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miércoles, 28 de febrero de 2018

Si no me importa…No importa



Hace mucho tiempo vi una película en la que un anciano de una reserva de nativos norteamericanos era visitado por un niño blanco que era víctima de una encarnizada lucha entre sus padres que se estaban divorciando. La película mostraba como ambos padres le desgarraban el corazón pretendiendo tener la razón. Al final de la misma, el niño va a volver a su hogar en otro estado y el nativo le dice…

”En la Vida, recuerda aplicar éstos dos principios:
  • No te preocupes por una pequeñez.
  • Todo lo que pasa es “pequeñez”

Fue hace décadas que la vi, sin embargo esa enseñanza me marcó.

Nuestra mente suele conspirar abierta o discretamente en contra de nuestra paz. Por eso es que tantos autores hablan de “los demonios de la mente”. Y sí…puede elaborar pensamientos inquietantes y convertir un grano de arena en un desierto, solo para tratar de convencernos de reaccionar ante una situación, en lugar de responder a ella. Oponerle resistencia y luchar contra la mente  no es efectivo, por lo que es mejor, con el respeto y aprecio que merece, ponerla en su lugar cuantas veces nos sorprendamos enredados en sus artilugios.

La mente es compleja y variable, como el jabón, resbaladiza y difícil de contener. Un día está alegre y sociable, y al siguiente nos empuja a la soledad y el aislamiento. De acuerdo con su estado de ánimo, agranda o empequeñece un suceso, sin tener en cuenta una perspectiva realista.

Sin embargo en ella existen muchos niveles de consciencia operando, y cuando podemos detectar y situarnos en el nivel de “observador” de los propios pensamientos, podemos desde esa perspectiva más objetiva decidir “no pensar”, aunque dure poco, o no prestar atención al caudal de elaboraciones que corren río abajo arrastrándonos en la pena, la ira, el miedo, o lo que sea. Si podemos no darles tanta importancia, no alimentarlas con una atención inmerecida, dejarlas pasar sin considerarlas como problemas…DEJA DE HABER PROBLEMA. Cuando no los consideras problemas, no hay problema.

Eso no significa, ni esconderse ni huir. Solo observarlas pasar.

Dudo que lleguemos en esta etapa evolutiva a no pensar a voluntad completamente o la vacuidad mental, así que estar alertas al río que corre sin problematizarnos de que lo haga, suele ser una solución pacífica y no tan traumática como oponernos y pretender “no pensar” las veinticuatro horas del día.

El río corre, lleva muchas cosas. No me importa. Y si no me importa, no importa.

Lo dijo Mark Twain sobre la edad…”La edad es un asunto de mente sobre materia. Si no te importa, no importa” ¿Y no es este el caso con muchas otras cosas en nuestras vidas? Si no parecen importarte, entonces esas cosas realmente no importan.  La edad es uno de esos asuntos, otras cosas pueden ser los hábitos de las personas, por ejemplo, si el nivel de limpieza de la casa de un amigo no coincide con nuestros estándares exactos, los malos modales de un conductor por la ruta, la música de los vecinos molestamente alta, o incluso ver nuestro propio cabello ponerse gris. Y la lista puede ser larga.

¿Por qué en algunos días nada parece molestarnos  y en otros días una situación similar puede hacernos caer en el mal humor o la ira? O bien, reaccionamos o respondemos a la misma persona o situación de diferentes maneras dependiendo del impulso de la mente. Necesitamos entender que, a menos que observemos a la mente y le quitemos poder reiteradamente haciendo caso omiso de sus vaivenes, va a continuar vacilando y creando disturbios y confusión.

Lo dice en cada charla mi  querido Jorge Lomar…”Déjate en Paz”…o sea no dejes que la mente inferior te perturbe con todo lo que carga.

Si permitimos que mil cosas insignificantes nos molesten, estaremos constantemente enojados, agraviados e infelices. En otras palabras, si añadimos dolor a la situación, no estaremos en paz. Si decidimos no darle a “una pequeñez “nuestra atención, entonces dejará de molestarnos.

Un día comprenderemos que TODO ES PEQUEÑEZ.

La situación no importa, sino la mente que ponemos o no en ella. El aderezo placentero, irritante o neutral. Sea el que sea…SI NO TE IMPORTA, NO IMPORTA…si duele, ya has delegado el poder en la mente, y en ella, no es PODER…es fuerza…fuerza litigante.
Déjala en paz.
Las situaciones aparecerán y desaparecerán, pero si nos damos cuenta de que realmente no importa, podemos dejarlas ir. Es un caso de "preocuparnos por nuestra mente" para que se comporte de manera apropiada según las circunstancias. Pero: nada importa tanto, nada vale más que nuestra  paz y cordura.

Es la mente arrogante la que trata de tomar el control de nuestras vidas y nos hace juzgar si merece la pena prestar atención o no, ya sea amor u odio, respeto o falta de respeto. Si el ego está herido, entonces la mente encuentra fallas en una persona o situación, recogemos la tristeza como botín y desde allí…eso 'importa'. Si, por otro lado, el ego se siente complacido, todo tranquilo, entonces no importa.

Pero podemos  nosotros decidir de antemano que NO IMPORTA.

Decidir dejar ir las cosas que realmente no importan. Elegir aquello en lo que preferimos enfocar la atención y mantenernos en lo posible libres de estrés, acunando paz.

Pégalo en tu auto, en tu heladera, en tu escritorio…y siéntelo…

SI NO TE IMPORTA, ENTONCES… ¡NO IMPORTA!

¡Y LAS BENDICIONES FLUYEN!

Tahíta


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