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domingo, 31 de mayo de 2020

Invitación al Zen





Dicen que el Zen que puede explicarse, no es Zen, sin embargo, para mí el Zen es una actitud más allá de cualquier creencia o religión, un modo de vida en el que se abrazan la no dualidad con la vida cotidiana, en presencia.

Es complicado explicarlo, pero…

Zen es ser normal, ser cotidiano. La práctica del Zen es la práctica de lo ordinario, aceptar que el Universo se encierra en una brizna de hierba, en un grano de arena, en una gota de agua. Aplica aquí el dicho de Thich Nha Than:

“De igual forma que un árbol es árbol, una persona debería ser persona. Si una persona es verdaderamente persona, viviendo feliz, sonriente, entonces todos nosotros, todo el mundo, se beneficiará de esta persona. Una persona no tiene que hacer un montón de cosas para salvar el mundo. Una persona ha de ser una persona”

Zen es Presencia, es estar aquí, realmente aquí, sin justificación, ni nada que explique el hecho de ser, sin perderse el hecho de ser y estar aquí. Es mostrar lo que somos en cada momento, no esforzadamente, sino simplemente ser, manifestarse.

Zen es pregunta, indagación profunda, que marca la cualidad del involucrarse, de fundirse con la vida. Es pregunta que no tiene respuesta mental, es vida en proceso, sin encasillar, que nos lleva a un interés sincero, no condicionado, por lo que pasa.

Zen es Wu – Wei, dejar hacer, practicar la preciosa gratuidad y espontaneidad de realizar lo que toca y luego dejarlo, dejar que las cosas sean, no resistirse al flujo, vivir desde la sencillez, la flexibilidad y la tolerancia del que no es dueño de la vida, sino que es vida en sí misma. Es la libertad de no poseer, de no esperar, y al tiempo hacer lo que toca, no haciendo nada. Es la belleza de dejar que las cosas sean.

Zen es vida gozosa, contemplar y gozar del universo recreándose a sí mismo, es abrazar las cosas y los seres, es contemplarse a uno mismo desde el amor, la tolerancia y el no juicio, es compartir con todos la presencia vital, aun en el dolor, aun en el drama. Zen es reír y es llorar.

 Zen es la sutileza del espíritu. Es seguir el camino de los acontecimientos con gracia y gratitud, aceptar el cambio y saber morir en gracia, como parte del vivir.

 Zen es libertad. Es la liberación de los apegos, la superación del ego-ismo, es no acepción de personas. Es ser libre de pérdidas y ganancias. Es coherencia, ecuanimidad y despertar cotidiano.

Zen es sencillez, simplicidadHaceos como niños, decía un maestro. Es cultivar la simplicidad de vivir en lo concreto, en lo ordinario, abandonando preocupaciones del pasado y expectativas del futuro.

Zen es la aceptación natural, gozosa, de la propia muerte, la propia desaparición. Es vivir muriendo, esto es abandonando, soltando, vaciándose de todo agarre a la vida separada. Es sentir que la Unicidad implica la desaparición individual, y gozar al contemplar ese Uno que somos, cuando dejamos de creer ser este ser individual que aparentamos.

Zen es la belleza de nuestra existencia limitada e imperfecta, que fluye sin resistencia. Acepto aun consciente de la Unidad de todo, ser persona, acepto ser forma concreta con toda su imperfección aparente. Es sabiduría profunda enriquecida con experiencia, produciendo una belleza espiritual que logra amor por la vida, sin apego a los deseos alocados del ego.

Zen es, en síntesis, Annata, no-yo; es Anytia, impermanencia; es Wu-Wei, dejar hacer y ser; es Brahma Vihara, no juicio, prejuicio ni elección frente a personas.

 Es no-dos, pues Todo es Uno.

Pero…el zen solo puede entenderse adecuadamente a través de la experiencia directa, por lo tanto, cada quien recibe la invitación a vivirlo, sin atarse a ningún preconcepto o creencia.

Gracias. Gracias. Gracias.

Tahíta 



viernes, 29 de mayo de 2020

El temor a las enseñanzas de la No dualidad…y el desvío

Cuando comencé a leer textos de No Dualidad (no dos), los dejaba de lado espantada. Lo mismo me ocurrió con Un Curso de Milagros, que hoy para mí es de lectura diaria.

¿Por qué?

Bueno, para quienes nos considerábamos buscadores espirituales o “espirituales” en sí (qué fatuo suena hoy) …que nos digan que no somos nada, que el mundo es un holograma o una ilusión, que no existimos sino como pensamientos en la mente de Dios, que todo existe solo en esa Mente, y que individualmente no existimos como reales, ni para Dios, (Consciencia Infinita) ni para los auxiliares que nos creamos (maestros ascendidos, ángeles, extraterrestres súper evolucionados, etc.) …SONABA ATERRADOR.

Pero avanzando más, me di cuenta de que esa posibilidad, que se fue transformando en la única explicación coherente dela existencia tal como la concebimos, es realmente liberadora, no aterradora.

Tenemos tanto miedo a dejar de ser un “yo “individual, que no consideramos la dicha de poder acceder ilimitadamente a esa unicidad en la que todo es conocido, posible, accesible y completo. Miedo a la completitud sin ego.

Y allí llegamos a la única parte de nuestro sistema que puede ser origen del miedo a no ser. Porque es una construcción individual, limitada y perecedera que sabe que solo existe en el tiempo mental e irreal que nos construimos en el esquema: pasado- presente-futuro, que en la inmensidad del Ser no existe…porque solo hay un eterno Ahora que nada sabe de ego, de tiempo y de yoes.

Y eso, no es de temer, sino de celebrar…no cargar con una identidad separada de la consciencia única, llena de historias de gozo-dolor, amor-odio, salud-enfermedad…y poder liberarnos siendo NADIE.

Alguien…se enojó mucho cuando publiqué hace poco un hermoso artículo de - Anam Thubten titulado “No somos nadie”. Claro. ¿cómo alguien puede desear ser nadie? El problema es que seguimos considerándonos separados de la Fuente, del Espíritu en el que nos movemos vivimos y tenemos el SER…no como yo individual, sino como consciencia liberada con acceso a infinitas posibilidades.

Esa Consciencia se manifiesta temporalmente, por alguna causa, en infinitas formas y cuerpos-mente que decimos en la No Dualidad que NO SON REALES…pero decir eso, no quiere decir que no existan…quiere decir, que son irreales, porque en la corriente irreal del tiempo, en algún momento no existen, o sea, no son formas eternas: Vuelven al VACÍO.

Y he aquí otro concepto que produce mucho miedo…VACÍO…” ¡Dios, me disolveré dejando de ser, de existir! ...y dejamos de lado la más poderosa cualidad de ese Vacío, que es la POTENCIALIDAD PURA…desde la cual todo se crea y recrea infinitamente…Por lo tanto, en ese Vacío vivimos recreando vida infinitamente, sin dejar de SER, sin dejar de VIVIR.

Entonces, podemos descansar tranquilos, aún en la parte manifiesta de esa Consciencia que se disfraza de innumerables formas…descansar jugando el juego de la dualidad, mas sintiendo que LO QUE ES, es eterno, liberado, completo verdadero, REAL.

¿El Mundo existe?... en este tiempo y forma, sí, mas no en la Eternidad.

¿Existen seres separados, yo y los otros? ...en este sueño temporal…sí, pero esa ilusión se disolverá en el Uno, en el que eternamente la Vida ES.

Todo este re-conocimiento debe llenarnos de gozo y hacer que pongamos siempre en perspectiva la Vida Eterna por sobre las historias que creamos encarnadas en el ego.

¿Esto quiere decir que no demos importancia a nada de lo que hacemos en este sueño o puesta en escena? ...No…esa creencia o perspectiva es el desvío más peligroso que nos hemos creado. A causa de ese desvío, muchos han caído en pensar que nada importa, en la indiferencia, la falta de compasión, la inercia, la apatía, el desamor y hasta el desprecio a las manifestaciones físicas, que, al fin y al cabo, son tan santas como las llamadas espirituales…pues el Espíritu es omniabarcante y nada es fuera de él.

Somos manifestación Divina, aun el ego lo es, por lo tanto, mientras estemos en este sueño terrenal, tenemos que manifestar la cualidad esencial Divina, que es el Amor.

SOLO EL AMOR ES REAL

Y este es el pegamento que mantiene unidos esos dos mundos en los que vivimos, el no dual, eterno, inalterable, infinito…y el dual, temporal, más limitado, cambiante…pero manifestación divina al fin.

Por lo tanto, el amoroso equilibrio a lograr consiste en ser el director y el personaje de la vida pequeña, siendo conscientes de ello, eligiendo a cada instante, como en una encrucijada, tomar el camino del Amor, que une al creador con lo creado, al observador con lo observado, al sueño con el soñador del sueño…desdoblados en miríadas de formas, pero UNO al fin.

Así, podemos seguir amando la vida, y vivir en la aceptación, la paz y la perspicacia que nos lleva a dejarnos guiar por el NO DOS…que guarda todas las respuestas…la Vida Una.

 

Gracias. Gracias. Gracias.

Tahíta

 

sábado, 23 de mayo de 2020

Bendiciones…sobran


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Cuando digo que las bendiciones sobran…no es que estén de más, como muchos interpretan la frase. De hecho, cuando alguien que nos “lastima” nos pide disculpas, solemos decir “las disculpas sobran” …dándole a entender que no le disculpamos, que ante un hecho que consideramos “hiriente”, está de más disculparse por el “daño” que causó el mismo.

No es este el caso.

 Hoy salí a caminar por la sierra como todos los días. Hermosamente la tierra cubierta por las hojas que el otoño desenhebra de los árboles, con un viento fresco arrebatándome el sombrero de tanto en tanto, con un sol dador de caricias al que por supuesto recibo, como al viento, sin barbijo ni protocolos.

Subiendo la cuesta, con Lola y Lila corriendo libres ente piedras y hojas, me encontré con una pareja que vive mucho más en lo alto, en el paraje llamado “Ojo de Agua”, tras el pequeño templo Zen. Una vez a la semana descienden al pueblo por víveres. Las perras se lanzaron hacía ellos para lamerlos y demostrarle cariño, como hacen cuando perciben una recíproca aceptación energética…ellos las abrazaron, y el hombre, con barba tipo nazarena y mucha dulzura en los ojos y la voz me saludó llevando la mano a su sombrero, pariente del mío, y me regaló un…: Bendiciones!

-Son las que nos sobran! -me animé a contestar.

-Así es…abundan- replicó.

Y supe que no me había equivocado al decirlo, pues sabía que ellos interpretarían esas palabras adecuadamente.

Por lo general, cuando camino las calles hacia el pueblo, en lugares de más movimiento y energías entremezcladas me cuido de expresarme así. Y es que experimentando mi observación, cuando le decía a la gente “Bendiciones” …algunas veces me miraban extrañados, otras sonreían como pensando “¿A qué bendiciones se referirá’”...y la mayoría de la gente se detenía reflejando mucho temor en los rostros, diciendo  “Sí, es lo que más necesitamos con todo esto que nos pasa!!!

¿Qué nos pasa?

Cambiamos el amor por el miedo, la aceptación por la lucha y el rechazo, la paz por la preocupación, la fe por la duda multifacética, la realidad por la creencia, el aire por el “tapa boca” …que bien puesto tiene su nombre, la naturalidad por el protocolo, y el intercambio energético por la “distancia social”.

Pero…si decimos que eso “nos pasa” …quiere decir que PASA…y hay que pasarlo, trascenderlo…aunque dure mil años.

Y las Bendiciones, que abundan, están siempre al alcance de quien sabe percibir ese trasfondo de gracia del cuan nunca salimos y que inter- es …con nosotros, que también InterSomos.

Y en ese InteSer, en el que somos un campo de energía unificado y con infinitas posibilidades…TODO ES DIVINO, SANTO Y BENDITO.

Las Bendiciones…SOBRAN, se derraman por debajo y por encima de los aparentes dramas en los que nuestros personajes temporales suelen olvidarse de su SEIDAD y dejan de percibirse a la Luz de lo que es REAL.

EN LO REAL…

¡LAS BENDICIONES SON!

Tahíta



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sábado, 9 de mayo de 2020

El servicio como Respuesta

Específicamente, quiero considerar la intersección de Un curso de milagros, la ayuda a los demás y la salvación. 

Donde nos encontremos, podemos conocer una paz interior que no puede ser perturbada por ninguna crisis externa.

Aunque el Curso no distingue entre grandes estresores y pequeños estresores, la mayoría de nosotros no experimentamos nuestra vida de esa manera. Para nosotros, el cáncer es peor que lastimarnos un dedo gordo del pie, los reembolsos de impuestos son preferibles a las obligaciones fiscales, y la risa es mejor que la preocupación.

Por lo tanto, para un cuerpo, COVID-19 es disruptivo y aterrador. 

No debemos ser duros con nosotros mismos por experimentar ese estrés.

 Simplemente refleja nuestra confusión subyacente de que somos cuerpos, y como tal se convierte en una oportunidad para recordar que, de hecho, no somos cuerpos.

Un curso de milagros puede verse como una invitación a recordar a través de la relación con nuestros hermanos y hermanas que no somos cuerpos.

Podemos abrirnos paso al amor expansivo. En la tierra, esto significa perdonar a nuestro hermano, para que la oscuridad se elimine de la mente que compartimos. 

Perdonar a nuestros hermanos y hermanas es permitirles salvarnos.

La salvación es lo único que cura…de la creencia de que estamos separados.

La salvación no es otra cosa que la “mente recta” a alcanzar para realizar que nuestra mente es Una con el Espíritu.

La salvación es para la mente, y se alcanza por medio de la paz. Es la meta del Espíritu Santo, y la compartimos. La salvación nos pide que elijamos considerar el espíritu, y no el cuerpo como primordial.

La salvación, y el perdón, son lo mismo.

Entonces, ¿cómo perdonamos a nuestros hermanos y hermanas? Fácil: solo vemos en ellos la perfección de Cristo. No vemos cuerpos; Vemos la luz del amor.

¡Pero eso no es tan fácil! Nuestros cuerpos se basan en distinciones y funcionan con juicio. ¿No es natural ver a nuestros hermanos y hermanas como seres imperfectos?

Si insistimos en verlos en cuerpos (que es verlos desde un cuerpo), entonces sí. Son imperfectos Nosotros también. Pero hay otra forma de ver a nuestros hermanos y hermanas, que es pasar por alto sus cuerpos por completo.

 Paradójicamente, una forma de "pasar por alto" el cuerpo es simplemente ayudarlos, es decir, ofrecer a nuestros hermanos y hermanas la ayuda que el mundo y sus cuerpos parecen requerir. Hacerlo puede convertirse en una forma de recordar que "la identidad se comparte y que compartir es nuestra realidad" (T-9.IV.1: 6).

Por lo tanto, en lugar de caminar obsesionado con mi estado interior y mis circunstancias externas (mis miedos, mi temperatura, mi despensa llena o vacía, mi cuenta bancaria), ¿puedo prestar atención también a la situación de los demás? ¿Mi esposa e hijos? ¿Mi madre? ¿Mis vecinos? 

El servicio no es dramático. No llama la atención sobre sí mismo. No trata de sanar al mundo entero. No busca secretamente su justicia. Simplemente responde a las necesidades que percibe y no pide nada a cambio.

 El verdadero servicio es siempre incondicional.

Sin embargo, inevitablemente se aprenden dos lecciones cuando nos ofrecemos tranquila y gentilmente para ayudar a otros de esta manera, y ambas son un regalo para nosotros .

La primera lección es recordar que el servicio engendra una gratitud profunda y generosa a pesar de que somos nosotros quienes estamos dando . Por lo tanto, esta gratitud trasciende fácilmente las acciones de cualquier cuerpo aparente. 

 Esta experiencia de gratitud trascendente nos enseña la segunda lección: si la gratitud trasciende al cuerpo, entonces lo que nuestro cuerpo ofrece a otro cuerpo no es en realidad algo relativo solo a cuerpos. Más bien, es la acción del amor mismo.

Algunos recordatorios del Curso…

La gratitud no es sino un aspecto del Amor.

Cuando tu perdón sea total, tu gratitud lo será también.

Deja que tu percepción acerca de tu hermano no sea bloqueada por tu percepción de sus pecados y de su cuerpo. Más allá de sus errores está su santidad y su salvación…su santidad es tu perdón (T-22.III.8: 3,5,7).

Perdonar a otro es salvarnos a nosotros mismos. No es una secuencia de causa y efecto, sino un solo movimiento unificado en el amor.

Por lo tanto, en el servicio, dejamos atrás el caos y el dolor del cuerpo y sus relaciones especiales a favor de "una relación santa", que es "un estado mental común, donde ambos ofrecen los errores con gusto a la corrección, así, ambos pueden ser felices sanado como Uno "(T-22.III.9: 7).

No tenemos que ser mártires. No tenemos que sanar al mundo. Ni siquiera necesitamos sanar a todos en nuestra calle o barrio. Simplemente tenemos que estar dispuestos, a través de actos de bondad, simples y sostenibles, a percibir a nuestros hermanos y hermanas como ilimitados por sobre la apariencia de los cuerpos.

El acto en sí podría ser una llamada telefónica o un correo electrónico, ofrecernos para comprar comestibles o compartir una cacerola, una sonrisa tranquila. Podría ser dejar que alguien tenga un espacio de paz. Incluso podría tratarse de…dejar que nos ayuden .

La forma que toma el servicio no es el punto. 

El punto es reconocer que nuestra salvación radica en nuestro hermano, con el que somos Uno. Por lo tanto, les debemos todo nuestro amor y gratitud. 

En la tierra, en crisis grandes y pequeñas, esto puede ser útil para que la Luz y el Amor puedan expandirse y alcanzar a Todo.

Gracias. Gracias. Gracias

 

Tahíta