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lunes, 27 de mayo de 2019

LO QUE ESCRIBO ES LO QUE NECESITO…LO QUE LEES ES LO QUE NECESITAS

Tahita siempre escribe lo que Lili necesita.

Lo que vendría a ser que desde partes que trascienden mis limitaciones humanas siempre  me llevan a escribir lo que  como humana tengo que priorizar.

Muchos pensarán que tengo todo claro o que soy un dechado de virtudes  y conocimiento…pues en el Campo de Infinitas posibilidades somos una sola energía  perfecta…en el recinto humano, somos un proceso en constante expansión que  tiende a auto completarse, integrarse y modifica al Campo, así como es modificado permanentemente.

Por lo tanto cuando indiscutiblemente surge el escribir sobre un tema…durante el transcurso del día o la semana…se me pone a prueba una y mil veces  para que ponga en práctica lo escrito…porque siempre lo que escribo me lleva a completar algo que aún tiene que ser llevado más y más a la completitud.

Si escribo sobre la Paciencia…seguramente la perderé muchas veces después…si escribo sobre la ira, me montaré en la misma, al menos que ya esté lo suficientemente atenta y presente como para saber que así será…y con cada cosa ASÍ ES.

De la misma forma, como nada es casual y compartimos la Mente Una…no me ha pasado nunca que tras escribir sobre un tema  muchos de los  comentarios o los mensajes que me envían no digan algo así…”Justo lo que necesitaba leer” o…“Muy oportuno” o…“Has dado en el clavo”.

Y es que vas a leer lo que estabas pidiendo aun inconscientemente leer y voy a escribir lo que acuerdo escribir en esa unicidad de consciencia en la cual todos nos retroalimentamos.

Por eso siempre les digo que  todos somos maestros de todos y a la vez somos aprendices de todos…aunque en última instancia no somos mas que resplandores de una única energía emergente de la Fuente, que crea y recrea a través nuestro.

Eso significa interSer…complementarnos en un cambiante proceso de vida que, al menos por estas dimensiones…nunca acaba. Lo que ocurra más allá de este proceso de interacción escapa a nuestra mente individual…así que solo podemos SENTIR esa eternidad que nos enhebra a todos, como cuentas de un collar en ciclos de expansión en los que somos muchos y a la vez UNO.

 

 

Y LAS BENDICIONES FLUYEN!

Tahìta

 

La Paciencia…un trabajo Interno

Llamando a las cosas por su nombre: la impaciencia es ira.

Expresar la ira puede ser adictivo. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar, hay un alivio inmediato, aunque a corto plazo, de la angustia que está detrás de la ira. 

Otra razón por la que la ira puede ser adictiva es que cuanto más a menudo nos permitimos caer en la impaciencia, el "hábito" se vuelve más arraigado. Aumenta la tolerancia a la sensación de rabia. Y cuando se desencadena, podemos pasar sin pensar, de una irritabilidad menor a una furia total con nuestros seres queridos.  Esta  tolerancia a expresar ira explica el hecho de que la violencia doméstica puede comenzar con comentarios despectivos y, con el tiempo, llegar a la agresión física.

Nuestras irritaciones diarias, juicios y errores que experimentamos en las relaciones pueden ser sutiles. Puede que ni siquiera reconozcamos que estamos siendo impacientes. Pero esas irritaciones menores pueden ser muy  destructivas.

Cuando todo va bien en nuestras relaciones, no hay problema. Pero entonces alguien nos hace esperar cuando estamos listos para irnos, o nos hace un comentario sarcástico, o habla sobre nosotros, o nos llama estúpido…y así comienza el encendernos.

Es un ciclo, primero la paz, luego alguien hace o no hace algo, el otro se siente insultado, crítico o asustado. Mientras podemos nos contenemos…hasta que estallamos y atacamos. El inevitable volcán emocional entra en erupción, dejando aún más heridas abiertas. Puede haber otro breve período de paz y luego el ciclo comienza de nuevo. Muy agotador. Lo sé por experiencia

Para salirnos de los interminables ciclos solo queda cultivar la antigua virtud de la paciencia.

¿Cuándo necesitamos paciencia?

  Cuando somos desafiados de una de dos maneras. O bien  obtenemos algo que no queremos  o  no obtenemos algo que queremos.  Ahí es cuando nuestros egos entran en juego. Con la impaciencia, llega la irritación por cosas que se mueven a un ritmo más lento de lo que queremos, o por presunta "incompetencia."

Estos desafíos nos hacen sentir más vulnerables, posiblemente con miedo, y tenemos una respuesta automática para protegernos que nos lleva con urgencia a tratar de que las cosas funcionen a nuestro modo o ritmo.

La paciencia es el proceso de volvernos hacia adentro y ponernos en contacto con esa carga que nos quema, directamente, para luego poder contactar también con la mansedumbre que también viven en nuestro interior.

Sin juicios, solo permanecer con esa carga incómoda. Solo estar con la incómoda sensación.

Lo que la paciencia es, entonces, es ponernos en contacto con el impulso emocional de HACER algo como reacción a lo que nos ha provocado. El impulso puede ser criticar, defendernos, comer en exceso, usar una sustancia o actividad para alejarnos de la energía incómoda de la ira.

Si es algo ciertamente difícil de llevar adelante… ¿por qué molestarnos en desarrollar la paciencia?

 Sentir  ira provoca dolor.

Una de las razones para trabajar sobre la ira de la impaciencia es que el hábito de la ira se vuelve cada vez más arraigado con el tiempo.  Cuanto más nos permitimos caer en ella, más se profundiza en nuestro inconsciente esa forma de actuar y luego sale directamente sin elección. Y a medida que envejecemos la irritabilidad solo aumenta

La agresión nos separa de los demás y bloquea nuestro acceso a la guía interior. Ya no estamos presentes para nosotros ni para los demás  porque nos llenamos de historias, enojos y resentimientos.

 Cuando podemos confiar en nosotros mismos para ser pacientes, nuestra autoestima y nuestra sensación de fuerza interior se elevan.

La práctica de la paciencia aumenta  nuestra compasión

Todos podemos trabajar para desarrollar más paciencia.  No nacemos con eso. 

 Y parece paradójico que el primer paso para aumentar la paciencia sea ponernos en contacto con lo opuesto a la paciencia: el enojo, la irritación, el  reproche, la  vergüenza. 

El dolor tiene sus propósitos. Nos empuja a encontrar soluciones.

Lo que sucede es que la mayoría de las veces  nos confundimos con las "soluciones" e intentamos cambiar a la otra persona, situación o lo que creemos está causando nuestra incomodidad. Pero el problema es que la causa de nuestro dolor no es lo externo, sino cómo lo interpreta nuestra mente. No importa cuán mala o buena sea la cosa externa, es nuestra mente la que se siente a gusto o disgusto. Nuestra mente es la causa de la incomodidad, no las circunstancias externas.

Así que la solución al dolor es un trabajo interno.

Aunque sea arduo y difícil, sí o sí, para contener el desencadenante mayor tendremos que poner atención a cuando comienza la irritación.

La mayoría de nosotros no nos damos cuenta realmente cuando sentimos sentimientos dolorosos sutiles. Y más difícil aún es reconocer que nos estamos resistiendo y llegar a saber a qué.

  Lo principal aquí es simplemente detener la historia….no seguir alimentando la ira e impaciencia con que si el otro está equivocado, o es imperdonable, etc.

Suele resultarme tratar de recordar lo bueno del otro, o pesar que es inocente, o está haciendo lo mejor que puede, o está abrumado. Lo mismo aplica cuando nos enojamos con nosotros mismos … considerar que podemos ser tolerantes con nuestros defectos e insuficiencias.

Imaginemos cómo nos sentiríamos si nunca estuviéramos apurados o heridos por la impaciencia de otra persona con nosotros. Y cómo nos sentiríamos si nunca (o casi nunca) nos mostráramos irritados o impacientes con alguien, ni con otros ni con nosotros mismos. 

¿Cómo se sentiría a nivel de la energía de nuestra familia, pueblo, país o planeta

Es algo realmente importante para poner en práctica.

¡Y LAS BENDICIONES FLUYEN!

Tahíta

Presentes

En este viaje de la Vida, es relevante tomarnos un tiempo para darnos cuenta que todo lo que ansiamos (tal vez un cuerpo más delgado, un padre más amable, un compañero diferente, etc.), no se compara con el anhelo de simplemente ser.

A pesar de que es una de las cosas que más profundamente cura a un ser humano, la mayoría de nosotros no sabe cómo Ser.

Hemos olvidado cómo Ser. Nuestras mentes suelen estar ocupadas planeando lo que va a suceder, volviendo continuamente a lo que sucedió y luchando con todo lo demás en el medio de ambas cosas.Sin darnos cuenta de que ESO que está en el medio, el presente, es el único ámbito en el que podemos SER.

Nos encanta adquirir y hacer, arreglar y lograr, alcanzar y averiguar. No hay nada malo en esto excepto cuando nos corta la asombrosa curación de simple Ser.

Tomémonos un momento, o tal vez incluso unos minutos, para permitirnos una larga y profunda respiración y simplemente ser.

Todos los millones de momentos de nuestra Vida nos han traído a este momento: el único momento que importa en nuestra vida entera. Estemos lo más presentes posible ahora.

Tal vez ni siquiera lo intentaste. O lo intentaste y tu mente tomó el control, hablando de lo aburrido que es, o de que no sabes cómo hacerlo o que no lo estás haciendo bien.

Tal vez sólo se desvió en una corriente de pensamientos.

Nuestros pensamientos ponen un velo entre nosotros y el momento vivo de nuestra vida. Cuando aprendes simplemente a ser, comienzas a descubrir momentos en los que tu mente, tu cuerpo y tu corazón están todos en el mismo lugar al mismo tiempo.

Cuanto más nos abramos a lo que está presente, dentro y alrededor de nosotros en este momento, más conectados nos volvemos, viviendo desde la Fuente dentro nuestro que tiene toda la claridad, paz, sabiduría y alegría que anhelamos.

Todos hemos estado tan lejos de nuestras vidas, perdidos en la actividad de nuestras mentes, que la mayoría de nosotros no sabemos cómo estar presentes para nosotros mismos.

No sabemos cómo estar presentes para la vida.

En nuestra desconexión de nosotros mismos y de nuestras vidas, muchas cosas se convierten en un sustituto de la alegría de Ser… como por ejemplo, creer que todo estará bien si encontramos el compañero perfecto, si obtenemos dinero para comprar el coche soñado, o si perdemos suficiente peso como para “caber” en la ropa de los años pasados.

Pero nada desde el exterior puede saciar nuestro anhelo más profundo.

Lo que realmente anhelamos es estar despiertos para la Vida y experimentar la alegría de estar en casa, dentro de nosotros.

Es importante entender que Ser no se trata de perder nuestro poder de actuar, ni de perder todo el control.

A pesar de que a primera vista parezca algo pasivo como estar a merced dela vida…en realidad se trata de un compromiso apasionado con la Vida TAL COMO LA VIDA ES AHORA.

Es vivir respondiendo en lugar de reaccionando.

Cultivar el Ser es estar muy activos y alertas, escuchando y aprendiendo de cada experiencia que llega.

Démonos permiso para comenzar por pequeñas cosas.

Permitámonos durante el día hacer una pausa, abriéndonos a una larga y lenta respiración y luego notemos la vida.

Observemos las formas, los sonidos, los colores, las sombras y la luz.

Observemos nuestro cuerpo, siendo curiosos acerca de las sensaciones que juegan en él ahora mismo.

Permitamos que la mente se interese en este momento. Este momento es diferente a cualquier otro momento de nuestra vida.

A pesar de que la mente probablemente tome el control rápidamente, incluso unos pocos segundos de estar realmente aquí para la vida es muy importante.

Cada tanto, encontremos nuestro camino fuera del laberinto de la mente, reiniciando una relación viva, curiosa y sincera con la vida.

Ella nos mostrará facetas inimaginables de las que aún somos inconscientes.

 

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

domingo, 19 de mayo de 2019

Esa veta negativa

Hemos desarrollado un hábito de supervivencia  que consiste en fijarnos en lo que está mal…primero y siempre.

 Lo peor es nuestro marcado sentido de indignidad. Habitualmente nos fijamos en lo que no logramos, aquello en lo que fracasamos o perdimos: en nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestra apariencia, nuestro estado de ánimo y comportamientos. 

Y después lo trasladamos y nos fijamos en las faltas de los demás, en cómo otras personas nos están decepcionando, en cómo están equivocadas o son malas y deberían ser diferentes.

 Ya sea que nos estemos enfocando hacia adentro o hacia afuera: estamos creando un enemigo.

Si bien ese sesgo de negatividad es parte  de nuestro aparato de supervivencia, cuando domina nuestra vida diaria, perdemos el acceso a las partes  de nuestro cerebro que contribuyen a los sentimientos de conexión y empatía.

 ¿Qué nos ayudara a atemperar esa negatividad? 

Lo primero que podemos hacer es tener en cuenta y observar nuestra vulnerabilidad, empezando por nosotros mismos. Cuando nos estamos culpando podemos preguntar: "¿Qué está pasando realmente por debajo de esto? ¿Qué me ha impulsado a comportarme de esta manera? Generalmente encontramos que temíamos no ser lo suficientemente buenos para algo y ese miedo nos llevó a actuar exactamente como no queríamos actuar. O tal vez buscábamos aprobación por inseguridad, y por eso terminamos no actuando con integridad. 

Cuando logramos comprendernos, naturalmente podemos salirnos de la culpa y la autocompasión.

Si estamos viendo lo negativo en los otros, primero, tenemos que haber logrado ser amorosos ante nuestra vulnerabilidad…luego tratamos de comprender la del otro, sabiendo que al igual que nosotros, la otra persona puede seguramente estar atrapada en su propio sentido de inseguridad, insuficiencia, confusión. Si podemos ver que también sufre, nos reconectamos al  amor y la compasión.

Cuando surge la compasión, el siguiente paso es expresarla. Si estamos trabajando en la autocompasión, observaremos  la parte vulnerable de nosotros mismos para sentir lo que más necesitamos. ¿Es perdón? ¿Aceptación? ¿Seguridad? ¿Amor? Luego, desde el lugar más sabio y amoroso de nuestro ser, tratemos de ofrecernos internamente eso que más necesitamos. Suelo por ejemplo poner ambas manos sobre mi corazón y decirme…”Te acepto, estoy presente”…podemos hacer lo mismo con “te perdono”, o “te amo” o lo que sintamos necesario en un momento dado.

En cuanto a la compasión por los demás, es poderoso y sanador comunicar que  reconocemos su propia vulnerabilidad. Todos sabemos que cuando estamos con alguien a quien amamos, si en realidad decimos en voz alta las palabras "Te amo", esto lleva al amor a un nuevo nivel. Si queremos  revertir la negatividad que sentimos por alguien, ya sea a través de una oración mental  o en persona, ofrezcámosle un mensaje de comprensión y amabilidad.

Nuestro cerebro tiene una red de compasión que incluye neuronas espejo que nos permiten registrar cómo siente otra persona. Podemos percibir que los demás quieren sentirse amados, que quieran sentirse seguros y felices. Pero a menos que nos tomemos un tiempo para hacer una pausa y escuchar al otro, aunque piense diferente, no nos comprometeremos automáticamente con esa parte del cerebro. 

Con los más cercanos, podemos abrirnos en comunicación consciente. Un par de veces a la semana, por ejemplo, podemos hacer una comunicación diferente con la persona que convive con nosotros…una pareja, hijo, madre, amigo cercano. Se trata de una especie de meditación juntos con un breve período de silencio luego del cual se reflexiona sobre ciertas preguntas, como "¿Por qué estás agradecido en este momento?" Y "¿Qué es difícil para ti?"  También podemos preguntar:" ¿Hay algo entre nosotros que se interponga en el camino de un flujo abierto y amoroso? ". La otra persona escucha con amabilidad, aceptando la presencia, y cada uno de nosotros llega a nombrar lo que estamos experimentando.  Es un importante trabajo de curación.

¿Qué pasa con aquellos que no están dispuestos a conversar o meditar con nosotros? Afortunadamente, podemos saber que nuestra capacidad para sentir la conexión no está determinada por su capacidad para conectarse con nosotros. Por supuesto, es más fácil sentirlo cuando hay reciprocidad, pero aun así podemos ofrecer bondad desde nuestros corazones, y las investigaciones demuestran que esta atención amorosa despierta la parte de nuestro cerebro que siente compasión. Es posible hacer esto en cada situación, con cada persona que conocemos. Si no podemos frente a frente la imaginamos en nuestra mente frente nuestro y nos reconectamos preguntando, aunque no recibamos la respuesta…esa reconexión compasiva hará el resto.

Es natural que frente al dolor, la injusticia, el engaño y la deshonestidad, sintamos una gama de emociones, como miedo, disgusto o ira. Ese rasgo de negatividad puede hacer que estemos en guerra con nosotros mismos y con los demás "allá afuera".

Es importante que hagamos una pausa, estemos presentes con nosotros mismos y con los demás, y nos abramos completamente a los sentimientos que surgen. Cuando honramos y escuchamos esos sentimientos, podemos hacer hincapié en nuestra vulnerabilidad humana y en el cuidado que realmente todos necesitamos de esa  esencia que nos conecta.

 Entonces es posible responder a todo lo que llega con nuestros corazones. 

Tengo una breve oración muy simple a la que acudo cada mañana y en cada oportunidad en que la necesito: "Enséñame la bondad"

 Cuando me muevo a lo largo del día  y encuentro desafíos y personas desafiantes y difíciles de enfrentar…vuelvo a recordar su vulnerabilidad, que es la mía, y puedo sentir que esos espacios que nos separan se llenan de comprensión, amor…PRESENCIA.

"Enséñame la bondad"

 

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta

 

 

Presencia

Somos humanos.

Estas dos palabras no solo describen  quiénes somos como miembros de una especie, sino que en profundidad hablan de la doble naturaleza de nuestra identidad. Somos humanos en el nivel de la forma, o sea en lo referido a nuestro cuerpo-mente, el yo condicionado .Este yo llega con una genética determinada, pero que no nos condiciona absolutamente, y es en parte limitado por el medio Ambiente y otras influencias energéticas.

Por otro lado, el Ser es la esencia de quienes somos como consciencia eterna, atemporal, incondicionada y sin forma.

Pero en última instancia, Humano y Ser no son dos aspectos separados. Humano es la ola, Ser es el Océano en el que ella se manifiesta…ambos surgen de la Fuente. Al igual que la Luz fluye del sol, el Ser fluye de la Fuente, solo que la Fuente, a diferencia del sol, no existe en el espacio ni en el tiempo. Siempre hay que recordar que nuestra conciencia emana de la Fuente, por lo que NUNCA podemos estar separados de ella. Tal como un rayo de sol no puede estar separado del sol.

Lo que emana de la Fuente impregna todo el Cosmos, o sea la totalidad de la dimensión del espacio-tiempo en la que los humanos vivimos…y es la inteligencia que subyace y que guía la evolución de lo que percibimos como universo físico…un universo que no fue creado en el pasado sino que está en un proceso de creación continua, del cual participamos, como SER y como HUMANOS. De allí la importancia de la atención y vigilancia que  podemos aportar siendo más y más conscientes, o, como suele llamarse…Despertando.

Solo que es difícil decir qué significa despertar, porque algunos consideran que hacerlo es salirse de una religión y entrar a un grupo espiritual, o leer muchos libros sobre la tan mentada “espiritualidad”, o seguir un gurú o distintas reglas…y esos son solo artilugios que el Ser utiliza para que el humano se torne más consciente y despierte al reino interior que es suyo y del cual quiere siempre escapar, sea por deseos y ocupaciones materiales como por aspiraciones espirituales que lo encajan sin dejarle fluir en libertad.

Detrás del proceso evolutivo hay una dirección y un propósito concretos, aunque poco sepamos de él.  Lo que sí podemos afirmar es que el impulso detrás de todo este proceso  tiene como fin el aumento de la consciencia. El universo tiende a ser cada vez más consciente, y el propósito principal de la vida de todos los seres humanos es entrar en sintonía con ese propósito Universal.

Por supuesto desde fuera de las limitaciones humanas, TODO LO QUE EXISTE ESTÁ YA EN SINTONÍA CON ÉL…aunque parezca lo contrario. Lo está a un nivel inconsciente… y lo que resta es…ENTRAR EN SINTONÍA CON EL PROPÓSITO UNIVERSAL DE FORMA CONSCIENTE…lo que constituye un Salto evolutivo que muchos estamos asumiendo.

Sin embargo, nos embrollamos mucho cuando tratamos de saber qué significa para los seres humanos en la presente etapa “hacernos más conscientes” o “despertar”.

Si tuviera que definirlo en pocas palabras sería…DES-IDENTIFCARNOS DEL PENSAMIENTO.

Cuando nos damos cuenta de que esa voz que habla constantemente en nuestras cabezas no somos nosotros, entonces comenzamos a despertar…ha comenzado a apuntar una nueva dimensión de consciencia a la que podemos llamar “estado despierto”, a la que  yo llamo, porque la sola palabra me  reconecta…”PRESENCIA”.

Entonces, no es que caigamos por debajo del pensamiento como los seres más inconscientes o los animales, sino que nos elevamos por encima de él…primero nos volvemos totalmente entes mentales y después soltamos esa dimensión para trascenderla y volvernos más YO pero en otra dimensión de consciencia…nos volvemos más PRESENCIA.

Ahora podemos usar los pensamientos en lugar de ser usado por ellos. Nuestro sentido del yo pasa de identificarse con nuestras historias y posiciones mentales a basarse en PRESENCIA…y nos volvemos más y más conscientes del Ser que subyace detrás de nuestro Humano.

En ésta época de crisis de distinta índole, que seguramente son creadas por nuestro Ser para que más y más despierten, podemos estar seguros de que todos los que nos parecen obstáculos son portales para anclarnos a LA PRESENCIA.

Lo esencial es no lo que ocurra. Trabajo esencialmente en modificar la manera en que respondo a lo que llega, porque nuestra vida no está determinada por lo que nos sucede, sino por nuestras respuestas…y es un arduo trabajo. Y más arduo aún, no aumentar con nuestras reacciones el inconsciente colectivo que se manifiesta en los medios de comunicación y en la sociedad en general, sino llevar la luz de la consciencia a todos con quienes nos encontremos, a todos los problemas que debamos afrontar… ¡a todos nuestros mensajes en Facebook!

 

La vida siempre te acerca lo que necesitas…y ahora te ha acercado este artículo por algún motivo.

Acéptalo como recordatorio del poder de tu PRESENCIA como catalizador de cambio.

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta.

Detenerse, reconectar, Integrar...para seguir adelante

Pisamos el acelerador. Vamos a cien por hora. Nos apresuramos

Entonces, el agotamiento se cuela. Y con el agotamiento, la imposibilidad de seguir conectados a la fuente mayor de energía, por lo que nos estresamos más y más.

Comienza sutilmente con un toque de fatiga y un poco de irritación.

No le prestamos atención. Seguimos adelante. 

 Con el tiempo, si no disminuimos la velocidad, el estrés se extiende a otras áreas de nuestra vida. La salud sufre. Las relaciones se desgastan. 

Nos desconectamos.

Para empeorar las cosas, sabemos que somos seres espirituales con un cuerpo humano. Sabemos que no somos nuestra mente pequeña y separada del flujo. Comenzamos a cuestionar el camino, nuestros hábitos y aspiraciones. Surge la culpa. 

Si esto te suena familiar, no estás solo. La mayoría de nosotros lo hemos sentido

Independientemente de nuestro género y orientación sexual, cada uno de nosotros es la unión de las energías femeninas y masculinas. Lo femenino gobierna la intuición, mientras que lo masculino gobierna sobre la lógica y la acción.

Nuestro nivel más alto de creatividad y productividad proviene del despertar  y la incorporación  tanto los aspectos femeninos como los masculinos.

Viviendo en un mundo basado en la energía masculina en la que hemos sido condicionados para competir, apresurarnos y trabajar duro para lograr grandes resultados, la energía masculina gobernó la forma en que trabajamos. Eso nos agota.

A pesar de una práctica diaria de meditación, probablemente terminamos con problemas de salud o en un estado de estrés y ansiedad.

Hasta que nos damos cuenta de que, viviendo en un universo de polaridad de yin y yang, energía y materia, ser y hacer, este viaje no se trata de rechazar ninguna parte de lo que somos.

La solución es, y siempre será, la unión y la integridad restaurada en nuestro interior.

Si estamos luchando entre la ambición y la espiritualidad, el ajetreo y la rendición, la mente y el corazón, sí o sí nos daremos cuenta de que hay que detenernos y tratar de integrar las energías dentro.

Parte de jugar el juego de la vida consiste en trascender la ilusión de separación y restaurar la totalidad y la soberanía interna, en otras palabras, significa liberarnos de la vergüenza y la culpa de quiénes debemos ser y abrazar cada parte de lo que somos.

Como especie, tenemos ideas ridículas de quiénes deberíamos ser, lo que resulta en toneladas de personas infelices en la tierra que viven con baja autoestima y dudas. Según algunas expectativas sociales derivadas de creencias limitantes que están profundamente arraigadas en la psique colectiva, deberíamos ser más ricos, más pobres, más gordos, más delgados, más productivos, más desapegados, etc.

Solía ​​rechazar partes de mí con el fin de cumplir con una cierta imagen de lo que creía que debería haber sido. Sentía incomodidad por el dinero por temor a ser juzgada. Rechazaba mis aspiraciones creyendo que no era espiritual tenerlas. Pasaba por alto la ira porque pensaba que no era espiritual sentir ira y había que combatirla.

Finalmente, el dolor de vivir como una versión no auténtica de mí misma fue demasiado para soportarlo. Cuando finalmente me di cuenta de que el secreto de la vida es integrar, celebrar y expresar todas las partes de nosotros, la belleza y la rabia, la luz y la sombra, pude expresar y dejar manifestarse y salir todo lo que sentía sin vergüenza de ser juzgada ni culpa.

Al final, nuestra mayor realización no proviene del auto-rechazo, la privación y la negación. Viene de nuestra totalidad, de la expresión de nuestra esencia única y de la expansión.

Todo en nosotros es sagrado. Esto incluye nuestra ambición, obtención de dinero, placer, la aspiración de conexión espiritual, e incluso nuestros miedos y sombras. 

Todo es sagrado.

 Esta existencia es sagrada.

Es hora de que aceptemos e integremos todos los aspectos de quiénes somos y nos permitamos esta expresión única Divina desde una visión más elevada. Sin rechazar nada.

Si estamos luchando por el equilibrio, observemos honestamente lo que estamos rechazando. ¿Es tiempo de conectarnos más con nuestro cuerpo? ¿Tiempo de honrar los deseos de nuestro corazón, sin importar cuán ilógicos nos parezcan?

Nuestra vida se eleva si integramos cuerpo, mente y espíritu

Somos seres de energía rodeados de energía, de esta sustancia creadora infinita de todo lo que hay. Cuando nuestra energía, intencional o involuntariamente, está mayormente comprometida con lo que tenemos delante (problemas, tareas, presión límite, etc.), en realidad estamos transmitiendo una energía de estrés y lucha hacia el universo.

Esta es la explicación simple del fenómeno común llamado estrés que crea más estrés. Esto también responde a la famosa cita de Einstein que es,

“No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos ".

Para poder resolver un problema en particular, primero hay que tomar conciencia de cambiar intencionalmente la frecuencia energética para llegar a la solución. 

Para mí, significa comprometerme a conectarme con algo sagrado todos los días.

Podemos estar en casa en multitud de tareas, o en el trabajo o en el tráfico…y aún así podemos detenernos y observar una flor, aunque sea en un vaso, o un pájaro, o una imagen inspiradora que nos reconecte.

Encuentro que reconectarme con la naturaleza es conectarme con lo sagrado, incluso si la naturaleza está en una pequeña maceta. La naturaleza no lucha, pero siempre florece en su máxima expresión.

Para otros lo sagrado puede percibirse de manera completamente diferente.

Sea lo que sea, permitámonos, incluso por un momento, salir del Hacer, y relajarnos en el Ser.

Conectemos con nuestro Ser todos los días y permitamos que la energía de la reconexión nos brinde nueva fuerza y poder para seguir adelante.

En mi caso era la reina de la multitarea hasta que llegué al punto de agotarme seriamente por hacer una y mil cosas, a la vez y perfectamente, claro.

La multitarea no funciona. Peor aún, nos abruma.

A la larga, nos quedamos sin reservas. Nos desconectamos. 

 El antídoto es recordar el secreto de la co-creación con nuestro ser superior.

Aquí está el secreto: nunca estamos solos en lo que hacemos, por lo que paso a paso podemos sin agotarnos tomarnos las tareas con calma sabiendo que somos asistidos.

Todo lo que hemos creado ha sido una co-creación con lo divino, y lo divino no está fuera nuestro, claro. La clave para crear con nuestro poder más alto radica en tomar conciencia de ello, aprender a activar el interruptor para sintonizar con este poder e interpretar su voz, sus señales y toques…a lo que llamamos intuición

Vivimos en un mundo que se enfoca demasiado en hacer, y no lo suficiente en rendirse porque la mayoría de las personas no entienden el verdadero significado de rendirse.

La rendición no es un estado pasivo. Es la gracia de estar profundamente conectado con nuestra naturaleza multidimensional, nuestra guía superior y nuestra fuente de poder.

Esto va más allá del trabajo mental.

 Como co-creadores somos siempre invitados a participar de una danza de rendición activa, flujo intencional, integración de todos nuestros aspectos y acción coherente.

Flujo, Integridad y Poder Creativo Infinito.

 

¡Y las bendiciones fluyen!

Tahíta