Todos aspiramos a una paz inalterable, a estar bien y libres de sufrimiento. Afortunadamente, no necesitamos ir a ninguna parte para lograr paz y libertad, porque es innata en nosotros, es nuestro derecho de nacimiento, una expresión fundamental de nuestra naturaleza esencial que está esperando ser redescubierta en cada momento. Pero ¿cómo podemos reconocer este aspecto esencial de paz inmutable? ¿Cómo podemos aprender a encarnar la paz en medio de las circunstancias difíciles y siempre cambiantes de nuestra vida?
En primer lugar, debemos darnos cuenta y aceptar que todo a nuestro alrededor y lo que llamamos “dentro de nosotros”, que en realidad no pertenece al Ser esencial, está en constante cambio. La paz duradera e inmutable no se puede encontrar en los objetos exteriores, aconteceres mundanos, alineaciones planetarias, factores climáticos, o “dentro”…en nuestras sensaciones corporales, emociones o pensamientos. Ellos también están en constante cambio y no ofrecen estabilidad duradera ni paz.
En segundo lugar, hay que darse cuenta y aceptar cómo nuestra mente está buscando constantemente la paz en los lugares equivocados. La paz inmutable no se encuentran en ningún lugar interior o exterior, persona o cosa. Cuando lo entendemos, sólo entonces estamos preparados para contactar con una paz duradera. Preguntémonos: "¿Hay algo inalterable que nos ofrezca estabilidad inquebrantable, paz y ecuanimidad sin importar nuestras circunstancias cambiantes?”
En tercer lugar, ¿Estamos dispuestos a renunciar a la búsqueda de la paz en objetos exteriores, circunstancias y personas, o en algún lugar y tiempo futuro? ¿Estamos dispuestos a encontrar la paz en este momento, que es realmente todo lo que hay? Si estamos verdaderamente aspirando lograr la paz, es solo en éste momento en el que debemos poner la atención, ya que en él, como en todos los que siguen, es donde la vivenciaremos. El único momento en el que podemos…SER LA PAZ.
Si estás realmente dispuesto, entonces, ahora, detente, experimenta tu ser esencial aquí, ahora mismo "SÉ" siempre presente, situado en un eterno portal en el que te abres a darte cuenta que SIENDO PRESENTE no hay sino paz, ecuanimidad, bienestar y liberación del sufrimiento.
Te darás cuenta de lo que muchos descubrimos…
Como SER, Cuando simplemente estoy siendo:
No me encuentro ni en mi cabeza, ni en mi corazón… simplemente estoy expandido/a.
Como SER, cuando simplemente estoy siendo:
¿Qué le pasa a mi mente, al pensamiento y a mi sentido del tiempo? Dejan de tener importancia.
Como SER, Cuando simplemente estoy siendo:
No siento ninguna sensación de carencia o necesidad.
Como SER, cuando simplemente estoy siendo:
No me siento desconectado de mí mismo, o separado del mundo que me rodea.
Como SER, cuando simplemente estoy siendo:
Sé que no tengo que hacer algo en especial.
Descansa y permanece como SER. Observa cómo, por ejemplo, te sientes espacioso, expandido, fuera del tiempo, más allá de la carencia y la necesidad, y completo tal y como eres.
SER PAZ es tan simple que fácilmente lo pasamos por alto y lo desestimamos. Pero el hecho es que, como SER, la paz inalterable… es innata. A medida que concientizamos este hecho, y tomamos tiempo cada día para mantener la atención en SER LA PAZ, nos damos cuenta de que está presente, no importa nuestra circunstancia. Entonces, inunda nuestra vida y da lugar a una estabilidad que no cambia dentro de nosotros mismos permitiéndonos sostenerla y responder en lugar de reaccionar a los huracanes y circunstancias que inevitablemente surgen.
Sin embargo, el sistema de pensamiento del ego deja fuera esa Paz, por lo tanto se trata de aprender a estar atentos a esa fuerza esencial por detrás del personaje que representamos, a esa Presencia que somos más allá y por encima de la vibración de la personalidad humana.
Me permito compartirles el exquisito poema de Gendun Rinpoche, que habla muy bien de esta toma de conciencia de que la PAZ ESTÁ SIEMPRE AQUÍ esperando por nosotros…
La felicidad no se consigue
con grandes sacrificios y fuerza de voluntad;
ya está presente en la relajación abierta y en el soltar.
No te esfuerces,
no hay nada que hacer o deshacer.
Todo lo que aparece momentáneamente en el cuerpo-mente no tiene ninguna importancia,
sea lo que fuere tiene poca realidad.
¿Por qué implicarse con ello y después apegase? ¿Por qué emitir juicios sobre eso y sobre nosotros?
Es mucho mejor dejar
simplemente que todo el juego ocurra por sí mismo,
Surgiendo y replegándose como las olas
-sin alterar ni manipular nada-
y observar cómo todo se desvanece y
reaparece mágicamente, una y otra vez,
eternamente.
Es nuestra búsqueda de la felicidad
lo único que nos impide verlo.
Es como perseguir un arco iris de vivos colores que no alcanzas jamás,
o como un perro intentando atrapar su propia cola.
Aunque la paz y la felicidad no existen
realmente como una cosa o como un lugar,
están siempre disponibles
y te acompañan a cada instante.
No creas en la realidad
de las experiencias buenas y malas;
pues son tan efímeras como el buen tiempo y el mal tiempo,
como los arco iris en el cielo.
Deseando aferrar lo inaferrable,
te agotas en vano.
En el instante en que abres y relajas ese apretado puño del aferramiento,
ahí está el espacio infinito, abierto, seductor y confortable.
Sírvete de esta espaciosidad,
de esta libertad y tranquilidad natural.
No busques más.
No te adentres en la enmarañada selva
siguiendo el rastro del gran elefante,
pues ya está en casa descansando apaciblemente
enfrente de tu propio hogar.
Nada que hacer o deshacer,
nada que forzar,
nada que desear,
nada falta.
¡Emahó! ¡Maravilloso!
Todo sucede por sí mismo.
SIEMPRE LES ABRAZO EN EL UNO!
Tahíta
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