros títulos, nuestras posesiones, nuestras opiniones y creencias variadas sobre nosotros mismos y el mundo.

En el espacio sagrado nos enfrentarnos a nosotros mismos y a los demás directamente “al borde de la mortalidad de todo”, como dijo la poeta estadounidense Margaret Gibson.

Al borde de la impermanencia, el límite de lo que sabemos, somos y podemos llegar a ser; el límite de lo imaginado e incluso de lo posible. Dejándolo todo atrás, nos colocamos en una nueva relación con la realidad. Actuamos, no de lo que sabemos sino de lo que intuimos que es verdad, con creciente amor y claridad y con cierto grado de entrega al núcleo de una vida humana conectada y encarnada.

La mayoría de nosotros (aunque no todos) experimentaremos lo sagrado en lugares que se autodenominan así, como Machu Picchu o Stonehenge, pero no en un casino o un centro comercial. Nuestra educación, nuestras creencias y nuestras costumbres dan forma a nuestra experiencia de lo sagrado. Sin embargo, no necesitamos ir a esos lugares para sentir la sacralidad, ya que no tiene una localización especial en el espacio- tiempo.

Un centro comercial o una calle concurrida son tan sagrados como una catedral, y una baratija de plástico tan valiosa como una reliquia o una piedra preciosa. Sin embargo, es difícil para nosotros ver esto, especialmente porque vivimos principalmente en sociedades que valoran lo material y lo desechable. Sin embargo, algo en nosotros anhela aquello que perdura. Las cosas van bien, pero no duran. Un mundo de usar y tirar no es un lugar satisfactorio para vivir. Por eso, algunos de nosotros continuamos orientándonos hacia lo sagrado —de hecho, lo co-creamos— para recordar lo que es demasiado fácil de olvidar. Algunos lo materializan en templos, los necesitan aun.

En un monasterio Zen, un practicante se para a la entrada del zendo (salón de meditación) y ofrece una reverencia antes de entrar al espacio. Es una forma de alinear el cuerpo, reunir la mente y decir: “Estoy aquí. Soy consciente y me estoy preparando para hacer algo diferente”

 Necesitamos espacio y tiempo para mirar, escuchar y sentir lo real. El bullicio y el ajetreo dificultan a algunos la Presencia consciente. No hay mejor manera de obstaculizar la experiencia de lo sagrado que correr de una tarea a otra. En cambio, entrar en lo sagrado requiere ralentización. Por eso el espacio sagrado es un estado de atención que involucra el tiempo, y lo llamamos espacio-tiempo.

"El sábado… es un santuario que construimos, un santuario en el tiempo”, dice el rabino Abraham Joshua Heschel sobre el día de descanso judío. Si el cristianismo tiene sus iglesias y catedrales, el budismo sus estupas y templos, el islam sus mezquitas y santuarios, el judaísmo tiene al Shabat como una catedral en el tiempo. Es un espacio, menos físico que psíquico, del griego psychikos para "del alma, espíritu o mente", que permite un giro deliberado hacia lo divino. Por un día a la semana, el tiempo se santifica porque cambia conscientemente la forma en que lo percibimos y por lo tanto lo utilizamos. Ubicado entre el encendido de las velas el viernes por la noche y la aparición de tres estrellas en el cielo el sábado por la noche, Shabat es un espacio para el recuerdo, o atención plena. Hay quienes aún necesitan esos espacios especiales y los consideran sagrados, pero se puede caer en el olvido de que todo espacio es sagrado si estamos en el aquí y ahora en Presencia y atención, fluyendo, rendidos a algo mayor que nos vive.

El Zen es la escuela que más abiertamente destaca la importancia del tiempo, animándonos a recordar que es pasajero y, por lo tanto, precioso. Paradójicamente, también apunta a la elasticidad, e incluso al infinito, del tiempo. “Diez mil años en un solo momento; un solo momento contiene diez mil años” es un dicho conocido de la colección de koan chinos.

 Siempre se resalta la importancia de la presencia en la experiencia del tiempo sagrado. 

Cuando nos sumergimos en un momento y lo encontramos en su talidad o plenitud, ya sea a través de la oración o la meditación, o mediante actividades más "mundanas" como lavar la ropa o tomar una taza de té, todo el tiempo se funde en un solo punto: ahora. Ya no hay pasado ni futuro, ni siquiera presente para enmarcar. Precisamente por eso, tomar una taza de té, remendar una prenda de vestir o cavar una zanja pueden considerarse actividades sagradas. En la realidad omnipresente del ahora, nada más es más importante que la actividad en la que estamos involucrados. De hecho, nada más existe en absoluto.

El tiempo sagrado es integral, no es lineal, sino circular.  Nicolás de Cusa, filósofo y místico alemán del siglo XV, dijo: "Dios es un círculo infinito cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia no está en ninguna parte". El Zen reconoce a su manera la verdad de las palabras de Cusa. Disuelve la frontera entre lo ordinario y lo sagrado, entre entonces y ahora, permitiendo que todas las cosas, todas las actividades, todos los seres entren en la circunferencia de lo real. 

Nada se mantiene separado. No queda nada fuera. Por tanto, todo es santo.

Considerar todos los sitios como espacio sagrado afecta nuestro cuerpo y nuestra mente.

Necesitamos estar dispuestos a renunciar a nuestro diálogo incesante para experimentar lo sagrado. Una mente o lengua ocupada genera estática, lo que nos impide sintonizarnos con la sacralidad.

Creo que todos nosotros, lo sepamos conscientemente o no, entendemos que, para estar en relación con lo sagrado, debemos estar dispuestos a quedarnos quietos y callados. Debemos estar dispuestos a ser, aunque solo sea por un corto tiempo, el silencio mismo.

Y no necesitamos de una creencia determinada ni de un lugar físico al que recurrir…aunque si las tenemos, podemos acudir a ellas y no somos menos o más que cualquier personaje humano.

A pocos kilómetros al norte de Ratnapura, Sri Lanka, hay una montaña sagrada llamada Sri Pada ("Pie Sagrado"). En su cima, un modesto santuario alberga una formación rocosa con una profunda hendidura en forma de pie. Los budistas creen que la impresión pertenece al Buda, quien dejó su huella en la cima de la montaña como una reliquia para que sus seguidores la veneren.  Cristianos y musulmanes también lo reclaman, diciendo que la huella pertenecía a Adán y que marca el lugar donde cayó del Paraíso a la Tierra.  Por su parte, los hindúes dicen que es el rastro del pie de Lord Shiva, quien se instaló en la montaña para arrojar su luz sobre el mundo. Por lo tanto, su nombre para la montaña es Shivanolipadam ("Pie de la luz de Shiva").

Aproximadamente 5.200 escalones de hormigón conducen a la cima de Sri Pada, y los peregrinos que pertenecen a estas diversas tradiciones religiosas y de todo el mundo los suben en filas apretadas, a menudo descalzos. Comenzando en medio de la noche, alcanzan la cima al amanecer.

Sobre el umbral del santuario, un cartel en inglés dice: "Silencio". Quizás sea solo una traducción defectuosa, pero no importa. Es demasiado perfecto corregirlo en lugar de poner:  Cállate.  Sri Pada insta a sus peregrinos, a dejar que este silencio sagrado les vuelva hacia sí mismos, al reino de lo real.

Una mente que descansa en el silencio está libre de divagaciones o incluso de pensamientos automatizados. Está concentrada y se siente cómoda. Para mí, este es realmente el núcleo de la meditación. En el espacio sagrado que es nuestro cuerpo-mente practicamos el silencio con la intención de permanecer en la realidad. Una vez más, no porque en otras ocasiones nuestro vivir no sea real, sino porque olvidamos que lo es. Nos perdemos en nuestras cabezas, en los demás, en nuestro trabajo, en esas cosas que nos protegerán del dolor de estar perdidos o simplemente del dolor de vivir. Por lo tanto, necesitamos espacios o momentos silenciosos que nos recuerden que, dado que nuestro centro está en todas partes y nuestra circunferencia en ninguna, no es posible que nos perdamos. 

Necesitamos un silencio profundo y duradero para recordar que no importa cuánto pensemos que nos hemos desviado, cuánto tiempo hemos vagado, nunca nos hemos ido de casa.

Sabiendo esto, podemos paramos en el borde mismo de lo que sabemos, en el umbral de un zendo o un santuario, una iglesia, una mezquita o un templo, y nos preparamos para entrar en el espacio sagrado. Tal vez coloquemos nuestras manos palma con palma en un gesto de reverencia y jurar permanecer en la realidad. Prometemos hacer algo con amor y claridad, a partir de la parte más profunda de nosotros, presente en todas partes y en ninguna parte.

Pero no dejemos nunca de recordar que todo sitio es sagrado dependiendo de nuestro estado consciente, y que en él el tiempo parece detenerse para clarificar que somos parte de ese Campo Infinito… un círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia es ilimitada.

Gracias. Gracias. Gracias.

Tahíta